Vestidos, objetos y fotografías familiares de la cantante forman parte de una muestra en el Museo Histórico Judío de Amsterdam.
por David Morales Urbaneja
La exposición “Amy Winehouse: Retrato de una familia” muestra en el Museo Histórico Judío de Amsterdam (Holanda) vestidos, objetos y fotografías familiares de la fallecida cantante y viaja a su pasado a través de vídeos inéditos grabados cuando aún no era mundialmente conocida.
Mucho se sabe de la vida de Amy Winehouse a partir de 2003, año en el que grabó “Frank”, su primer álbum, y también sobre sus problemas con el alcohol, las drogas, o su temprana muerte a los 27 años en 2011 por una intoxicación etílica.
Otra cosa es su etapa anterior, aquella antes de ser famosa.
Amy era una niña proveniente de una familia judía que vivía en los suburbios de Southgate, al norte de Londres.
Su padre cantaba temas de Frank Sinatra a todas horas y su influencia la llevó a escuchar y coleccionar discos de Aretha Franklin, Ray Charles o Ella Fitzgerald.
Precisamente esa historia es la que cuenta esta exposición, que se abre mañana al público.
Las fotografías familiares, de esas que había que llevar a revelar y que se podían tocar e incluso oler, enseñan los primeros años de su vida, así como algunos retratos de sus antepasados.
Entre ellos está Cynthia Winehouse, la abuela de Amy, cuyo parecido con la cantante es espectacular y que fue un referente para ella, hasta el punto de que se tatuó su nombre en uno de sus brazos.
Amy Winehouse fue una adolescente rebelde: sus primeros rasgos de personalidad se dejan ver en un trabajo escrito por su propio puño y letra para la escuela de teatro “Sylvia Young” y expuesto al público.
Con una letra redondeada y cuidada, una Amy de 14 años empezaba la redacción de la siguiente manera: “Toda la vida he hablado alto, hasta el punto de que me han mandado a callar. La única razón por la que hablo así es porque tienes que gritar para ser oído en mi familia”.
Más adelante, deja ver sus intenciones para el futuro.
“Tengo el sueño de ser famosa, de trabajar en el escenario. Es una ambición a largo plazo. Quiero que la gente escuche mi voz y olvide sus problemas durante cinco minutos. Quiero ser recordada por ser actriz, cantante, por vender todas las entradas de los conciertos, por ser sólo yo”, decía.
Esta misma Amy de 14 años es la que se puede ver en un vídeo inédito grabado en esa misma escuela.
Delante de un coro, una niña de pelo largo y desparpajo espectacular canta con una voz que ya tenía algunas de las características que la hicieron famosa: fuerza, emotividad y un amplio rango vocal.
“Puedes ver perfectamente su talento, cómo se mueve libremente. Ya era una estrella a esa edad”, explicó a Efe Julie-Marthe Cohen, coordinadora de la exposición.
Esta misma niña creció y decidió sustituir su soso uniforme de escuela por vestidos coloridos, provocativos y muy cortos.
Observar el armario de Amy Winehouse es como entrar en un túnel del tiempo y viajar a la Norteamérica de los años 50 y 60.
Uno de los vestidos expuestos es el que llevó cuando grabó “Tears dry on their own”.
Cohen recalca que “la gente solamente la conoce por un periodo de su vida en la que no estaba haciendo las cosas muy bien”.
“Su imagen en la prensa no era buena por razones obvias, pero ella no era ni mucho menos solo eso. En la exposición mostramos a Amy como realmente era”, sostiene.
La idea de la exposición surgió cuando su hermano Alex Winehouse, meses después de la muerte de la cantante, acudió al Museo Judío de Londres para donar algunos de los objetos de su hermana.
Esta misma muestra después pasó por Tel Aviv, Viena, y San Francisco.
Ahora regresa a Europa y aterriza en Amsterdam, donde estará abierta al público hasta el 4 de septiembre.
EFE.