Una poesía de la escritora marplatense.
Por Cristina Larice
Un zapato queda atascado entre las rocas
El mar se llevaba su cuerpo dolorido
Escrito
Poético
La historia de este zapato comienza en Capriasca, Suiza, con un par de escarpines un par de botitas un par de alas.
Los viñedos y ríos de San Juan la tierra partida la polvorienta vida, las voces y los mandatos le apresuran el paso.
Su calzado inquieto y rebelde la llevan por lecturas, escritos, poemas…
Los pies descalzos,
su juventud en Rosario, las zapatillas, los tacos, calzados reales y escénicos, la ponen en la lucha, en la búsqueda de su ser, de su libertad…
Un Buenos Aires hostil,
patriarcal, la recibe Su andar se afirma, entre el ocre, almácigo de deseos, y su sensibilidad feminista.
Su pisada su voz poética su decir abren un sendero hacen una huella en la oscuridad de la palabra por el decir de los hombres.
A pesar de todo, danza en el amor, se trepa a los escenarios, da clases,
comparte Rondas Literarias,
su voz amordazada, grita.
Escribe, escribe, escribe lee, recita, declama
publica
escribe, lee, recita, declama…
Tenía cuarenta y seis años,
sus zapatos cargados de libros, la traen a Mar del Plata, sus últimos pasos pesados
alados
rompen el silencio de las mujeres
quiebran la ola de reproches
nos compromete y empodera
Soy la voz, del zapato atascado en las rocas,
un 28 de octubre de 1938,
que la despide,
el mar se lleva su cuerpo dolorido
Escrito
Poético
Pequeño y gran zapato
Testimonio en el tiempo