La magia fotográfica de Vivian Maier (1926-2009), la aficionada neoyorquina que trabajó como niñera y que a su muerte dejó 150.000 fotografías urbanas sin revelar, llega a la Argentina con un estallido de color e imágenes excéntricas, en la Fototeca Latinoamericana (FoLa).
Su obra, descubierta azarosamente cuando el joven anticuario John Maloof compró un lote que incluía miles y miles de negativos sin revelar de imágenes tomadas en los años 50 y 60 en Chicago y Nueva York, se expone en esta ocasión con fotografías aparecidas en rollos color, que dieron como resultado el proyecto “Vivian Maier Color Work“, con el que se editó un libro de 150 fotos, y ahora da nombre a la muestra.
Al espacio expositivo del barrio porteño de Palermo llegan 55 de esas imágenes seleccionadas por el director general de FoLa, Gastón Delau, junto a los curadores de la galería Howard Greenberg de Nueva York, en las que el color domina en una gran cantidad de retratos de mujeres de mirada adusta, luces y sombras de personas que recorren la ciudad, rostros de niños, y detalles excéntricos como una imagen de una Mona lisa con ruleros, maniquíes desnudos de mujeres en una vidriera, un vendedor de globos afroamericano en intensos tonos de azules, rojos, verdes y amarillos.
Precisamente, la muestra se inicia con la foto de una mujer con el rostro surcado de arrugas, que lleva un tapado rojo y una bufanda de piel al cuello y junto a ella, aparece otra, con la cabeza enfundada en un inmenso sombrero violeta rodeado de grandes rosas rococó que le cubre hasta la frente, y unos milímetros más abajo, se avizora su mirada detrás de anteojos estilo mariposa. Sus manos enfundadas en guantes blancos y una pequeña cartera de color negro que cuelga de sus brazos completan la imagen de esta elegante mujer.
A estas fotografías se suma la del cuerpo de un hombre de espaldas entrando en una prolija ligustrina de color verde intenso; un auto rojo descapotable estacionado en doble fila y visto desde atrás, de cuyo asiento trasero asoman unas margaritas de pétalos blancos y de centro amarillo, bañadas por el sol del mediodía.
Los cuerpos de espalda, tanto de hombres como de mujeres, predominan en esta muestra, algunos con la cabeza a la vista y otros con un encuadre que las amputa para poner en foco detalles excéntricos o el color de la vestimenta, como el llamativo vestido de una robusta mujer afroamericana en tonos fucsia, blanco y de líneas negras que se exhibe junto a una enorme pila de diarios doblados, donde las letras de los titulares dan textura a la imagen, paradigmática de la exhibición.
La mano de uñas rojas de una mujer que cruza los brazos sobre su espalda y aprisiona el dedo meñique de la otra mano sobre un vestido rojo con lunares blancos y un cinto que marca su cintura revela el don de la ubicuidad de Maier, de estar en el momento indicado y captar detalles que otros no veían.
Los desafiantes rostros de niños dentro de un automóvil o jugando en las calles en poses poco amigables se suman a esta muestra que una vez más revela el genio artístico de esta mujer que terminó sus días en la pobreza y desconociendo su trascendencia futura.
A cinco años de la inauguración de FoLa, la muestra “Vivian Maier Color Work” permanecerá expuesta hasta el 28 de junio en ese espacio, donde además abrirá “Fotografía estereoscópica argentina” una muestra de 200 imágenes tridimensionales, curada por Esteban Pastorino en colaboración con el historiador Abel Alexander.
Esta sorprendente muestra en blanco y negro, distribuida en las salas dos y tres del espacio, es un viaje al pasado, a escenarios y personajes de comienzos del siglo XX que fueron inmortalizados por aficionados con cámaras estereoscópicas cuyas imágenes pueden apreciarse en tres dimensiones, con visores o en una gran pantalla con anteojos similares a los que se usan para ver películas en 3D.
La rambla de la playa Bristol de Mar del Plata, festejos del centenario de la Revolución de Mayo sobre avenida de Mayo, la inauguración del tren trasandino en Mendoza, tomadas por Alberto Constancio González, son algunas de las imágenes incluidas en esta muestra que reúne archivos históricos desde 1887 a la década del 60, donde abundan fotografías familiares y viajes a Europa captadas por aficionados que dan cuenta de costumbres y hábitos olvidados o desconocidos.
Un ejemplo de esto es la serie de imágenes de la playa Bristol, de 1913, algunas demasiado excéntricas, como los paseos de veraneantes en camellos, una costumbre que duró poco tiempo debido a la suciedad que generaban estos animales; así como hombres y mujeres caminando con traje o largos vestidos sobre la arena; y otras que incluye a veraneantes disfrutando del mar con trajes de baño que no dejaban ver casi ningún centímetro de la piel.
Imágenes tomadas por Pastor Valdéz de la primera circunnavegación de la Fragata Sarmiento, un viaje que duró más de un año a fines de 1889 y duró mas de un año y tocó destinos como Japón, Egipto, Europa y Estados Unidos se suman a esta muestra en la que además se pueden apreciar fotos de habitantes de los pueblos originarios del sur argentino.
Estos equipos fotográficos y placas estaba en manos de aficionados de clase alta porque eran aparatos de costos elevados y que adquirían en viajes a Europa, señaló Pastorino en diálogo con Télam.
Las cámaras estereoscópicas, que hoy ya no se usan, “tienen dos lentes con una separación similar a la que tienen los ojos y toma dos fotos distintas, una corresponde al punto de vista del ojo derecho y otra al izquierdo, que uno ve a través de un visor o proyección y que el cerebro reconstruye para dar sensación de tridimensionalidad”, explicó Pastorino.
Esta muestra permanecerá expuesta hasta el 10 de mayo, en FoLa, Godoy Cruz 2626 – Distrito Arcos (Ciudad de Buenos Aires), y podrá visitarse todos los días, excepto los miércoles, de 12 a 20.