El joven de la izquierda no es otro que el popular periodista deportivo Horacio Pagani, quien nos proporcionó esta foto que fue publicada en el suplemento aniversario de La Capital editado el 25 de Mayo de 2014. A continuación, el artículo completo:
Horacio Pagani
De visitante a local
Hoy logra que a través de sus debates la imagen de Mar del Plata en el verano llegue a televisores de todo el país. De niño venía con sus hermanas, y en su primera juventud con “la barra”. Como periodista, en los comienzos de Passarella y Vilas. Y ahora lo unen con la ciudad amistades y un inesperado lazo familiar.
por Vito Amalfitano
Años atrás, el estío porteño y el del resto del país recibían un refresco imaginario de Mar del Plata a través de la pantalla gracias a Mirtha Legrand o Juan Alberto Mateyko. Los programas en directo desde aquí eran una caja de resonancia que invitaba a hacer lo imposible por venir de vacaciones a la ciudad.
Desde la radio, en otros tiempos, lo hicieron también voces emblemáticas como las de Julio Lagos o Juan Alberto Badía. Eso alimentaba la imaginación. Pero la fuerza de las imagenes provocaban el deseo de mojarse los pies en el mar. Miles o millones armaban las valijas. Otros tantos se quedaban con las ganas para siempre.
Discusiones calientes
En el nuevo siglo, los almuerzos de Mirtha o los cantantes de Mateyko, fueron reemplazados por las discusiones calientes de Horacio Pagani, siempre con el mar de fondo. Las transmisiones de Estudio Fútbol desde Punta Mogotes se transformaron, efectivamente, en un clásico de los últimos veranos, con Horacio Pagani como la gran figura para proponer e impulsar el debate.
Se transformó en la figura saliente, al influjo de una “fama” que, el propio Horacio admite, le llegó “tarde”.
En efecto, Horacio Pagani es, desde hace décadas, uno de los periodistas deportivos más importantes de Argentina, probablemente el más importante y el de más fuerte permanencia en la gráfica, con gran prestigio en el medio merced a sus comentarios, coberturas y columnas en el diario Clarín. En ese marco, cubrió 150 peleas por el título del mundo como enviado especial en el exterior para Clarín, y lleva 8 mundiales (el noveno será el de Brasil) y 2 Juegos Olímpicos.
Clarín y El Gráfico
Pero recién cuando llegó a la radio,-sus comienzos en Mitre fueron hace unos 14 años-, y mucho más a la tele, se transformó primero en un periodista conocido, después en un famoso y más adelante en el tiempo en una celebridad. Por su verborragia, porque no se pone “el cassette”, porque dice lo que otros periodistas no, por su defensa convincente de un estilo de juego que es el que hizo grande al fútbol argentino y que ahora la mayoría no protege o desestima su valor. También, claro, por las discusiones bien fuertes, por sus cruces con Alejandro Fabbri, Marcelo Palacios o Gastón Recondo, por ejemplo. Y por un manejo de cámaras, tiempos y show televisivo que supo aprender rápidamente aunque este género le haya llegado “tarde”.
Horacio Pagani se transformó, entonces, en una figura de la televisión, más allá de su condición de periodista con prestigio pero sin fama que podía ostentar de toda su carrera en Clarín y antes en El Gráfico.
Pagani y Mar del Plata
Aquí en Mar del Plata, además, en los albores de esa “fama”, Horacio Pagani presentó en Punta Mogotes su primer libro, “El fútbol que le gusta a la gente”. Y para ello eligió que lo acompañen dos amigos de la época en la que ni siquiera se lo conocía por la tele, Juan Carlos Morales y el autor de esta nota.
Más acá en el tiempo, también en Mar del Plata, por primera vez Horacio se subió a las tablas, para una desopilante participación en una obra de teatro, Dejame hablar amor, de Daniel Dátola, que quedó trunca rápidamente por una desgracia familiar de su compañero Nacho Viale.
Antes de este tiempo de reconocimiento masivo, e incluso antes de los inicios de su trayectoria periodística, Horacio Pagani tiene una historia de enlace muy particular con Mar del Plata.
“Mínimamente, cien veces”
“El otro día me lo preguntaba en charla con mi mujer, ¿cuántas veces habré venido a Mar del Plata en mi vida?. Por lo menos, mínimamente, cien veces….”, apunta primero Horacio en su recuerdo con LA CAPITAL.
“Y esas cien veces antes de esta continuidad que venimos teniendo con el programa en los veranos, todos los eneros desde 2008”, agrega.
“Mar del Plata es muy importante para mí por todas las reminiscencias que tiene con mi infancia,-apunta y se emociona Horacio-. Cuando era pibe, un muchacho, calculo no mucho más de 18 años, venía con un ‘barrita’ de pibes…Veníamos a jugar al Casino, que estaba prohibido porque era para mayores de 22. Como yo tenía poco pelo, me peinaba a la gomina para atrás para poder pasar. Y además había que entrar con corbata al Casino en aquel tiempo, estamos hablando del año ‘del corcho’ eh…” “Entonces,-sigue rememorando-, nos íbamos a un boliche que estaba enfrente del Casino a las cuatro de la tarde, empilchados de negro, con traje cruzado, corbata y peinados para cuando abriera el Casino, y así cruzar y entrar a esa hora, que era cuando menos se controlaba”.
El viaje con “la barra”
-En esos tiempos, todavía nada de periodismo…
-No, yo laburaba en el banco, entré cuando tenía 17. No era periodista… Fue antes de la colimba. Nunca nos pararon en esas entradas al Casino, pero entrábamos como si cometiéramos un delito máximo. Y entrábamos y jugábamos a la segunda docena, los mismos números que elijo ahora…
-¿En qué venían con “la barra”?
-A menudo nos veníamos a Mar del Plata en un micro. Viajábamos toda la noche del viernes, llegábamos el sábado a la mañana, íbamos a Playa Serena, nos jugábamos un partido de fútbol, nos quemábamos mucho… Eran partidos terribles ahí en la arena. Y luego íbamos al hotel, que quedaba en La Perla, sobre Hipólito Yrigoyen, y ahí esperábamos la noche para salir y dar una vuelta, y también probar entrar al Casino, cuando no íbamos a la tarde temprano… Y lo que más añoro de aquella época era la figura que tenía, fíjense… (foto)
La infancia con Pichi y Mari
-¿Hay recuerdos anteriores a esos o no vino a Mar del Plata en la infancia?
-Sí, sí, vine de mucho más pibe. Yo ya venía de muy chico con dos hermanas mías, Pichi y Mari, que fallecieron. Tendría 10 años, era pibe. Veníamos a un hotel, sobre la calle Belgrano… El hotel “California”. Veníamos con una familia vecina, la familia Palmieri, que estaba constituida por un amigo de la infancia, su hermana y sus padres. Alguna vez pudimos traer a mi vieja, que nunca había venido a Mardel…Y en la calle Belgrano, dos o tres cuadras hacia adentro del Casino, recuerdo que se alquilaban caballos para dar la vuelta a la manzana, y eso que ya estaba asfaltado…Hablo de los años 50. Ha cambiado todo en la vida, en el fútbol, en todo. Recuerdo también que en ese tiempo se veían películas de Chaplín en la Rambla.
-Y después vinieron esos fines de semana con “la barra”, ya no con tanto candor…
-Sí, recuerdo mucho esos viajes con los pibes, porque salíamos el viernes a la tardecita y después nos volvíamos sin dormir los lunes, que entrábamos a las 12 menos cuarto al banco en esa época.
Periodismo en Mar del Plata
-¿Y cuáles son los primeros y más importantes recuerdos como periodista en Mar del Plata?
-Me acuerdo, por ejemplo, cuando le mangábamos entradas al Gordo Martínez para los partidos del fútbol de verano y sacaba un toco del bolsillo. Nos llevaba a comer a su casa de Los Troncos cuando yo laburaba en El Gráfico.
-¿Alguna anécdota de ese tiempo?
-Una vez alquilábamos en Punta Mogotes una casa todos los muchachos de Clarín que estábamos para la cobertura del fútbol de verano. Resulta que para hacer un asado necesitábamos una chapa para el reparo del fuego y fuimos a pedir a una casa de enfrente. El que salió a la puerta fue nada menos que Amadeo Carrizo. Nos prestó la chapa pero nos pidió sumarse al asado y trajo…¡dos chorizos! para poner en la parrilla. De eso hace más de 30 años. La noche fue larga y bien rociada. La discusión se hizo fuerte y nadie se guardaba nada. Se debatía si él era el más grande arquero o no, pero lo agarramos con Juan De Biase y le dijimos que se cagaba en la cancha de Boca. Así se lo dijimos, directamente. Y lo increíble es que lo aceptó.
Boxeo y hasta tenis…
-Fue enviado de Clarín a todo el mundo para la cobertura de 150 peleas por el título del mundo. ¿También cubrió boxeo en Mar del Plata?
-Sí, sí, algunas recuerdo. Del Zurdo Vázquez, del Gordo Domínguez…. También una vez viajé para una pelea para El Gráfico, que ahora no me acuerdo cuál era, y resulta que una vez acá me mandaron de urgencia a hacerle una nota a Guillermo Vilas porque se había peleado con las autoridades de la Asociación Argentina de Tenis, creo que era con Morea la cuestión. La verdad es que le fuí con la verdad: “Mirá pibe, yo de tenis no entiendo nada”, le dije. Me ayudó, me empezó a explicar sobre el Circuito del Río de La Plata, el resto salió con oficio….
-Y de los partidos del fútbol de verano, cuál es el que más le queda…
-Seguramente el clásico del debut absoluto de Passarella, con Pipo Rossi de DT. Ese día lo puso de 3…
Familia en Mar del Plata
-Y ahora Horacio, después de tanta historia con Mar del Plata, después de tantos años, le vino a aparecer un lazo familiar también por aquí…
-Sí, fijate vos como se cierra la parábola. Este fue mi primer lugar de veraneo de muy pibe. Era una emoción venir a Mar del Plata, ya lo palpitábamos, me acuerdo, cuando parábamos en Cevigne, en la ruta. Pero también me acuerdo y me pega mucho que mi viejo no llegó a conocer Mar del Plata. Pero después de aquellos viajes de la infancia, de esas escapadas con “la barra”, de la amistad con ustedes, y de tantos años de hacer periodismo aquí, gracias a este tiempo de la tele, de reconocimiento más masivo, me reencontré con un sobrino que casi no conocía y que vive en Mar del Plata, Miguel, con quien en los últimos años restablecimos una relación muy linda, y ahora vine a la ciudad especialmente para su cumpleaños 50. Fijate que se me apareció en la presentación del libro, en Mogotes, y al final de la charla, de escucharla toda, vino a saludarme tímidamente y me dijo ‘Horacio, yo soy su sobrino’. Me contó cómo era el vínculo familiar, de parte de mi vieja, y cómo las vueltas de la vida los habían llevado hasta acá. A partir de ahí entablamos una relación muy linda, con él, con mi otro sobrino Marcelo, con sus hijos… Como verán, cada vez más estoy pegado a Mar del Plata.