Opinión

Una “legión” de corredores recargada

por Alejandro Esteban Bidondo

¿A dónde podría ir a parar la objetividad si le pidieron que escriba sobre las salidas recreativas permitidas, a correr, caminar, pasear o ejercitarse, a alguien que corrió su primera prueba aeróbica en 1979 y con el tiempo se volvió un atleta fanático?

Buenos Aires fue una fiesta este lunes 8 de junio a partir de las 20 para una legión de corredores que se potenció con toda esa gente que en verano anda en hileras por las ramblas y las orillas del mar, trotando o caminando.

Salieron a copar los espacios verdes no solo los corredores pedestres habituales, sin también todo deportista que desenvuelve su actividad en espacios cerrados, más caminadores, paseadores de perros y gente cansada del encierro, algunos con sus rodados.

Eso explica las muchedumbres en los grandes parques. Palermo fue el epicentro, pero todo otro espacio verde se pobló de personas andando.

El Parque Avellaneda

Directorio y Lacarra es “la puerta de entrada” al Parque Avellaneda, acaso el más hermoso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al menos para el autor de estas líneas, quien desde 1982 se entrena allí.

Corredor -devenido cronista a pedido-, fue a hacer lo de siempre, esta vez una vuelta o dos al parque del barrio, que no pisaba desde el 19 de marzo pasado.

Fue tocar la vereda que está frente a La Alameda para comenzar a ver muchos y muchas que iban en todas las direcciones.

La senda aeróbica no daba más de corredores en hilera, pero también se ocupaba la vereda de la Avenida Directorio.

Entrando por el costado del Vivero Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, la masa iba por un solo sendero, todos con el metro de separación; los de elite bien abiertos y a su ritmo demoledor.

Y ya en los fondos, cantidades más abigarradas, utilizando el perímetro del paseo público, ya que el polideportivo quedó cerrado durante esta cuarentena determinada por la pandemia de coronavirus.

Lacarra quedó pequeña y allí se ocuparon las dos veredas perimetrales más la senda aeróbica interior.

Ni los perros se perdieron la primera noche de “libertad” porque al parque también va un grupo de adiestradores con sus canes particulares todas las noches. Aunque ellos estuvieron después de las 21:00 y el furor duró la primera hora.

¿Y cómo se entiende semejante aluvión?

Atendiendo a las polémicas que no tardaron en abrirse, bueno es buscarle la explicación al “aluvión” de corredores en Buenos Aires.

Porque hasta circularon explicaciones de corte socio político.

Los que estuvieron lo disfrutaron y quien lleva 38 años prácticamente ininterrumpidos en lo mismo lo vivió de manera muy especial.

Quienes practican deportes con aquel concepto de “atletismo religión” (“religio athletae”) aplicado por Pierre de Coubertin entiende que todo corredor de alma se va a dormir tranquilo si cumplió con su deber diario.

El corredor, el atleta, es el que va a seguir activo en cuarentena si se lo permiten, sin cuarentena, en otoño, en invierno bajo cero, en primavera y en verano con 40 grados.

Esa pasión es la que lo sacó a la calle, ayer acompañado por mucha otra gente. Para que se entienda.

Porque no hacía falta una pandemia para que el mundo sepa que si al deportista le preguntan cómo quiere terminar sus días, va a responder que es practicando la actividad o el juego que más le gusta. Pero más aun si el deporte es nada menos que su “religión”.

(*): Periodista de la Agencia NA y corredor aficionado con más de 40 años de experiencia.

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