Observatorio del Paisaje

Una promesa de vida



Por Nico Antoniucci

Septiembre en Mar del Plata es el mes más esperado, y no porque sea el mejor mes del año, ni el de los días más largos ni el de las noches más cálidas. Es porque es el que marca el inicio del resurgir de la vida, los árboles se hinchan de savia que surge del suelo hacia las puntas de sus ramas estallando en una fiesta de brotes verdes. La primavera trae consigo la promesa del sol y de la vida sobre la faz de la Tierra, así como la concebimos, así como la queremos. Es una prueba más de como el entorno modera nuestro estado de animo y de cómo mejora éste en estado natural.

El aire tibio, los días más largos y el sol son la fórmula ideal para ponernos en estado receptivo para pasarla bien, para querernos más y querer más a los demás. Porque la primavera, su buen clima y oportunidad de vivir más al aire libre, es una oportunidad de conexión social y mejorar nuestro bienestar emocional conectados socialmente y con el entorno. La exposición al sol y a la naturaleza nos transforma químicamente desde nuestro interior favoreciendo estos factores a la secreción de vitamina D, serotonina, dopamina y oxitocina, Fórmula secreta de la felicidad y buen estado de ánimo.

Mar del Plata tiene un invierno muy gris y húmedo, típico del clima oceánico, lo que acentúa aún más el contraste climático en el cambio estacional. Tal vez escribo esta columna algo influenciado por la llega de septiembre, aun legalmente en invierno, pero con una semana de sol y días tibios, o al menos templados con respecto a lo que fue uno de los peores inviernos desde 1967.

La primavera, así como la naturaleza, solo es visible para aquellos que tienen tiempo, el elogio de la lentitud los bendice con el poder de ver aquello que está oculto para los apurados. Pobres aquellos que por ansiedad o por prisa no escuchan el reverberar de la savia, la explosión de flores sobre los ciruelos o a las yemas de las hojas hincharse. Pobres, porque se pierden la esencia de la vida mirando una pantalla o persiguiendo un señuelo. Pobres, porque la vida les explota entre sus ojos ciegos que se llenan de banalidades mientras el gusano se viste de mariposa y el árbol de milagro.

Para eso llega la primavera, para recordarnos que todo vuelve a estar bien. Que lo importante está brotando

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