Ya se recuperó en los resultados y se metió en zona de Mundial. Ahora falta la la consolidación en el juego. El dilema del enlace. Las dudas sobre el estado del campo de juego en Córdoba.
por Vito Amalfitano
El partido con Bolivia es una buena oportunidad para consolidar la recuperación en el juego. Ya la Selección se repuso en los resultados. Había empezado mal su camino al Mundial de fútbol Rusia 2018. Lo remontó en el final de 2015 con la victoria ante Colombia de visitante y en el comienzo de esta temporada con el triunfo del jueves frente a Chile en Santiago. Más en este último partido que en el de Barranquilla quedó la sensación de que se necesita mejorar en el funcionamiento.
La idea está. Y justamente en aquel encuentro ante Colombia quedó plasmada. Justo cuando más lo necesitaba el equipo, tras la derrota ante Ecuador y los empates frente a Paraguay y Brasil. Ante los de Pekerman, aun sin Messi, su as de espadas, la Selección pudo desplegar en el campo el ideario de su entrenador, Gerardo Martino, con salida asociada desde atrás, con control y administración de la pelota, con un enlace para los temibles delanteros del equipo.
Y ahí radica uno de los puntos a resolver. Ese enlace, ese enganche que quiere Martino, hoy es difícil encontrarlo con nombre propio. Mientras no aparezca otro, mientras no crescan y se consoliden los Cervi o Lo Celso, ese jugador es Javier Pastore, quien por una supuesta lesión o por mala voluntad de PSG, no pudo estar ante Chile. Y ese hombre, en Barranquilla, fue Ever Banega. Y en aquella oportunidad cumplió el rol muy bien, tanto que fue la figura de ese partido. Esta vez, en Santiago, Banega apareció solo con intermitencias. Coincidió con el lapso de la reacción de Argentina que permitió el vuelco en el resultado. Después se apagó.
De todos modos, aun en “cuentagotas” o intermitencias, Martino sostiene la idea de hacer cumplir esa función, aunque aun no aparezca el intérprete ideal. Por momentos busca que lo haga el equipo. Es mucho mejor eso que repetir el error de algunos entrenadores anteriores que Messi debía cargar con ese peso. Messi no tiene que tener la responsabilidad de conducir, de administrar el panorama, debe ejecutar en libertad. Eso no lo quita la posibilidad de, por su enorme categoría, meter alternativamente asistencias, además de sus arranques fulgurantes y definiciones únicas.
“Aunque ustedes no lo paren así cuando escriben las formaciones, yo juego con enganche”, les dijo Martino a periodistas argentinos, en charla intimista en La Serena, en la Copa América. “Por ahora me arreglo con los ratos de Javier (Pastore), y según cuántos sean los minutos que no pueda participar en el juego es como y cuando decido reemplazarlo”, aclaró en esa oportunidad. Efectivamente, Pastore fue figura en un par de partidos de esa Copa (sobretodo en la goleada sobre Paraguay en Concepción) y en la mayoría de los encuentros fue el primer o segundo cambio del equipo, cuando ya el DT veía que no era útil.
Por el rival y por la confianza ganada en los últimos dos resultados, la Selección está ante la oportunidad de recuperarse en el juego ante Bolivia. Habrá que ver si el estado del campo de juego se lo permite. Hasta la semana pasada el estadio Córdoba parecía un “potrero”. Una irresponsabilidad hacer jugar allí a Messi y cía. Pero un capricho del presidente de la Nación, o más bien una devolución de favores con el gobernador (que seguramente data de las elecciones), provocaron el traslado. Habrá que ver si la Agencia Deportes de Córdoba logra el milagro de ponerlo en condiciones en tan poco tiempo, con respecto a la imagen que recibimos del partido Belgrano – Vélez de la semana pasada.