Por Raquel Pozzi (*)
Venezuela está atascada en una encrucijada muy difícil de resolver. No es pesimismo, es una visión en tiempo real. Según la politóloga Hanna Arendt “cuando la sociedad política de un estado se concentra en figuras de individuos aislados, la acción política carece de legitimidad por la ausencia del consenso general¨ hipótesis que se valida luego de las elecciones digitadas del 20 de mayo 2018 que consagró nuevamente presidente a Nicolás Maduro.
En la República bolivariana las figuras tanto de Nicolás Maduro como de Diosdado Cabello han sido fundamentales para sostener el andamiaje de una revolución en cenizas como legado de Hugo Chávez, la política subsumida a las fuerzas del orden digitadas no sólo por los militares a través del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), las FANB (Fuerza Armada Nacional bolivariana) sino también por las MNB (Milicia Nacional Bolivariana) cuerpo de milicias compuestos por civiles nombradas por decreto por Hugo Chavéz, determinan la necesaria solidez militar para sostener el régimen político de Maduro: el juzgamiento por parte de tribunales militares de civiles arrestados es uno de los hechos concretos.
En tiempos de Nicolás Maduro la oposición política es hostigada por el terror de ser arrestados, perseguidos o desaparecidos, situación que justifica el estado de soponcio al cual se sometieron los opositores luego del desmembramiento de la MUD y el encarcelamiento de los líderes reconocidos. La Asamblea Nacional es el único órgano democrático que resiste la embestida del régimen madurista, el 23 de enero fue la fecha elegida para visualizar que todavía Venezuela resiste a la represión y a la muerte.
Aunque los caminos políticos que se transitan no son los mejores es pertinente observar que la oposición venezolana también recae en artilugios demagógicos y autoritarios con la auto-proclama del ahora “segundo presidente” a sabiendas de los ánimos vehementes en un país que agoniza. Estamos de acuerdo que la desidia del pueblo venezolano es una realidad imposible de soslayar: hambre, desabastecimiento, miedo, persecución, juicios por mano propia de grupos paramilitares, exilio y una lista larga de desgraciadas circunstancias que apelan a la empatía para intentar comprender los pocos recursos de resistencia que posee una gran parte de la sociedad venezolana en total conocimiento que los espacios políticos de debate no existen porque se trata de un régimen con vicios totalitarios que arremete contra lo público y lo privado.
Pero es preciso ser cautos, esta auto – proclama de J. Guidó es muy peligrosa porque forzó el pronunciamiento de la comunidad internacional descifrado por la obstinación de la obsecuencia oficialista, como “injerencia”. La oposición política en Venezuela resucitó con Juan Guaidó un dirigente joven que asumió la presidencia de la Asamblea Nacional a principios del año en curso quien se auto-proclamó “presidente encargado” recurriendo al artículo 233 de la Constitución Bolivariana que expresa a grandes rasgos que “serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su renuncia o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia…” La disyuntiva está planteada en torno a la interpretación del artículo sobre la “falta absoluta del presidente o presidenta” que ha realizado el TSJ luego de la desaparición física de Hugo Chávez Frías, dicho Tribunal responde al régimen de Maduro pero en este caso quién debía resolver el nudo constitucional es la AN considerada por el actual presidente bolivariano en desacato y promoviendo otro órgano paralelo que es la ANC (Asamblea Nacional constituyente) pulmón del régimen. Esta maraña jurídica ha dependido de la interpretación sesgada desde el 5 de marzo del 2013 (fecha de la muerte de Hugo Chávez) de toda la estructura política bolivariana que entendió que el chavismo era una dinastía y su monarca ya había establecido quien sería su heredero proclamado, lo demás forma parte de las dos vidas políticas paralelas en Venezuela: Un estado gobernado por un presidente señalado como el mesías por Hugo Chávez y una gran parte de la sociedad que propone democracia al estilo helénico con total interdependencia de la opinión pública.
La injerencia
Nada puede escapar a la necesidad de pronunciarse sobre la situación que está atravesando la República Bolivariana, los pronunciamientos de los estados a favor y en contra del “presidente encargado” Juan Guaidó requiere un capítulo aparte. La hendidura de las opiniones brincó con fuerzas cuando EEUU aclamó su apoyo al “nuevo presidente”, la hipótesis indiscutible de una parte de las opiniones o análisis recae en que “EEUU promueve golpes de estado, enfrentamientos fratricidas, se retira de Oriente Medio y ahora interviene en América Latina para sembrar guerra y devastación, a EEUU no le preocupa la democracia sino el petróleo como lo hizo en Irak y Libia…” entre otros fundamentos, este tipo de razonamiento conduce a la banalización del espanto al cuál están sometidos involuntariamente una parte importante de la población venezolana.
Cuando los discursos son borrosos y no abren pórticos para lograr descongelar pensamientos congelados como los mencionados sobre la “injerencia de los EEUU” acarrean desazón y profundizan esa hendidura, grieta en la cual está atrapada la región. En el caso específico de Venezuela ante la grave situación humanitaria el pronunciamiento diplomático de los Estados, a favor o en contra, es una formalidad. Pero la idea de confabulación perpetua es demodé y atrasa. Históricamente EEUU siempre ha observado la región como el “patio de atrás”, mentor de las nefastas dictaduras militares en la década de la década de los 70, socio financiero de la rapiña especulativa y tantos descalificativos que podríamos dejar bien claros para comprender hacia donde está orientada esta columna. Lo despreciable es confundir voluntariamente. Acordamos que la arremetida de los EEUU es tan vil como las expresiones del presidente de la Federación rusa Vladimir Putin.
Este show mediático montado para confundir, se compra rápidamente y si en la escena aparece la República Popular de China es el éxito asegurado de los promotores del gran montaje cinematográfico. Pero la realidad es más cruenta, en Venezuela mueren de hambre, de enfermedades, de persecución militar, de Venezuela la gente que puede se exilia, Venezuela es el “sálvese quien pueda” y quiénes pueden se perpetúan en el poder porque ni aun cuando el petróleo trepó máximos precios internacionales pudieron levantar la República bolivariana. Nicolás Maduro y los altos rangos militares necesitan imperiosamente salvarse y los grandes negocios provenientes del narcotráfico no pueden esperar: son impacientes y letales.
Pocas palabras
Porcentaje de Inflación anual de un millón seiscientos mil; 86 % tasa de pobreza nacional; salario promedio de 5 dólares mensuales, más de 9 mil empresas cerraron sobre un total de 12 mil, 5 años de contracción económica continua, caída de la producción petrolera en un contexto de precios bajos del petróleo, sin diversificación económica, las importaciones disminuyeron desde el 2012 un 82 % (cifras publicadas por el BCV). Datos contundentes para dejar a un lado las mezquindades y pensar por un momento que esta grave situación trasciende a la superestructura ideológica porque la estructura estatal en Venezuela está devastada y las esperanzas de muchos venezolanos colapsadas por el rumbo incierto.
(*) Analista en Política Internacional/Prof. En Historia.