Policiales

Una persecución, un choque, un balde de cocaína y la historia del hombre detenido

El operativo policial sucedió el fin de semana en alejadas calles de la ciudad. En el barrio Parque Hermoso el conductor de una camioneta fue detenido después de que intentara escaparse. Tenía cocaína, un arma y una gran historia penal detrás.

Apenas habían pasado unos minutos de la medianoche del sábado cuando personal del Comando de Patrullas Sur que realizaba un control en la zona de Parque Hermoso vio avanzar una camioneta Toyota Hilux. Tan solo por rutina, por la propia lógica del operativo, los policías se dispusieron a detener el vehículo, pedir la documentación a su conductor y permitirle seguir adelante. Lo que pasa con la mayoría de los casos. Pero esta vez, las cosas iban a ser diferentes.

El único ocupante de la camioneta Toyota, en lugar de disminuir su velocidad frente al retén policial en De los Reservistas y Chanal, decidió escapar a toda velocidad y entonces se inició una persecución. Los móviles del Comando avanzaron algunas cuadras por Cacique Catriel hasta que volvieron a divisar la camioneta Hilux patente GVJ-466 en Lobería y 71. Ya no estaba circulando, sino incrustada en un árbol, con toda su parte delantera destruida y su conductor bamboleante, afectado por el cimbronazo tomándose con una mano la espalda y con la otra aferrando un balde plástico.

Había un motivo para semejante intento de escape. Algo debía contener ese balde que era mejor no haber movido de un domicilio. ¿O tan solo era la historia del conductor? ¿Acaso era un prófugo de la Justicia?

Los policías aprehendieron al hombre de 48 años al observar que dentro del balde había gran cantidad de envoltorios de color verde, pequeños. Bombitas blancas de clorhidrato de cocaína. Dosis de 0,5 gramos ya preparadas para la venta. Y otros dos paquetes más grandes con la misma sustancia. En tanto, casi un cuarto kilo de cocaína de calidad.

Dentro de la camioneta, a la vista, una pistola Glock 17 calibre 9 milímetros, una balanza de precisión y otras pertenencias personales, como dinero y un teléfono celular.

Poco después, cuando los policías hicieron uso de las bases de datos criminales, se comprobarían algunas novedades. Pero no todos advirtieron la historia subyacente.

El pasado

Una de las cosas que se establecieron fue que la pistola Golck tenía pedido de secuestro por haber sido sustraída en un asalto a una vivienda de la zona sur de la ciudad.

Pero lo más relevante fue la identidad del detenido. Eduardo José Resumil (48), un hombre que numerosos antecedentes delictivos pero sin condenas, de acuerdo al registro informático judicial.

Resumil, ahora detenido en la Alcaidía Penitenciaria de Batán, tuvo varias causas iniciadas, ningún de las cuales culiminó con sentencia condenatoria.

Se lo detuvo el 6 de noviembre de 2008 por el delito de tenencia ilegal de arma de uso civil, el 1 de septiembre de 2010 por encubrimiento agravado, el 17 de abril de 2013 por tenencia ilegal de estupefacientes con fines de comercialización y el 5 de junio de 2017 por coacción y robo agravado por el uso de arma de fuego no apta para el disparo.

Hasta ahí la historia visible a los ojos poco rigurosos o simplemente a la vista de quienes solo necesitaban lo formal.

Sin embargo, Resumil atravesó entre los años 1999 y 2000 una situación judicial que ganó la tapa de los diarios y en la que, una vez más, terminó con su salida a pie y con la frente alta del edificio de Tribunales.

Un episodio estremecedor

El caso se produjo el 15 de septiembre de 1999, a las 22.30, en una casa de Vignolo al 2600, una zona relativamente cercana donde fue detenido el domingo.

Esa noche, Fernando Torales (19), José Rodríguez (19) y un menor de 16 años recibieron visitas. Alguien los hizo ponerse de rodillas y de inmediato fueron ejecutados. Torales y Rodriguez murieron en el acto por dos impactos de bala en la cabeza, mientras que el adolescente sobrevivió después de tres meses de internación.

Este menor resultó el testigo clave de la causa. Indicó que uno de los autores del brutal ataque había sido “Tita” Alvarez Guerezar (nunca fue detenido ni localizado siquiera). El otro era Resumil.

En octubre de ese mismo año Resumil fue detenido pese a negar enfáticamente haber participado del doble homicidio. Sin embargo, el testimonio del menor era contundente y Resumil debió pasar más de un año en prisión hasta que en noviembre de 2000 se llevó a cabo el juicio oral.

El Tribunal estaba integrado por los jueces Eduardo Alemano, Hugo Trogu y Daniel Adler, mientras que el fiscal era Carlos Pelliza.

Resumil insistió en su inocencia e incluso dijo que “Tita” había llegado a su casa, en la noche del doble crimen, y le había confesado lo que acababa de hacer. “Estaba muy sacado, le di 10 pesos para que pudiera ir”, dijo Resumil en su declaración.

Los jueces volvieron a analizar la declaración del menor, que había dicho que había visto a Resumil a traves de la ventana  de la casa donde ocurrió el ataque. Esta situación quisieron verificar los magistrados y por eso se llevó a cabo una inspección ocular que desestimó todo: no había posibilidad de que el menor pudiera haber visto a Resumil, por el ángulo de visión, la característica de la ventana y el contraste de oscuridad/iluminación.

El 22 de noviembre 2000, la Justicia le otorgó la inmediata libertad a Resumil por considerar que no había ninguna prueba sólida para acusarlo de un delito que le podía deparar una condena a perpetuidad.

Resumil intentó más adelante un resarcimiento del Estado provincial, pero la Suprema Corte le rechazó la demanda por daños y perjuicios que ya había sido desestimada por las dos instancias anteriores.

Por estas horas Resumil está detenido y acusado de tres delitos: tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, portación ilegal de arma de fuego de uso civil condicional y encubrimiento. La escala penal por concurso de los tres delitos es de 4 a 25 años de prisión.

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