Cultura

Victoria Ocampo y Mar del Plata, un amor “a primera vista y para siempre”

A propósito del 150° aniversario de la ciudad, Villa Victoria inauguró una muestra fotográfica y literaria para conmemorar el vínculo entre la editora de SUR y Mar del Plata, una relación que atraviesa gran parte del siglo XX. Milagros Escalante, quien está a cargo del centro cultural, conversa con LA CAPITAL sobre la exposición y repasa cómo ambas fueron creciendo a la par.

Por Rocío Ibarlucía

Recorrió descalza las playas de la ciudad, sobre todo por su amada Punta Mogotes, devoró libros en francés e inglés entre las plantas y flores de su jardín sin podar, redactó artículos para la revista SUR, manejó su coche llevando a sus distinguidos invitados a lugares como el Faro, Chapadmalal, Laguna de los Padres o Estancia La Armonía. Incluso, enfrentó el rechazo en el Casino por vestir pantalones, vivió una temporada junto a su amante en su casa moderna frente a la Playa de los Ingleses, fue detenida por conspiración, escuchó el primer disco de los Beatles junto a Silvina, Borges y Bioy y conversó largas horas con escritores como Mistral, Tagore y Waldo Frank. Así transcurrieron los veranos en Mar del Plata de Victoria Ocampo (1890-1979), una figura amada y repudiada, que logró ocupar un lugar preponderante en el campo cultural argentino como editora, traductora, ensayista, mecenas y embajadora.

La ciudad vio crecer a Victoria Ocampo. Y a la inversa, Victoria Ocampo vio crecer a Mar del Plata con sus propios ojos, desde sus primeros pasos a principios del siglo XX hasta 1977, la última vez que pisó tierra marplatense.

“No existe lugar en la tierra donde me sienta físicamente más feliz”, escribe Victoria Ocampo sobre Mar del Plata.

En el marco de los festejos por los 150 años de la ciudad, Villa Victoria presenta una exposición fotográfica y literaria titulada “Victoria, sus pasos en nuestra ciudad” que explora la perspectiva de la fundadora de SUR sobre Mar del Plata, sus residencias más emblemáticas y una serie de cartas intercambiadas con Carlos Adams, su amigo y profesor de literatura de La Plata, recopiladas por Ana Semenas y donadas por Susana Castellanos al museo.

En una entrevista con LA CAPITAL, Milagros Escalante, quien tiene a su cargo el centro cultural, comparte detalles que amplían la narrativa de este amor entre la ciudad y la escritora que perduró durante siete décadas.


Victoria Ocampo, con sus icónicos anteojos de marco blanco, paseando a dos perros en Punta Mogotes, un 28 de enero de 1956. / Foto exhibida en la muestra “Victoria, sus pasos en nuestra ciudad”.


“Yo era una adolescente y Mar del Plata también”

Este año se cumplen 120 años desde que Victoria Ocampo vino por primera vez a Mar del Plata. Se estima que llegó alrededor de 1904, revela Milagros Escalante, en un viaje con sus padres, cuando la ciudad recién empezaba a construirse a imagen y semejanza de las costas europeas, frecuentada por las familias de la alta burguesía de Buenos Aires, como los Ocampo.

“Llegué por primera vez a Mar del Plata una mañana, en el tren nocturno con camas. (…) Yo era una adolescente y Mar del Plata también. Mar del Plata era el hotel Bristol, unas cuantas casas, la rambla de madera. Pero tenía la playa limpia y todo el mar, ahí encima. Fue mi primer encuentro con el Atlántico desde una playa. Lo había atravesado para ir a Europa, mirado desde la arena”, recordó Victoria en su libro “Testimonios”.

En sus textos no hay indicios de que ella rechazara la temperatura del agua marplatense, el viento o la hostilidad del clima, destaca Escalante. Por el contrario, solía expresar su fascinación por los baños de mar en el agua fría y revoltosa, como puede leerse en la narración de su primer encuentro con la ciudad: “Me enamoré a primera vista y para siempre. Por la mañana nos bañábamos en el mar, las olas eran montañas de agua que se me venían encima. Salía yo de esos baños chorreando terror; pero al día siguiente, volvía, entusiasmada”.


“La casa más fea” de la ciudad fue de Victoria

Tal vez no todos los marplatenses recordemos que en 1926 Victoria Ocampo encargó la construcción de la primera casa moderna de la ciudad -y quizá de Argentina- en la esquina de Alberti y Pellegrini, donde hoy se encuentra el hotel perteneciente al Gremio de Trabajadores del Tabaco. Geométrica, blanca, lisa, racionalista, la obra, diseñada por la propia Victoria e inspirada en el estilo arquitectónico de Le Corbusier, destacaba entre los chalets marplatenses y el pintoresquismo inglés y francés de este balneario aristocrático. Por eso, fue considerada un adefesio que contaminaba la postal costera, dado que, cuenta Escalante, “estaba justo enfrente de la bahía Varese, entonces llamada Playa de los Ingleses. Era una casa que molestaba, porque rompía con todos los patrones de lo que era lo convencional o lo conservador”. Como la propia Victoria, que buscaba transgredir los lugares comunes o esperados para una mujer como ella.


La casa moderna de Victoria, ubicada en Alberti y Pellegrini. / Foto de la muestra “Victoria, sus pasos por nuestra ciudad”.


El escándalo no solo se originó por su estilo innovador, sino también porque se sabía que Victoria la mandó a construir para pasar un verano con Julián Martínez, su amante, a quien conoció durante su viaje de bodas con Luis Bernardo de Estrada, apodado “Mónaco”. El hecho de que Julián fuera primo de Mónaco añadió más controversia. “Victoria estaba separada, pero como no existía el divorcio en esos años, su relación con Julián se mantuvo en secreto, durante al menos 13 años, siendo el personal doméstico los únicos testigos de esta relación, sobre todo porque no fue aprobada ni por su familia ni por la sociedad”, agrega Escalante, quien además explica que meses después, Victoria vendió la casa para edificar la residencia de estilo similar en Palermo, cuya construcción estuvo a cargo de nada menos que Alejandro Bustillo.


Los veranos en Villa Victoria, bajo su impronta

A partir de 1936 Victoria empezó a visitar con regularidad Mar de Plata, porque heredó de sus tías abuelas la casa que hoy conocemos como Villa Victoria. “Desde 1912 que se construye Villa Victoria -trasladada en barco desde Inglaterra y ensamblada totalmente sobre una estructura de hierro- hasta 1936 cuando la hereda, tenemos poco recorrido fotográfico y pocos testimonios de su visita a la ciudad. Ya cuando toma posesión de esta casa, empezó a venir con frecuencia, todos los veranos, desde diciembre hasta abril”, precisa Escalante.

La elección de esta ubicación, emplazada originalmente en dos manzanas comprendidas entre las calles Saavedra, Arenales, Matheu y Lamadrid, en aquel momento distante del centro, se debió -continúa explicando Escalante- a la existencia de Villa Urquiza, conocida hoy como Villa Silvina, una casa que pertenecía a los tíos Diógenes de Urquiza y Luis Ocampo. Por eso, la familia Ocampo compró un terreno cercano a la casa de veraneo de estos parientes, que más tarde sería comprada por Silvina Ocampo y Bioy Casares y se convertirían en casas vecinas.

Al asumir la propiedad de Villa Victoria, la fundadora de SUR, fiel a su espíritu transgresor y vanguardista, le imprimió su sello personal. “Reforma el estilo, realiza intervenciones en los papeles, cambia los muebles”, describe Escalante, con el propósito de convertirla en “una casa de puertas abiertas para sus amigos escritores y artistas de aquellos años, quienes, a través de Victoria, conocieron la ciudad de Mar del Plata”.


Una de las fotografías de la editora de SUR en Mar del Plata exhibidas en Villa Victoria.


Villa Victoria, refugio para la lectura y la escritura

Y así comenzó la historia de una de las casas más visitadas y emblemáticas de la ciudad, por donde pasaron figuras de la literatura y la cultura nacional e internacional, como Gabriela Mistral, Rabindranath Tagore, Waldo Frank, Roger Callois, John Saint Perse, María Rosa Oliver, Eduardo Mallea, José Bianco, Enrique Pezzoni, Manuel Mujica Láinez, Ernesto Sábato, Beatriz Guido y Leopoldo Torre Nilsson, y, por supuesto, su hermana Silvina, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges.

Mar del Plata fue el escenario de una relación sólida y duradera entre Gabriela Mistral y Victoria, como quedó demostrado en sus cartas. “Con Gabriela estuvo acá un verano extraordinario, en 1937, en el cual fue invitada de lujo. En esta casa, intercambiaron charlas y cartas de habitación en habitación. Mar del Plata quedó impregnada en su intercambio epistolar. También está en los testimonios de Victoria haber recibido una carta con la noticia de que a Gabriela Mistral le habían otorgado el Premio Nobel de Literatura en 1934”.

Vale aclarar que cuando ella empezó a pasar sus veranos en Villa Victoria, ya se había consagrado como editora de la revista cultural SUR, fundada en 1931, en la cual se publicaron artículos de autores locales y extranjeros no solo sobre literatura, sino también sobre arte, arquitectura, cine, música, filosofía, sociología, feminismo, psicoanálisis, por mencionar solo algunas de las áreas abordadas. Fue además de una revista, una editorial que se destacó por sus traducciones de obras europeas y norteamericanas con el objetivo de difundir lo que a Victoria le parecía necesario difundir entre sus contemporáneos.

Por ende, durante sus estadías en Mar del Plata, el ritmo de vida era el propio de una editora: dedicaba largos tiempo a la lectura y la escritura en su escritorio, que hoy puede verse en Villa Victoria, uno de los pocos muebles originales que quedaron exhibidos en la casa museo.

Pero también había tiempo para pasear. Consultada por los lugares a los que llevaba a sus invitados, la coordinadora del centro cultural comenta que puede saberse por sus relatos, por ejemplo, que llevó al poeta bengalí y ganador del Premio Nobel de Literatura “Rabindranath Tagore a conocer Chapadmalal, también menciona en varias oportunidades a la estancia La Armonía, pero no había un lugar que ella repitiera, siempre iba variando”.

También paseaba por la ciudad con su auto deportivo. “Ella fue una de las primeras mujeres en obtener el carnet de conducir en la Argentina emitido por el ACA. Si bien había otras mujeres que conducían en el campo y demás, ella es la primera que se anima a pedir que le otorguen el carnet de conducir en la década del 20, para poder tener su independencia. El concepto de libertad para Victoria estuvo siempre presente y la interpeló toda su vida. No es que en algún momento eso se tranquilizara, siempre estuvo apasionada por querer manejar su vida, tener su auto, su autonomía, ser libre”, la define Escalante.


Victoria Ocampo relató que por ser una de las primeras mujeres en atraverse a manejar sola, sin compañía de un hombre, le han gritado “machona” y “¡andá a lavar los platos!”.


Los paseos de Victoria por la ciudad, aclara, fueron cambiando en simultáneo a las transformaciones de Mar del Plata: “Cuando las masas empezaron a visitar más frecuentemente la ciudad, se fue alejando de donde se usaba ir. Cuando los turistas empezaron a ir al centro, ella ya se mudó a Playa Grande. Cuando empezaron a ir a Playa Grande, Victoria elegía las playas de Punta Mogotes. Se iba moviendo de lugar para estar tranquila o para estar fuera de lo que era el centro de la atención de la gente”.


“Oligarca”, “agnóstica”, “una mujer de Ibsen”

Sin embargo, no todos fueron momentos de serenidad para Victoria en Mar del Plata. En los primeros días de mayo de 1953, la Policía Federal allanó Villa Victoria y detuvo a su propietaria, acusada de conspiración contra el gobierno de Juan Domingo Perón, tras el atentado en Plaza de Mayo el 15 de abril de 1953, durante un acto de la CGT. “En realidad -aclara Escalante- la fueron a buscar a su casa de Villa Ocampo en Buenos Aires y los caseros le dijeron que estaba en Mar de Plata todavía, era raro que estuviera en esas fechas por acá. Por eso, la vinieron a buscar, la interrogaron, la llevaron a Buenos Aires, donde estuvo 27 días presa, en la cárcel del Buen Pastor”.

Ocampo relataría los detalles de su detención en el controversial número 237 de la revista SUR (noviembre-diciembre de 1955), publicado pocos meses después de la autodenominada Revolución Libertadora, elogiada por sus autores, de marcada postura antiperonista.

El escritor Juan José Sebreli, quien mantuvo una relación tensa con Victoria a causa de las diferencias que habían tenido respecto del peronismo, la definió así: “Victoria Ocampo era una oligarca, pero no todas las oligarcas fueron como ella. En tiempos en que las mujeres tejían, bordaban, iban a misa con los ojos mirando al suelo, Victoria quería ser actriz, escribía obras de teatro, se bañaba en las playas de Mar del Plata, montaba a caballo, bailaba tangos, fumaba, manejaba autos y, por supuesto, se declaraba atea”.

Borges publicó una nota en 1979, año de la muerte de Victoria tras padecer un cáncer en la boca, en la que también resaltó estas cualidades de su amiga: “En un país y en una época en que se creían católicos, tuvo el valor de ser agnóstica. En un momento en que las mujeres eran genéricas, tuvo el valor de ser un individuo. Que yo recuerde, no discutimos nunca la obra de Ibsen, pero ella fue una mujer de Ibsen. Vivió, con valentía y con decoro, su vida propia”.

Y María Elena Walsh escribió un artículo titulado “Feminismo y no violencia”, en el que expresó, también en 1979: “Victoria Ocampo aprende muy temprano que la verdadera revolución cultural es la emprendida por las mujeres”.

Este compromiso con la reivindicación de los derechos de las mujeres destacado por Walsh comenzó desde temprana edad, como puede verse no solo en la vida personal de Victoria, sino en su activismo como presidenta de la Unión Argentina de Mujeres en 1936, en las obras que decidió publicar desde la editorial SUR, como “Orlando” y “Un cuarto propio” de su admirada Virginia Woolf, en el espacio que dio a escritoras en la revista SUR y en el número de 1971 en el que realizó un especial sobre la emancipación de la mujer.


“Tengo por Mar del Plata una pasión física tremebunda”

Milagros Escalante dice a LA CAPITAL que esta muestra, que puede visitarse todos los días de 16 a 20 con una entrada a 200 pesos, tiene como objetivo “tomar la mirada de Victoria sobre nuestra ciudad y buscar esos lugares en los que ella dejó huella, imaginar cómo era Mar del Plata cuando ella venía y todo lo que vio suceder desde cuando era una ciudad solo para unas familias a lo que fue convirtiéndose después en la mitad del siglo pasado, poblada de edificios” y abierta a más visitantes gracias a las políticas de turismo social.

Además de ofrecer un recorrido fotográfico y exhibir las cartas originales entre Victoria y Carlos Adams, que tienen un enorme valor literario, cultural y social, los visitantes pueden acceder a un video inédito a color en el que se la ve por primera vez a ella, ya en sus 80 años, caminando por los jardines de Villa Victoria, filmado para un documental de la televisión francesa. También se pueden escuchar una serie de audios que presentan lecturas de sus “Testimonios” y “Autobiografía”. Estas grabaciones son el resultado de una colaboración entre el Centro Cultural Villa Victoria, el servicio educativo y la Biblioteca Parlante de la Municipalidad. Según explica Escalante, de este modo se busca “democratizar el acceso a la cultura para personas con discapacidad visual, así como para aquellos que no pueden subir las escaleras para visitar la planta alta o no tienen acceso a sus textos”.

Entre los audios disponibles en las redes sociales de Villa Victoria (@villavictoriamgp en Instagram), destaca uno que condensa este amor “a primera vista y para siempre” entre Victoria y la ciudad:

“Tengo por Mar del Plata una pasión física tremebunda. La parte animal de mi persona se entiende de mil maravillas con este clima, con esta tierra y con todo cuanto crece en ella. Adoro estas playas kilométricas que mis pies conocen íntimamente, pues hace años las recorro descalza. Me sé de memoria la forma de todas sus rocas”.

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