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“Una bocanada de oxígeno en el país sometido”

Fútbol, entre héroes y víctimas . Mitos, leyendas y verdades sobre episodios de aquellos días en medio de la mayor contradicción nacional: la "alegría" popular más grande en el tiempo más tenebroso de nuestra historia. El holandés que llegó a la marcha de las Madres en bicicleta.

Por Vito Amalfitano

@vitomundial

“El pueblo se desata. Es como una bocanada de oxígeno en el país sometido (…)

Mientras la platea lo aplaude, las populares lo silban. Una forma de resistencia popular. Los hinchas van a ver a los once atletas, que son como ellos, hijos del pueblo, y no al dictador que ha usurpado el poder”.

Un par de párrafos precisos y crudos del escritor e historiador Osvaldo Bayer resuelve una de las más grandes contradicciones de los argentinos. Están en un libro imprescindible, y agotado: Fútbol Argentino, de Editorial Sudamericana.

También afronta la contradicción la maravillosa Hebe. “…¿Cómo no voy a comprender a la gente si en mi propia casa, mientras yo lloraba en la cocina, mi esposo gritaba los goles frente a a la televisión en el living?”: la anécdota con la cual Hebe de Bonafini recordó los festejos mundialistas, con una sala de torturas en la ex Esma a pocos metros de la cancha de River, define de otra manera aquella tremenda contradicción de los argentinos.

El destino cruel quiso que fuera así, lamentablemente. El fútbol es la manifestación más popular de los argentinos. Y justo fuimos campeones del mundo en el tiempo más tenebroso de nuestra historia.

El texto de Bayer (“los hinchas van a ver a los once atletas, los hijos del pueblo”) y la vivencia de Hebe reflejan aquella fatalidad nacional, el momento más “feliz” de un pueblo en el tiempo en el que sufre la mayor opresión.

Pero son reflexiones y experiencias que no cierran puertas, más bien las abren. Nada nunca es tan blanco o tan negro, sobre todo en los vaivenes de las historias de los pueblos y de las naciones. Que están plagados de antecedentes con simultaneidad de momentos felices con grandes desgracias. Si los vinculamos al deporte, el propio seleccionado de Brasil salió campeón del mundo en México 70, y fue probablemente el mejor equipo de fútbol de la historia, en plena dictadura en su país, que obviamente utilizó la conquista. Como Mussolini aprovechó a la Italia campeona del mundo…

También la dictadura cívico -militar de la Argentina durante el Mundial 78 utilizó tanto el acontecimiento como el logro deportivo. Los jugadores campeones, también héroes de nuestro fútbol, no tuvieron la culpa del tiempo que les tocó.

Cruyff no, Rijsberger sí



Muchos mitos y leyendas se escribieron sobre la selección de Holanda y la dictadura y la lucha por los derechos humanos de aquellos días.

No es real que Johan Cruyff, el astro de Holanda en el Mundial 74, no vino a Argentina porque aquí se venía una dictadura. En realidad el motivo fue más íntimo y doméstico.

No hubo relación entre la negativa de jugar el Mundial y la dictadura cívico – militar en Argentina. En realidad, en 1977, Cruyff había sufrido un intento de secuestro en su propia casa, cuando jugaba en Barcelona. Tiraron a su esposa al suelo y le ataron las manos, mientras a él le apuntaron con una pistola. Su mujer escapó y avisó a la policía. Ese día le prometió a su mujer que se quedaría junto a ella y que no viajaría al Mundial. A ello ya se le habían sumado inconvenientes con su técnico y una vieja pelea con su mujer: no quería que Johan se fuera de casa, después que el diario alemán había publicado unas fotos comprometedoras de su marido con un grupo de chicas “ligeras de ropa”, tal como consignó el medio.

El propio Cruyff, igualmente, para que no se agranden aquellas historias, se encargó de alimentar el mito del por qué de su ausencia en Argentina y brindó declaraciones contra la dictadura tiempo después del Mundial.

Sí es real la participación del joven futbolista de la selección de Holanda Wim Rijsbergen, en una ronda de los jueves de Madres de Plaza de Mayo. Rijsbergen se lesionó en el tercer partido de la fase de grupos, contra Escocia. Los médicos le dieron una semana de reposo para su recuperación. Y el pibe, con su pierna dolorida, decidió ir a una marcha de los jueves de las Madres. No tuvo mejor idea que alquilar una bicicleta y dirigirse de esa manera a la Plaza de Mayo. Al llegar Rijsbergen se acercó a una de las señoras de pañuelo blanco que daban vuelta a la Pirámide y la abrazó. “Gracias hijo”, le dijo Nora Cortiñas.

Es leyenda, no totalmente confirmada, que un jugador sueco y otros futbolistas holandeses no fueron a la fiesta inaugural para concurrir a la primera marcha de los jueves de las Madres en el Mundial.

 Wim Rijsbergen, de la selección de Holanda, -que estaba en el álbum de figuritas de aquel Mundial-, llegó en bicicleta a una ronda de las Madres de Plaza de Mayo.

es real, y francamente asqueroso, que el periodista Enrique Romero escribió y publicó en la revista El Gráfico una carta apócrifa del capitán holandés Ruud Krol a su hija, en la que le describía un país idílico, muy diferente a las crónicas europeas sobre la dictadura de aquellos días. Una mentira tan burda que la carta estaba en inglés y la pequeña hija de Krol solo entendía el idioma holandés.

es real que la televisión holandesa pasó más imagenes de esa ronda que de la propia fiesta inaugural, lo que generó mucha repercusión en los Países Bajos y en toda Europa y comenzó a visibilizarse la lucha de las Madres.

Un año después, en Berna, Suiza, se jugó el partido “revancha” de la final del Mundial, en el que Argentina volvió a vencer a Holanda, pero en definición con tiros desde el punto del penal. Allí sí la televisación internacional mostró las banderas con leyendas contra la dictadura, la mayoría de exiliados argentinos en Europa y también de holandeses.

Es leyenda o mito lo del “cargamento de trigo”; es leyenda pero casi confirmada en la realidad la visita de militares y de Henry Kissinger para presionar en el vestuario de Perú la noche del 6 a 0. Pero también fueron reales los tiros en los palos de los peruanos en el comienzo del encuentro y la declaración del peruano Juan Carlos Oblitas a LA CAPITAL en Lima en 1993: “nos ensuciaron a nosotros por la disputa ideológica futbolística en Argentina, lo hicieron para desmerecer los logros de Menotti, y la realidad es que esa Selección esa noche arrollaba con nosotros y con cualquiera”.

*****

Un encuentro entre algunos jugadores campeones del mundo como René Houseman, Osvaldo Ardiles y Julio Ricardo Villa, con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que se produjo a los 30 años del Mundial 78 sirvió para lavar algunas heridas, o para volver a separar los tantos sobre la condición de héroes de los campeones, y de víctimas de un terror que el Mundial ayudó a tapar, a esas Madres y Abuelas tan inmensas.

Están la anécdota de Hebe, el texto de Bayer, la hidalguía de aquellos campeones.

Pero también está el terror, la historia que cuenta el periodista Gustavo Campana en su libro “Tribuna sin pueblo, vuelta olímpica en orsay del país neoliberal”: “El 25 de junio de 1978, apenas la Selección acaba de consagrarse, el represor ‘Tigre’ Acosta saca ‘a pasear’ a Graciela Daleo, que estaba detenida desaparecida en la ESMA. Y cuando llegan a Cabildo y Juramento, hay una multitud festejando, Acosta frena el auto, abre la puerta y le dice a Daleo: ‘dale, gritá que estás en la ESMA, ¿quién te va a creer, quién te va a escuchar?’.

También fue, entonces, cuando el fútbol se lo devoró todo, como canta León Gieco. Hoy “el Tigre” Acosta, condenado a reclusión perpetua por graves delitos de lesa humanidad, está efectivamente detenido gracias a las políticas de derechos humanos de los gobiernos kirchneristas. Pero ahora, otra vez en “el país neoliberal”, surgieron proyectos para que sea beneficiado con prisión domiciliaria. Y no se necesita organizar un Mundial para acallar o minimizar en los medios este y otros retrocesos.

………

“Si cada hora viene con su muerte,

Si el tiempo es una cueva de ladrones,

(…)

Cantamos porque el río está sonando

Y cuando suena el río, suena el río.

Cantamos porque el cruel no tiene nombre

Y en cambio tiene nombre su destino…”

(…)

cantamos por el niño y porque todo

y porque algún futuro y porque el pueblo

cantamos porque los sobrevivientes

y nuestros muertos quieren que cantemos” (…)

Mario Benedetti

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