La escritora cordobesa estuvo en la ciudad y habló sobre su primer libro sobre cuentos en el que aborda las distintas facetas del amor. Un trabajo sobre la familia, la amistad, la historia argentina y la violencia de género.
Invitada a participar del ciclo de charlas de escritores que organiza la Editorial Planeta en Mar del Plata, Viviana Rivero habló con LA CAPITAL sobre cómo nació “Zafiros en la piel”, su último libro y el primero que la escritora cordobesa hace de cuentos.
Con 12 relatos sobre el amor en sus distintas facetas (y en sus distintos significados según el griego), el libro no solo surgió ante la necesidad de abordar el amor maternal, el de amistad y hasta el más peligroso, ese que no es amor y es, en cambio, obsesión y peligro. Sino también para darle un cierre a un desafío incluso mayor: escribir una novela en tiempo real por una semana y ante la vista de todos. La propuesta fue de Google y Rivero aceptó gustosa. Así surgió “Sólo hazlo”, una novela cuyos protagonistas, Macarena y Alvaro, intentan robar una joyería que se llama, justamente, “Zafiros en la piel”.
– ¿Cómo viviste la experiencia de hacer un “libro vivo” con la gente de Google?
– Fue como aparecer desnuda ante la gente (risas). Pero fue un desafío, porque había que captar a las personas que estaban navegando en internet y no estaban pensando en leer, porque la publicidad aparecía en la pantalla. Fue muy lindo y muy emocionante, porque mientras yo iba leyendo la gente iba comentando.
– ¿Cómo te sentiste escribiendo cuentos? Después de todo sos una novelista.
– Me gustó, fue un desafío porque me gusta describir mucho y acá era como un fósforo fuerte y se apagaba, había que lograr mucho en poco tiempo y en muchas historias fue describir un mundo nuevo en la escritura.
– ¿Qué te llevó a hablar de diferentes formas del amor?
– Esta vez quise hablar de las diferentes facetas que tiene el amor, que a veces puede ser sano y a veces no, y es una obsesión. También hablo del amor propio, que llevado al límite es malo y es narcisismo. Quería contar todos estos vericuetos e interludios que podía tener la palabra amor. Además, usé las palabras en griego porque nosotros tenemos solo el “Yo amo” y el griego tiene una palabra distinta para cada tipo de amor: al fraternal le dice de una manera, el erótico de otra y el de amistad de otra.
– También, a diferencia de tus otros libros, te permitiste contar algo tuyo. En realidad de tus padres, un amor que se vivió en pleno Cordobazo. ¿Por qué decidiste contar esa parte de tu historia?
– Siempre me preguntan si algo de lo que cuente me pasó en la vida real. Y (siempre respondo) no, mi vida es más normal (risas). Pero esta vez yo quería hablar del Cordobazo y pensé por qué no hablar de algo real. Y le pregunté a mi mamá si me daba permiso, porque era su historia, y sí, así que conté esa historia. A veces me gusta hablar de distintas épocas históricas y más cuando pasaron en nuestro país, siento que la gente se pregunta cosas sobre eso y esta bueno contar cómo fue con una historia que entretiene. Elegí la (historia) del Cordobazo y la de la Reforma de 1918, que trajo consecuencias en todas las universidades de Latinoamérica
– ¿Hubo algún cuento que disfrutaste más?
– Yo disfruté mucho escribir el capitulo que habla del amor de madres a hijos. Me gustó hacer una conexión entre una joya y esas madres, que la pasaban de generación en generación. Fue, para mí, hacer casi una mininovela, y a mí me gustan las novelas. Y también tiene algunas conclusiones mías, como lo de que las mujeres no tenemos linaje. Eso me di cuenta cuando quise unirlas por el apellido, para que le sea fácil al lector. Pero no, no se puede identificar, eso me gustó destacarlo y me llevó a la reflexión sobre el apellido que se coloca a los hijos y cómo el de la mujer se “pierde”.
– Abordás la violencia de género desde una de las violencias más difícil de percibir y más manipuladora: la psicológica. ¿Cómo vivís esta época en la que el feminismo pisa fuerte?
– Por ese cuento me escribieron muchas mujeres porque se dieron cuenta de lo que vivieron. Estas épocas creo que está todo más expuesto, pero es algo que pasó siempre, ya hace varios años que estaba impuesto en la sociedad que había varias quejas. Yo participé de una antología que se llamaba “Basta, 100 mujeres contra la violencia de género” hace cuatro años. Lo quise hacer porque si uno tiene una voz y una visibilidad también tiene una responsabilidad y cuando esta pasando algo hay que participar, hay que decir y hay que hablar. Se representa a muchas que no tienen voz, que están atrás y que quizás esperan que alguien diga lo que les está pasando. Esa fue una de las razones por la que me gustó participar (del libro). Creo que hay que comprometerse, sobre todo cuando se tiene una voz.