La hija de la víctima había declarado que dos "motochorros" la habían asaltado en la puerta de su casa y que, en ese contexto, dispararon contra su padre. Sin embargo después se desdijo y reconoció que el contexto fue un ataque por motivos personales.
El robo existió: dos delincuentes se llevaron los celulares que estaban en una casa del barrio Las Heras. La víctima también es real y tangible: un hombre de 60 años recibió un disparo en el tórax y se encuentra internado en el Hospital Interzonal. Sin embargo las circunstancias fueron diferentes y con el correr de las horas lo que parecía ser un asalto se transformó en un ataque relacionado al submundo de la compra, venta y consumo de drogas.
El hecho es investigado desde un inicio por el fiscal Lenadro Arévalo y el personal de la comisaría 16°, quienes luego de tomarle declaración a la hija de la víctima, habían trazado como principal hipótesis las de un robo violento cometido por dos “motochorros”.
Concretamente, el ataque se dio el viernes a la tarde en proximidades de Güiraldes y Reforma Universitaria. El relato de la joven indicaba que ella había bajado de un remís luego de cobrar la asignación familiar, tenía ese dinero consigo y al entrar a su casa la sorprendieron dos motochorros, uno de ellos armado, por lo que corrió para ingresar a la vivienda.
Siempre según el relato inicial de la mujer, logró entrar y cerrar la puerta, para encontrarse con su padre. Ante esa situación, el ladrón armado amenazó a ambos a través de una ventana y las víctimas entregaron tres teléfonos. El robo no terminó ahí y el delincuente efectuó un disparo que impactó en el tórax del hombre.
Con su padre internado de gravedad en el Hospital Interzonal la mujer se quebró y reconoció que había mentido. Entonces ofreció otra versión y en esta nueva declaración ya no había un remís ni un robo. Dijo que ella estaba junto a su padre en la casa, cuando dos hombres patearon la puerta de la vivienda al grito de: “¡Viejo, dame la droga!”. Al no poder ingresar, los hombres tomaron dos celulares que estaban cerca de la ventana y dispararon contra el padre de la joven.
Si bien el robo efectivamente ocurrió, al entender que el ataque fue por motivos personales entre la víctima y victimario, el fiscal Arévalo ordenó una serie de medidas para intentar identificar a los agresores que, según la joven, actuaron con la cara cubierta.