Para los investigadores no es extraño relacionar el ataque sufrido el lunes por un niño de 9 años en el mismo lugar en el que fueron hallados un cráneo y una tibia. El lunes se cotejarán genéticamente con la madre de Iara Nardelli, cuyas pertenencias aparecieron en las cercanías.
Perros en jauría que atemorizan al barrio Virgen de Luján y que provocaron el lunes serias heridas a un niño de 9 años podrían estar directamente vinculados con el hallazgo de restos óseos en un predio de la zona que se sospechan que podrían pertenecer a la menor Iara Nardelli.
La investigación de los restos encontrados en Brandsen y Madariaga en la noche del lunes y que desde el Ministerio Público Fiscal se señaló que podían ser de la adolescente de 16 años gira en torno a no solo lograr la identidad sino también a saber si el faltante de casi todo el esqueleto obedece al accionar de los mismos animales que atacaron al niño el mismo día.
Desde un primer momento se informó la alta probabilidad de que el cráneo y una tibia correspondieran al de una persona joven, adolescente, de entre 14 y 16 años, mientras que pertenencias descubiertas en las cercanías orientaban la pesquisa en Nardelli, de quien se ignoraba su paradero desde hacía más de una semana.
El niño atacado tras recibir el alta en el Materno Infantil.
Tras la conferencia de prensa que la fiscal Florencia Salas realizó en el mediodía del martes, no trascendieron nuevos avances en una investigación que de por sí es compleja. Sin embargo se supo que el cotejo genético entre el perfil obtenido de los restos y una muesta de la madre de Iara se llevará a cabo el próximo lunes en el laboratorio de Junín. Dada la demora que siempre hay en torno a la demanda de este tipo de estudios, haber conseguido un turno para la semana próxima es inaudito. Eso sí, no hay fecha cierta para conocer los resultados y despejar toda duda respecto a sí se trata de los restos de Iara Nardelli o de otra persona.
La historia que subyace en la desaparición de la menor tiene relación con vínculos familiares complicados que derivaron en la internación en la institución Aldeas Infantiles, cuyo predio se encuentra a poco más de 10 cuadras del lugar en el que fueron hallados los restos.
Tal como lo informó el abogado Maximiliano Orsini, representante de la familia de la adolescente, la madre y el padre residen en Miramar, mientras que por distintos conflictos ella lo hacía en Aldeas Infantiles. “Hay mensajes de audio en el que Iara habla con la mamá y le dice las ganas que tiene de ir a verla al campo. Incluso Iara hace una manifestación afectuosa hacia su mamá”, sostuvo.
Más allá de cualquier especulación, que a esta altura de la causa puede ser apresurada, nada confirma que Iara Nardelli haya fallecido. Para los investigadores del caso la presunción de que el cráneo y la tibia sean de la adolescente no es más que eso, afianzada dicha hipótesis en los objetos que se encontraron en las cercanías del predio de Brandsen y Madariaga. Anteojos recetados, una campera y un cuaderno con anotaciones habrían sido reconocidos como pertenecientes a Iara Nardelli.
Según pudo saber LA CAPITAL, también hallaron junto al cráneo restos de cabello de color similar al de Iara y una “colita”.
Todos estos indicios, sumado a que la menor aún no apareció, a la cercanía del lugar en el que estaba institucionalizada y a algunas anotaciones transcriptas (una de ellas del 26 de junio, cuatro días antes de que se denunciara su paradero desconocido), consolidan la principal hipótesis de que los restos son de Iara. Desde la Fiscalía General se decidió que, por tratarse de un caso de estas características y por no estar aún confirmado que los restos pertenezcan a la menor Iara Nardelli, no se darán a conocer más detalles del expediente hasta los resultados de los cotejos de ADN.
La muerte
La escasa cantidad de restos óseos hallados en el amplio baldío impidieron a los investigadores tener un primer acercamiento al causal de muerte. Es probable, incluso, que tampoco se conozca jamás qué sucedió, a pesar de que en un primer momento se dijo oficialmente que no había ” ningún indicio en cráneo ni en las inmediaciones del lugar de que pueda tratarse de una muerte violenta o traumática, porque así, sobre todo, el cráneo así lo determinó, conforme lo que estableció el médico legista”.
La escena de un hipótético suicidio tampoco fue desechada por la fiscal Salas al sostener que “también la gente de Aldeas Infantiles ya había mencionado, había también mandado algunos mensajes y ahora había un cuadro de fondo depresivo, no estábamos en condiciones todavía de afirmar o desechar, no desechamos ninguna hipótesis”. Tal como lo confirmó el abogado Orsini, a 500 metros del lugar del hallazgo del cráneo aparecieron blister de medicamentos y, según fuentes oficiales, botellas de bebidas alcohólicas.
Iara Nardelli, la menor desaparecida.
¿Pero cómo es posible que el cuerpo de un suicida aparezca mutilado o prácticamente no aparezca? La clave parece residir en otro hecho reciente que ocurrió en el mismo predio de Brandsen y Madariaga. El lunes por la mañana, cerca de las 9.30, una vecina del barrio caminaba por allí junto a sus cuatro hijos, de 9, 5, 3 años y la bebé de 6 meses en brazos. Entonces fueron rodeados por una jauría de más de una docena de perros que empezaron a atacarlos, sobretodo al más grande de los niños, quien sufrió serias lesiones.
“Acá en el barrio no tenemos duda que solo el cráneo apareció porque fueron los perros. Está lleno, es tremendo esto acá”, dijo en la tarde de este miércoles a LA CAPITAL la madre del niño que debió ser atendido en el Materno Infantil.
Frente a este panorama, un escenario como el que maneja la fiscal Salas no parece absurdo ni desacertado, aunque por lo pronto el primer gran misterio resta resolver, que es a quién pertenecen esos restos.