Archive for June, 2011

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Friday, June 3rd, 2011

Con abundante despliegue de fotos y datos, la revista Fray Mocho publicaba en 1913 una guía turística para el “veraneante baratieri”, demostrando que Mar del Plata no sólo era un balneario de aristócratas. En la foto 5120 podemos leer un excelente artículo escrito por nuestra amiga Virginia Echarren quien, además, nos suministró estas imágenes.-

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Friday, June 3rd, 2011

En marzo de 1913 la revista Fray Mocho publicó un interesante artículo sobre “El Veraneo Económico” en Mar del Plata, ofreciendo una óptica distinta sobre el turismo de la época. A partir de esa publicación, nuestra amiga Virginia Echarren escribió una excelente nota que apareció publicada en el suplemento que el diario LA CAPITAL editó el 25 de mayo pasado con imágenes de Fotos de Familia. A continuación, el texto de Virginia:

Pecheras de papel

Por Virginia Echarren – licenciada en Turismo

www.enletrademoldemdp.blogspot.com

“Todo no debe concretarse a reflejar la vida de la gente caté. Dejen a las de liberty y ocúpense de las de percal. Luego conviene destruir la leyenda de que en Mar del Plata sólo pueden veranear los que tienen mucho dinero. Háganlo por argentinismo… A Mar del Plata la mayoría la ve a través de las crónicas sociales de los diarios. Que la de Muaré dio un té en el Golf y que el chico de Gomez banqueteó a sus relaciones en Playa Chica o en lo de Pató…Y de ahí, resulta que muchos, muchísimos, creen que los changadores de la estación de Mar del Plata andan enguantados, que los cocheros visten de smoking, que en cada esquina se baila un cotillón (…) Lo que resulta carito en Mar del Plata es el almidón. Cincuenta centavos por lavar y planchar una modesta camisa con puños mosqueteros. Aquí resultan las pecheras y los puños de papel. Tenemos otra cosa mas barata, el afile ciudadano y su cultivo no cuesta nada. ¿Quiere ud que yo le proporciones los datos para escribir la Guía del perfecto veraneante baratieri?” (“El veraneo económico”, Fray Mocho 1913.)

El 28 de marzo de 1913, a poco más de dos meses de la inauguración de la Rambla Francesa, la Revista Fray Mocho publica “El veraneo económico” la última nota de clausura de la temporada. Es una crónica que refleja la vida de playa del huésped de una casa de pensión, morada del perfecto “veraneante baratieri”. De este modo, aparece ante nosotros un viajero poco destacado en la belle époque, etapa en que los placeres del ocio parecen reservados a la alta burguesía porteña. Como antecedente remoto de los que cuidan el bolsillo, el veraneo económico comienza en el tren nocturno, donde hasta es posible conseguir una cama en un camarote de 2 a 8 plazas y un desayuno que le permite arribar a Estación Norte con la cara lavada y bien dispuesto. Una fila de placeros esperan a los pasajeros cerca del andén y pronto se llega a una casa de pensión u hotel de segunda categoria. Estos abundan, aunque son imperceptibles para las crónicas sociales. Se distribuyen por el centro de la ciudad mimetizadas entre las casas de los residentes permanentes, a unas pocas cuadras de la Bristol, en la playa La Perla o Saint James, o incluso cerca de la misma Estación. A precios reducidos, el hotel familiar ofrece “comodidad, esmero y confianza” en una buena pieza aseada, amueblada y confortable, el desayuno con pan y manteca, y opíparas comidas que no dejan de lado el clásico pucherete, el novedoso plato de pescado o el “menú a la genovesa”. La diversión está en la Rambla y la casa de pensión organiza también, “de ojito” para el cliente, los traslados en coche – ida y vuelta, mañana y tarde- a un ritmo que permite disfrutar de un chapuzón en el mar o de los baños de agua dulce. El presupuesto alcanza para acceder a los balnearios que le brindan la ropa de playa y un sillón de mimbre para entregarse al “atorro”. También, antes de “estofado”, el vermouth bajo un toldo de la Bristol, si se está dispuesto a gastar 0.10 centavos de propina para el mozo. Los epectáculo gratuitos- el guiñol o simplemente ver a la gente pasar- , recorrer las explanadas en canastitas, tomar el copetín en Cabo Corrientes, llegar hasta el golf en colectivo y los ya tradicionales programas “de infantería”, cuyos pasos retumabarán en todos los tiempos, completan el itinerario del veraneo económico.

El “veraneante baratieri”

Esta fuente, abre una fisura en el común relato de los “fastuosos veraneos marplatenses de la época” con una elite recluída en hoteles lujosos o en sus villas particulares extendidas en la loma frente al mar. Una presencia contundente, tanto en el espacio como en las crónicas sociales, que origina una de las leyendas urbanas más sólidos de la historia marplatense: la “villa de los porteños aristocráticos”, de gusto exquisito y refinado que nos va a legar el patrimonio más valioso. La presencia del “veraneante baratieri”, que generalmente se presenta en durante la década del 20, está poco destacada durante la belle époque y sin embargo, representa ya, a la ascendente clase media que aspira a hacerse visible socialmente y que encuentra en Mar del Plata el escenario moderno que le permtirá cristalizar sus sueños. Una ciudad que cuenta con población permanente en continuo crecimiento, con alta proporción de inmigrantes que, motivados por su propia búsqueda de progreso, está dispuesta a ofrecer servicios que los incluyan en la economía local. Pero además, Mar del Plata ofrece a este viajero, una condición que satisface su necesidad de visibilidad: la existencia de un espacio público “educador” – la vida de hotel, las ramblas, los balnearios, las explanadas, los parques, los paseos por la loma – que facilita el encuentro social entre pares, la imitación de las “buenas” costumbres, el refinamiento en el vestir, la educación del goce estético, el encuentro entre géneros y la fascinación por un mundo al que aspira llegar.

Así visto, en la moderna Mar del Plata, la ceremonia del veraneo se completa con la presencia del “veraneante baratieri”, para conformar, en contrapunto con la alta burguesía, el mundo de lo público. Un encuentrro ciudadano en el que, como en una gran sala teatral – donde existe el palco, la platea o el gallinero- cada uno tiene su silla en la arena o una baldosa diferente para pisar en la larga rambla. Todos participan del ritual. La burguesía ordena el paso, imponiendo costumbres y fijando líneas de un control social mas o menos sutil: derechos de admisión a clubes, reglamento de baños, presencia pública de agentes de seguridad, etc. El veraneante baratieri por su parte, encontrará sus propias estrategias de participación: las pecheras de papel – porque el almidón es caro- y el afile ciudadano, que no cuesta nada y promete mucho.

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Friday, June 3rd, 2011

Familia Parigini. Año 1935. Playa Chica. Enviada por Carlos Stella.

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Friday, June 3rd, 2011

Familia Parigini. Año 1935. Rambla Bristol. Enviada por Carlos Stella.

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Thursday, June 2nd, 2011

“En esta foto podemos observar en la zona de Punta Mogotes parte del “Hotel Carbo” .Fotografía sacada por mi padre en Enero de 1968. Saludos “. Gustavo Federico

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Thursday, June 2nd, 2011

“Hola amigos de La Capital .Aqui les envío una foto que sacó mi padre en lo que era la entrada al balneario de la zona de Punta Mogotes “San Cayetano”. La fotografía es de Enero de 1968 y se puede observar lo desértico del trayecto desde la ruta hasta la llegada al balneario. Saludos”. Gustavo Federico

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Thursday, June 2nd, 2011

“Hola amigos del diario La Capital .Aquí les envío otra foto, esta pertenece al Hotel Galileo, de la zona de Punta Mogotes, donde pasé las vacaciones con mi familia en Enero de 1968.Saludos”. Gustavo Federico

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Thursday, June 2nd, 2011

“Postal: El Torreón, fechada el 20 Enero de 1920”. Enviada por Enrique Mario Palacio.

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Thursday, June 2nd, 2011

“Vista Panorámica Nocturna, del año 1978”. Enviada por Enrique Mario Palacio.

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Wednesday, June 1st, 2011

“El escultural Lobo de “Josè Fioravanti”, en esta foto del año 1978″. Enviada por Enrique Mario Palacio.