Policiales

Una historia de Caín y Abel en Mar del Plata: le robó 80 mil dólares a su hermano

La Justicia y la policía investigan un caso con ingredientes literarios, ocurrido en el barrio San José. Los dos hombres fueron detenidos y luego recuperaron la libertad.

Todo empezó el último 18 de noviembre -o tal vez mucho antes- con un llamado al 911. “Me robaron. Quiero denunciar que anoche me robaron. Me rompieron el vidrio del auto y me sacaron plata que tenía ahí adentro”, dijo un hombre de 34 años dedicado al rubro de la panadería.

En cuestión de minutos, personal de la comisaría segunda se presentó en San Lorenzo al 3800, su domicilio. No fue difícil constatar que, efectivamente, la víctima tenía razón: un video tomado por una cámara de seguridad ubicada en la cochera descubierta del edificio donde vive el denunciante mostraba cómo, a las 2 de la madrugada, dos delincuentes habían destrozado con un martillo la ventanilla del asiento del acompañante del BMW, y luego sustraído diversas pertenencias de su interior.

Fue entonces que se inició una investigación judicial plagada de sospechas, porque cuando los uniformados indagaron acerca de los objetos robados, recibieron del hombre una respuesta sorprendente: “Se llevaron 80 mil dólares”. El fiscal Alejandro Pellegrinelli y los pesquisas que intervinieron en la causa no se fiaron de aquello en un principio. Les pareció extraño que alguien, por buen pasar económico que tuviese, guardara semejante cantidad de dinero en efectivo adentro de un auto de alta gama estacionado en el garaje de un edificio a cielo abierto, durante una noche entera.

De esa forma, les tomó a los investigadores varias semanas recabar pruebas, datos y declaraciones que sirvieran para comenzar a esclarecer el caso. Todo se destrabó, de alguna forma, cuando el propio damnificado deslizó la posibilidad de que podía haber sido víctima de una traición por parte de alguien de su núcleo cercano.

Desde ese momento, la pesquisa se orientó a averiguar identidades de personas del entorno del hombre y también a verificar que el hecho hubiese sido real y no una farsa armada a propósito. Y este 7 de enero la historia tuvo un nuevo capítulo inverosímil que parecería acercar a los investigadores a la verdad.

Poco antes del mediodía de este jueves, se presentó en la comisaría segunda el hermano menor de la víctima. Había sido citado a declarar en la seccional como testigo, debido a que para los detectives podía aportar datos de interés para el desarrollo de la causa o, incluso, estar vinculado en el hecho de acuerdo al relato del propio damnificado y una serie de pistas recogidas en los últimos días.

Al concluir la diligencia, el hombre de 32 años salió a la calle y en la esquina de Buenos Aires y Castelli fue abordado por su hermano, quien sabía de la citación policial. En ese momento, conforme relataron las fuentes consultadas por LA CAPITAL, se inició una discusión que rápidamente subió de tono.

Por eso, un grupo de efectivos de la comisaría no tardó en llegar para interceder cuando el mayor de ellos le recriminaba al otro haberle robado los 80 mil dólares del interior de su auto, hace casi dos meses. El asombro de los policías no finalizó allí, puesto que el sospechoso les advirtió que tuvieran cuidado porque su hermano estaba armado. “Siempre anda con un fierro, lo debe tener en el auto”, manifestó, y luego lo acusó directamente: “Me estaba esperando para cagarme a tiros”.

En ese marco, los uniformados decidieron aprehender a ambos hombres y requisar el rodado del denunciante. Entonces, en el interior del mismo hallaron un revólver calibre 38 marca Smith & Wesson, cargado con seis municiones intactas en el tambor.

El arma y las balas secuestradas.

Además de notificar del hecho al fiscal Pellegrinelli -a cargo de la investigación inicial-, los uniformados hicieron lo propio con Eduardo Amavet, su par de Flagrancia, ya que el hallazgo del arma de fuego y las balas, sin el permiso de portación correspondiente por parte del mayor de los hermanos, se constituía como un delito apartado del caso. En ese orden, se dispuso que el denunciante del robo fuera imputado en una nueva causa y el revólver quedara secuestrado.

El denunciante del robo fue demorado por la portación ilegal del revólver, pero luego también recuperó la libertad.

Poco después, ambos hombres recuperaron la libertad, lo cual, a esta altura, hace suponer que la historia continuará.

 

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