Archive for June, 2017
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Thursday, June 8th, 201710684
Thursday, June 8th, 201710683
Wednesday, June 7th, 2017Estación terminal de ómnibus. 1967
Archivo Haynes. Biblioteca Británica. Aporte: Cristina Corsini
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Wednesday, June 7th, 20173.28 de febrero 1967
Archivo Haynes. Biblioteca Británica. Aporte de Cristina Corsini
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Tuesday, June 6th, 2017Estacionamiento en la costa. 1966. En la actualidad parada de varios colectivos. Década del 60 Archivo Haynes. Biblioteca Británica. Aporte Cristina Corsini
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Tuesday, June 6th, 2017Problemas con el auto. Estacionamiento en la costa. Década del 60
Archivo Haynes. Biblioteca Británica. Aporte: Cristina Corsini
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Monday, June 5th, 2017Año 1983. Victor Heredia canta en “El Boliche de Chapa”. Foto publicada el 25 de mayo en el suplemento “Mar del Plata, la ciudad del espectáculo” editado por LA CAPITAL en su 112º aniversario. A continuación, el artículo que recuerda la historia de aquel sitio emblemático:
“El boliche de Chapa”,
La huella de una historia fugaz
sumario
Funcionó desde diciembre de 1982 hasta mediados de 1985. Tuvo una programación con figuras ilustres que entonces no tenían acceso a otros escenarios y defendió el lugar de los artistas de Mar del Plata.
Por Claudia Roldós
@clauroldosmdp
Sigue viviendo en la memoria de muchos artistas, tanto de Mar del Plata como de la escena nacional e internacional. Se trata de “El Boliche de Chapa”, un café cultural, ideado por María Cristina Blanco y puesto en funcionamiento junto con Horacio Sánchez Fuentes, quien vino desde Neuquén para sumarse al proyecto.
Por su pequeño escenario pasaron Alfredo Zitarrosa, Facundo Cabral, Víctor Heredia, César Isella, Opus 4, Markama, Los Trovadores, Armando Tejada Gómez, y Susana Rinaldi, quien dio una charla sobre su vida, matizada con tangos.
Su inauguración fue el 17 de diciembre de 1982 y la tarjeta de invitación era un poema, registrado en una pequeña hoja, con el logo del lugar: un búho de la sabiduría y sus alas con forma de chapa, para simbolizar el lugar y su espíritu.
Estaba en Catamarca y San Lorenzo, en lo que antiguamente había sido un almacén -con un barcito al lado- del que conservaron parte de la estructura original, la barra, algunas chapas para las ventanas y las mesas con que armaban el escenario.
El momento histórico
“Más que mérito nuestro, la trascendencia de El Boliche de Chapa fue por el momento histórico. Todavía estábamos en dictadura y acá estaba todo muy callado. Queríamos hacer un café cultural, un espacio colectivo y fue un lugar de expresión para muchos artistas que habían estado prohibidos y empezaban a volver del exilio, pero que no regresaban con bombos y platillos”, recordaron Blanco y Sánchez Fuentes.
Además rememoran con orgullo la regla del lugar: “Cuando actuaba alguien de nombre nacional o internacional siempre había artistas de Mar del Plata trabajando con ellos, compartiendo el espectáculo. Esa era la premisa, porque los artistas que vivían acá, cuando llegaba diciembre eran corridos de todas partes, casi no tenían espacios para trabajar”.
“Entonces no lo sabíamos, pero ‘El boliche…’ era una etapa. Lo interesante es que algunas semillas se desparramaron. En la actualidad hay un montón de lugares con ese espíritu”, recordaron.
Todo con una pizarra
En las tres temporadas veraniegas en las que funcionó, todas las noches había alguna propuesta diferente. No contaban con promoción en medios ni redes sociales como ahora.
“No salíamos en ningún lado, la única difusión que teníamos era en una pizarra en la puerta, en la que copiábamos la programación. La gente pasaba, anotaba y así se enteraba”, contaron.
El lugar, con capacidad “para 150 personas, como mucho”, “explotaba” cada noche de verano. “No sólo estaban los espectáculos, sino que también era el lugar al que venían varios elencos y, también periodistas y fotógrafos que cubrían las temporadas”, señalan.
Así, entre picadas, las “legendarias empanadas de doña Ester” y vino, El Boliche de Chapa se ganó su lugar en la escena local.
Visitantes ilustres
Así, actuaron Opus 4, Rafael Amor, Rodolfo Mederos, Uña Ramos, Raúl Barboza, Manolo Juárez, el trío Vitale-Cumbo-González, Leo Masliah, Raúl Carnota y Zuna Rocha, Daniel Binelli, El dúo Salteño, Rudy Chernicof, Inés Rinaldi y Juan Carlos Cuacci, Adolfo Abalos, entre otros.
Entre las visitas ilustres se encontraron también Marta Minujín y Griselda Gambaro, Miguel Angel Merellano y Horacio Embom, quienes coordinaban charlas debate que se organizaban periódicamente, Jorge Asís, Carlos Barone, Luis Gregorich, Bernardo Neustadt, Eduardo Aliverti y Emilio Stevanovich.
Entre los nacidos y residentes en Mar del Plata tuvieron su espacio Norberto y Osvaldo Albornoz, Ricardo Arriagada, Luis Caro, Gloria Yunez, Luis Reales, Eva Triguero, Omar Graziano, Marcelo Sanjurjo, Andrés Baldín, Bocacalle, Los 4 Rumbos, además de Los Súper Ratones y diferentes grupos de teatro.
Anécdotas
“Los Trovadores grabaron su primer disco en el Boliche” recordaron Blanco y Sánchez Fuentes. En tanto, “Zitarrosa pasaba mucho tiempo. Si bien se quedaba en un hotel, venía a tomar mate, a comer y también ensayaba. En el Boliche festejábamos los cumpleaños de todos”, apuntó Blanco.
Sánchez Fuentes rememoró que, además de actuar, “hice instalaciones eléctricas, las luces con los típicos tachos de aceite, las cosas de mantenimiento, junto con otros artistas que nos ayudaban, con esto de lo colectivo”. A lo que su socia agregó: “Todo se hizo a pulmón, pintar, decorar, acomodar, todo organizado por Horacio”.
Los “servicios”
María Cristina narró que “desde siempre” fueron controlados por los servicios de inteligencia. “Venían, se presentaban, me preguntaban antes de las funciones qué iban a cantar los artistas. Yo siempre decía, no sé, será lo del disco que grabaron y está a la venta”.
“Una vez -continuó- uno de los señores de inteligencia que venía siempre, de civil, me llamó y me preguntó si podía traer a la señora. Me gusta lo que hacen, me dijo”, recordando la situación entre risas y nostalgia.
También narró que “Víctor Heredia inauguró una consigna. Era mucha gente que venía y mucha la que quedaba afuera, entonces él empezaba el show y decía: ‘Vamos a cantar también para los de afuera’, se abrían todas las ventanas, la puerta y continuaba el show para todos”.
Pedían actuar
“Caloi y Fontanarrosa venían siempre. Adriana Aizemberg y Carlitos Moreno también. Incluso una vez a Adriana la estafaron, alquiló un teatro y no existía y me pedía fecha, hasta una fecha gratis ofrecía y yo no tenía ni un huequito en la programación para hacerle”, lamentó.
También Ignacio Copani y Gianni Lunadei quisieron actuar. “En verano, se complicaba”, coincidieron los antiguos referentes del lugar.
“Sí pudo Susana Rinaldi. Aunque en esos momentos tenía los teatros que quería, quiso hacer algo en Chapa. Yo no tenía cómo pagarle a una referente como ella. Finalmente dio una charla y cantó unos tangos, con las mismas condiciones de cualquiera que venía: 70/30 y las entradas a precios populares. En aquel entonces se dijo de todo, muchos se preguntaban de dónde habíamos sacado la plata para pagarle. La realidad fue que Susana no ganó prácticamente nada por esa presentación”, confió Cristina entre risas.
Por último Blanco recordó: “Teníamos una sola botella de whisky, el boliche no sacaba mucho esa bebida. El tema era cuando llegaba Menotti con sus amigos. Había que salir corriendo a buscar whisky, y del bueno, para ellos”.
Los inviernos y el final
Las temporadas explotaban pero durante los inviernos la situación “se complicaba”. “Era difícil traer artistas de Buenos Aires, pero venían estudiantes secundarios y universitarios, y comenzaron a armar los centros de estudiantes de sus colegios y facultades, cuando todavía estaba prohibido”.
Casi al final, el Boliche de Chapa siguió haciendo historia. Los Súper Ratones siempre cuentan que su recital fundacional fue allí, exactamente el 12 de abril de 1985.
Pocos meses después, el 4 de julio, los dueños prestaron las instalaciones del “Boliche” para el grito del “Nunca Más” en Mar del Plata.
“Las Madres vinieron a pedir el lugar. Les dije que sí. La mano venía dura, había amenazas, pero vino muchísima gente y se hizo. Al otro día balearon el local. Yo estaba adentro”, recordó Blanco.
Esa situación más “un allanamiento, supuestamente por drogas y armas que nunca hubo y después la policía desalojando a la gente casi todos los días por supuestas amenazas de bomba sumado a la hiperinflación y la primavera cultural en la que los artistas comenzaron a tener más lugares donde actuar… todo ese cocktail fundió al boliche”, reflexionó Blanco. Y afirmó como conclusión: “Nunca estuvimos en cosas más extrañas que defender la cultura, la democracia y la lucha por la pluralidad. No estamos arrepentidos, al contrario, nos enorgullece”.
La noche que Luis
corrió a Facundo
“Toqué con casi todos, hasta en el día de la inauguración. La historia de ‘Chapa’ fue fugaz pero intensísima. Para los artistas de Mar del Plata significó un antes y un después”. En ‘Chapa’ se mantenía un respeto muy importante por los artistas de acá”, recuerda el cantante y compositor Luis Caro.
“Abrió aún en dictadura, cuando el clima aún estaba enrarecido, cuando no se sabía bien para dónde iba a saltar la cosa, lo que le dio una cierta épica”, describió.
“Yo toqué con César Isella -en su primer recital en la Mar del Plata luego del exilio-, Julio Lacarra, Marcama, Los Trovadores, Víctor Heredia, Facundo Cabral, Armando Tejada Gómez -después con él salí de gira- y con ‘El Chango’ Farías Gómez”, enumeró.
Entre muchos recuerdos, Luis rescata una historia particular: “Una noche yo hacía de telonero de Facundo Cabral. El boliche explotaba, el escenario era muy pequeñito, ni entraba la banqueta. Había gente en el suelo, afuera. Media hora antes de la función, al Negro se le salta la chaveta y dice que está cansado, que no va a tocar. La gente se impacientaba y empezaba a hacer palmas. En eso Facundo se va. En medio de la desesperación me ofrecí a ir a buscarlo. Lo corrí por Avellaneda, lo encontré cerca del Club Kimberley, le pregunté qué pasaba. Me dijo: ‘Que le devuelvan el dinero a esa gente, estoy cansado de mentir’. Eran reacciones comunes en Facundo. Trataba de convencerlo y no había caso. En un momento le digo: ‘Pero Negro, vení por nosotros, estamos todos cagados de hambre’. Se quedó mirando como al vacío, un minuto y me dice: ‘Bueno, volvamos’ . Y me lo traje”.
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Monday, June 5th, 2017Freddie Mercury llegando a Mar del Plata para ofrecer el histórico recital de Queen. Fotografía tomada por una “fan” -Marina Caymarys- que ilustró un artículo publicado el 25 de Mayo de 2017 en LA CAPITAL (Suplemento Especial, 112º Aniversario). Transcribimos el artículo:
Lo que todos recuerdan, lo que nunca se contó
Queen, el recital más importante
en la historia de Mar del Plata
Cómo se gestó el concierto de Queen en el “Mundialista”, en marzo de 1981. La previa, la llegada de la banda británica y su estadía en el Hotel Provincial, que le valió el fin de una relación sentimental al inolvidable Freddie Mercury.
Por Bruno Verdenelli
verdenelli@lacapitalmdq.com.ar
“A veces siento que estoy de vuelta en los viejos días, hace tanto tiempo… Cuando éramos chicos y jóvenes las cosas parecían tan perfectas. Eran los días de nuestras vidas, las cosas malas eran tan pocas. Pero esos días ahora se han ido y cuando miro para atrás hay algo que es verdad: todavía te amo”.
Durante el último videoclip que grabó, a Freddie Mercury se lo ve nostálgico, aunque firme y feliz con su extraordinario legado. Ya sabe que va a morir, pero el show debe continuar. Y por eso canta con todas sus fuerzas. La canción elegida para despedirse es “Estos son los días de nuestras vidas”, cuya añoranza de juventud aparece con mágica vigencia a la hora de entrevistar a cualquier persona que haya asistido al mítico recital que Queen dio en Mar del Plata, el miércoles 4 de marzo de 1981. A todos esos afortunados se les ilumina la mirada.
Ricardo Pollera hijo (56) es un ejemplo. Su padre fue el responsable de que la mítica banda británica actuara en esta ciudad, en el que sin dudas fue el concierto más importante de su historia. Por la importancia que tenía entonces ese grupo musical y porque la visita se produjo en su apogeo.
¿Qué te parece Queen?
“Recuerdo la previa: en el ’80 yo trabajaba con mi papá, que tenía un parque de diversiones. El Play Land Park, que había comprado en Colombia. Una noche en la ciudad de Corrientes, cuando no existían los celulares ni las computadoras, yo tenía que estar en un locutorio porque él llamaba a esa hora. Entonces me comenta: ‘¿Qué te parece Genesis?’. Yo era disc jockey y tenía 20 años. En Genesis tocaba Phil Collins, cantaba Peter Gabriel… ‘¿Y qué te parece Queen? ¿Queen te gusta? ¿Qué te parece que los traiga el 4 de marzo?’, me dijo después. Y a mí me agarró mucho orgullo por ser el hijo de la persona que iba a traerlos”, rememora Pollera, 37 años después.
Y dice que “todo parecía un sueño”. “Porque no era como ahora: acá no venía nadie. Habían traído a The Police, pero no mucho más”, explica. Además, el hijo del productor publicitario -uno de los más famosos precursores de la actividad en el ámbito local- remarca que Queen le gustaba hasta a su mamá: “Tenía un amplio espectro de fans”.
Las dudas iniciales
Pollera recuerda que dudó sobre la convocatoria que podría tener un show como ese durante el mes de marzo en el estadio Mundialista: “Le dije a mi papá que los trajera en verano, porque el 4 de marzo no iba a haber nadie en Mar del Plata, pero él ya le compraba la fecha así a Alfredo Capalbo (productor porteño) porque Queen venía con una gira (presentaba el disco The Game). Sabía que íbamos a trabajar con el público de acá y se vendieron las entradas con mucha anticipación. Tenía una visión…”.
La venta de entradas
Es imposible pensar en cómo sería la realización de un show de tal magnitud actualmente en Mar del Plata. Cualquier sistema moderno de venta de entradas colapsaría y el expendio no duraría ni un día. Sin embargo, en 1981 se vivía de otra forma.
Por eso, la comercialización de los tickets para el concierto de la banda de Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon comenzó el 1 de enero, en varios locales que Pollera Producciones alquiló en el centro. El principal quedaba en La Rioja y Moreno y si bien al estadio asistieron alrededor de 25 mil personas, se estima que se comercializaron aproximadamente 10 mil entradas menos.
La llegada de la DGI
“Yo me encargaba de la venta de las entradas y nunca me voy a olvidar que vino la DGI el día del recital, a la mañana. Llegan dos muñecos de traje, se sientan uno de cada lado del escritorio y me dicen que había una deuda que venía desde Buenos Aires y de Córdoba: Capalbo no había pagado Sadaic, Aadi Capif, no había pagado nada… Y le embargaban la recaudación de ese día a mi padre, y que después arreglara con Capalbo. Y me pareció un despropósito”, narra Pollera hijo.
Y aunque duda por un segundo, de inmediato confiesa: “Entonces hice lo que hice, evadir… Vos venías a sacar una entrada y te daba el vuelto de 50 entradas ponele… Y yo anotaba ‘Fulanito, 50 entradas’. Cualquiera que iba ayudaba. Yo era DJ y conocía mucha gente… El tipo me controlaba pero cuando llegó el tema del conteo estuvo el problema, porque no estaba ni la mitad de la plata. Discusión va, discusión viene y empezaba el recital. Así que le di mi tarjeta y me fui al recital”.
“Para mi papá, el de Queen fue el mejor show. La cosa más emblemática y grande que pasó acá la hizo mi viejo: ganó 1.200.000 dólares en una noche. Si llovía estábamos en el horno e iba a llover… Y terminó el recital y empezó a llover. No sé si fue suerte o qué. Cuando empezó Rapsodia Bohemia me di vuelta y era increíble. Ese día me saludaban todos, después no te saludan más…”, describe Pollera.
Queen en la ciudad
Las crónicas de la época indican que los miembros de Queen, junto a su séquito de familiares, representantes, asistentes y plomos, se alojaron en el Hotel Provincial.
En su libro “Queen nunca visto: mi vida con la banda más grande del siglo XX”, el fotógrafo Peter Hince recuerda el paso del grupo por “la ciudad feliz”, con especial énfasis en la caracterización del edificio diseñado por Alejandro Bustillo, con el que quedaron todos impactados.
“Nuestro hotel, el Provincial, estaba situado frente al mar y evocaba a los grandes hoteles de los años ’30 con escaleras estilo Art Decó de gran amplitud que desembocaban en un primer piso que ostentaba un cuarteto de cuerdas ejecutando una pieza sobre la pista de baile circular de piso parqué. Recuerdo ver gente sentada en pequeñas mesas tomando té y café bajo el techo de cristal en forma de domo. Todo aquello se asemejaba a la ciudad de Berlín previa a la guerra”, describe.
Una ruptura amorosa
Al relato de Hince se suma el de Peter Freestone -secretario personal de Freddie Mercury-, quien en las memorias íntimas que escribió varios años después de la muerte del cantante revela una anécdota desconocida para los marplatenses.
“La suite de Freddie tenía una hermosa vista hacia la rambla lo que, para mejor o para peor, llevó a la ruptura de su tormentosa relación con Peter Morgan”, explica Freestone.
Y agrega: “Freddie sabía que en ningún momento de su estadía en Sudamérica él iba a ser capaz de salir de shopping debido a los riesgos de seguridad. No tenía más opción que quedarse en el hotel muy en contra de su voluntad. Luego de pedirle a Peter que se quedara haciéndole compañía, este le respondió que saldría a dar un corto paseo. Sin tener otra cosa que hacer, Freddie estaba contemplando la vista desde el balcón de su habitación cuando vio a Peter caminando por la rambla próxima a la costa con un joven a quien Freddie no conocía. Inmediatamente pudo ver que no se trataba de dos desconocidos debido a lo que dejaba entrever el lenguaje corporal de aquellos. Lo que finalmente convenció a Freddie de ponerle punto final a la relación fue que Peter Morgan negó rotundamente haber estado caminando por la rambla a su regreso al hotel”.
“Dormían en Batán”
Pollera también acredita que Freddie Mercury llegó junto a un “acompañante sentimental” a Mar del Plata. Y si bien admite que el cantante pasó tres días en el Hotel Provincial, jura que durante las dos noches en las que el grupo estuvo en Mar del Plata durmió en una quinta que su padre tenía en Batán.
Igualmente, como eran otros tiempos, a pesar de las extremas medidas de seguridad tanto Mercury como los demás miembros de la bandas pudieron salir a pasear. El cantante caminó por un sector del peatonal San Martín y hasta le firmó un autógrafo a un albañil sobre un tablón de madera. Y el guitarrista Brian May, en tanto, se dio el gusto de ir con su mujer y su pequeño hijo al viejo Ital Park.
Un cruce de regalos
Pollera hijo también recuerda: “Es muy difícil acceder a las estrellas de rock, hablar o tocarlos. Pero Queen no era tan inaccesible. Tenían su gente de seguridad, pero igual podías ‘pegar onda’. Con Brian May pude hablar, en un inglés y en un español raro. Le regalé un charango y lo sorprendí. Nunca había visto uno, lo miraba, no lo podía creer… Le encantó. Yo quería que lo toque. Y él me regaló una campera muy veraniega, que parecía de papel”.
En tanto, durante una de las noches los músicos -con excepción del cantante- fueron a cenar junto a los productores locales a “Los viejos vagones”, un restaurante de la avenida Constitución que en ese momento era de lo mejor que había en la ciudad.
“Hablando de comida -añade Pollera-, hay una anécdota más. Un día antes del recital, todos los plomos, los de seguridad y todos los que estaban en el Hotel Provincial se plantaron. Si no les cambiábamos el menú no había prueba de sonido. Era justo ese día. Estaban podridos de comer ravioles. Tuvimos que salir corriendo a comprar milanesas con papas fritas. Eran un montón… (risas)”.
“Unos tales Moura”
Entre las innumerables historias curiosas que se produjeron en torno a Queen, Pollera rememora: “Yo tenía una relación buena con la gente de lo que después fue la radio Rock and Pop. Y un día se me aparecen con unos tales Moura, que querían tocar como teloneros de Queen. Les tuvimos que decir que no, porque toda la música que se escuchaba en el preconcierto era de bandas que se escuchaban en ese momento. Bandas que promocionaban ellos, no era música en vivo. Punk, música moderna de entonces… Y el recital de ellos, que después se hicieron famosos siendo Virus, no se pudo hacer porque había un contrato firmado”, revela Pollera.
Como eran otros tiempos, muchas de las historias relacionadas al recital de Queen en Mar del Plata quedaron escondidas. No se hicieron públicas en los medios y aún están ahí, a la espera de la indagatoria de los curiosos. Pero algo se puede dar por seguro: a medida que pasan los años, y como suele ocurrir con eventos magníficos e irrepetibles, el show de la banda británica en la ciudad se vuelve más legendario. Igual que esos increíbles días de nuestras vidas.
La fan que irrumpió en el
auto de Freddie Mercury
Marina Caymaris nunca olvidará aquella mirada gélida en el estacionamiento del Hotel Provincial. El bigote tupido sobre la enorme boca cerrada y la mandíbula dura. Los ojos negros, impávidos. Por eso asegura que la expresión de Freddie Mercury tras descubrir que ella, una joven fan de 19 años, había logrado introducirse en su auto pese a las medidas de seguridad imperantes, hizo que la devoción que tenía por su ídolo se transformara para siempre.
“En esa época tenía 19 años. Empezaba la facultad y una amiga me dijo que venía Queen. Eramos súper fans. Y terminamos yendo al aeropuerto en colectivo. Verlos de cerca bajar del avión con sus hijos y sus mujeres, fue shockeante. Nosotras sabíamos que iban a parar en el Provincial, pero pensamos que no nos iban a dejar entrar”, adelanta. Pero rápidamente se detiene.
Es que quiere recordar cada detalle y que su relato siga un orden cronológico. “Una amiga de mi mamá era enfermera y trabajaba en el hotel. Y ahí había algo de gente, pero no era como ahora que hay 30 cuadras de cola cuando viene un cantante. Fui y pregunté por ella, dije que me sentía mal, que justo pasaba por ahí. Cuando llegó, le admití que no me pasaba nada, que solamente quería ver a Queen. Y me explicó que en el lugar estaba Juan Alberto Badía, que lo buscara a él, que era re macanudo y estaba haciendo una nota con ellos”, indica.
Y agrega: “Subimos en el ascensor y los vimos a todos, menos a Freddie Mercury, que era a quien a mí me interesaba ver. Pero nosotras sabíamos inglés, yo soy profesora, así que hablamos, les pedimos un autógrafo y les preguntamos dónde estaba Freddie”.
Excepcional entendedor del fanatismo por los artistas y de las dificultades que habría para consumar el encuentro, fue Badía quien intervino para ayudar a las jóvenes fans. “Nos dijo el piso y la habitación. Yo le fui a golpear las puertas, salió la persona que estaba con él y empezó a gritar que no teníamos que estar ahí. Y cuando tomamos el ascensor, el ascensorista nos dijo que a tal hora se iban a ir del hotel para ensayar. Nos dijo que iban a salir por la cochera y que nos iba a llevar hasta ahí. Entonces nos quedamos escondidas atrás de unas barras de café que había cerca de la salida a la cochera. Y en un momento bajaron todos”, explica Marina, como si hubiera sido ayer.
Finalmente, describe el desenlace de la anécdota: “En ese momento no sabíamos las cosas de Freddie Mercury que sabemos hoy. Yo me acerqué y él ni me miró. Y me acuerdo que se subió a un auto… Atrás se iba a subir el guardaespaldas y yo me metí antes, por abajo de su brazo, para pedirle un autógrafo. Nunca me voy a olvidar de su cara. Estaba serio. No era la persona que yo veía arriba del escenario. Le pedí un beso y me lo dio, me firmó, y se fueron. No me dijo nada. Después me enteré que era fóbico y muy tímido. Para entonces, ya teníamos los cuatro autógrafos pero después de lo que habíamos vivido, el show no me hizo tanto ruido, no me sorprendió tanto”.
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Sunday, June 4th, 2017Hola, entiendo que no es una foto familiar pero podría ser de interés general.. Adjunto fotografía de enero de 1970, tomada de una revista CORSA. Raùl Olivan
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Sunday, June 4th, 2017Hola Sres. de Fotos de Familia del diario La Capital de Mar del Plata les envío esta mi foto en plaza Mitre año 67 marzo alquiler de pony tiempos muy felices de mi infancia en la feliz gloriosas temporadas veraniegas de descanso en esta ciudad luego del trajin del año en Baires Saludo cordial de Sergio Gustavo Iudica DNI 13.213.150 gracias
RICARDO WALTER GOMEZ MARCON