Jonatan Ovejero, amigo de Lucía Bernaola, describió cómo fue el momento en que Federico Sasso atropelló al grupo de jóvenes que caminaban por la costa. Y otro de los chicos dio una versión del hecho muy similar.
Lloraron casi todos. A excepción de los jueces, el fiscal, los abogados de las partes, el imputado y sus dos allegadas, no hubo en el público quien no se conmoviera. Incluidos los colaboradores del tribunal. “Vi volar por el aire los cuerpos y le grité a Sasso que había matado a mis amigos”, dijo, quebrado, Jonatan Ovejero, el primero de los testigos que este miércoles declararon durante la segunda jornada del juicio por el caso Lucía Bernaola.
El joven se puso a llorar sin parar. No podían contenerlo. Agua, carilinas y hasta una palmada le dieron, pero no hubo manera de que su exposición se diera en condiciones normales y por eso, al cabo, terminaron por acortarla. La conmoción entre las aproximadamente 20 personas que se encontraban en la sala fue general. Antes de que eso sucediera, Ovejero alcanzó a relatar parte lo de la pesadilla que vivió en la madrugada del domingo 4 de junio de 2017, cuando su amiga fue atropellada por Federico Sasso y murió en Alberti y la costa.
“Fue un desastre. Esa noche fue un desastre: estaba en la costa con mi primo y ‘Luchi’… Habíamos estado todo el día juntos. Cuando ellos iban a irse les dije que los llevaba con el auto y me dijeron que no, que iban a caminar. A mí no me gustaba esa esquina, me quería ir. Y cuando me iba a subir al auto escuché el ruido, giré y vi los cuerpos volando por el aire”, explicó Ovejero ante los jueces Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Juan Manuel Sueyro -quien reemplaza a Aldo Carnevale- que integran el Tribunal Oral N° 1, y el fiscal Rodolfo Moure.
Y agregó: “En ese momento fui corriendo y le grité al que manejaba, que era Sasso: ‘¿Qué hiciste, loco? ¡Me mataste a mis amigos!’ Él no decía nada”. Y rompió en llanto desconsolado. La escena fue desgarradora y conmovió al padre de la víctima, Walter Eloy Bernaola -ex delantero de Aldosivi-, quien presenciaba la audiencia. En tanto, la madre, Verónica Borelli, no se hallaba en el lugar.
En relación, en otro de los pasajes de la jornada de este miércoles se confirmó que finalmente no declarará como testigo. El abogado Maximiliano Orsini presentó un certificado médico y explicó que desistirá del testimonio de su representada, aduciendo que ella no está en condiciones psicológicas de afrontar ese momento.
Después de Ovejero, fue el turno de Julián Peralta, otro de los amigos de Lucía Bernaola, de presentarse ante el tribunal. El joven dio una versión muy similar al del otro miembro del grupo que se encontraba en la costa y Alberti cuando ocurrió el siniestro vial.
“Vi las piernas de mis amigos volar por arriba del auto. Pensé que estaban todos muertos, abajo del cantero. Vi a Lucía aplastada”, dijo el joven.
Otros testigos
Más tarde declararon otros dos testigos ocasionales: un hombre que se encontraba junto a su esposa saliendo de un edificio de la zona, y el empleado de un hotel sito a pocos metros de allí. Ambos fueron quienes llamaron a la policía y a una ambulancia.
A los dos les preguntaron por la situación de Sasso. Los abogados querían saber qué actitud había tomado el conductor: si había escapado para luego regresar o permanecido allí hasta que arribó la policía. Las respuestas de ambos hombres no fueron contundentes respecto de esa situación. Aunque el primero se inclinó más -sin asegurarlo- por la segunda opción planteada.
Después de esas declaraciones se hizo un cuarto intermedio y al retomar el juicio se presentaron otros tres testigos. Uno de ellos fue un taxista, quien relató cómo lo había pasado Sasso en su automóvil, a alta velocidad, momentos antes del hecho. Ese dato también es clave, debido a que todos los testimonios coincidieron en la conducción imprudente y veloz que ejerció el imputado.
Jornada clave
Según uno de los abogados que ejerce la figura del particular damnificado -es decir, la defensa de la familia de la víctima- la jornada de este jueves será clave para el juicio. Es que en esta audiencia está previsto que declaren los jóvenes que acompañaban a Sasso en su automóvil.
Uno de ellos fue nombrado por el testigo que se encontraba junto a su esposa. “Después de que pasó todo, yo llevé a uno de los chicos que iba en el auto a la casa con el compromiso de que él se presentara a testificar al otro día. Me dijo que lo iba a hacer y que no era amigo del que manejaba, que era amigo de un conocido suyo y que estaba arrepentido de haberse subido al auto. También mencionó que iba muy rápido”, explicó el hombre, identificado como Gustavo Scrosoppi.
Por su parte, el empleado del hotel de la zona, de nombre Hernán Albeiro, remarcó en su declaración que en ese lugar de la ciudad “siempre se producen accidentes graves”. “No es la primera vez que pasa algo así, incluso con fallecidos. Hace 20 años que trabajo en el hotel y siempre hubo hechos así, pusieron un cartel para que la gente vaya a 30 kilómetros por hora después de que pasó esto y duró muy poco. Lo sacaron. Y va a seguir pasando lo mismo hasta que tomemos consciencia”, añadió.
Caso bisagra
El caso de Lucía Bernaola provocó cambios como el mencionado por el testigo, y algunos otros más profundos aún. A pesar de ello, tampoco ha sido el último de los siniestros viales graves ocurridos en la ciudad, ni mucho menos.
Se registró en horas de la madrugada del domingo 4 de junio de 2017, cuando Federico Sasso conducía por la costa su automóvil marca Renault Clío modificado mecánicamente (altura no convencional, espirales cortados, entradas de aire) para obtener mayor velocidad.
A no menos de 70 kilómetros por hora -muy por encima de la máxima permitida- entró a la curva ubicada a la altura de la calle Alberti al avanzar por la costa desde el centro al Sur. Lucía Bernaola y varios de sus amigos caminaban por la vereda cuando el auto de Sasso derrapó, invadió la contramano y la embistió. La menor falleció en el lugar y otros jóvenes sufrieron distintas lesiones.
La primera reacción de Sasso fue escapar, pero regresó minutos más tarde. La policía lo demoró y le hizo el control de alcoholemia, el que arrojó 1,23 miligramos de alcohol en sangre.
La noticia de la muerte de la adolescente recorrió los medios de todo el país y motivó que desde el municipio impulsaran la “tolerancia cero” en los casos de conductores con resultado positivo de alcoholemia. También contribuyó a que se agilizara la instalación de cámaras y radares de velocidad en distintos puntos de la ciudad.
Casi en simultáneo, fue modificada la ley de tránsito provincial, lo cual propició que los miembros de la Fiscalía de Delitos Culposos tomaran medidas más duras en cuanto al tratamiento de la situación procesal de los imputados en este tipo de causas.