En un fallo, el juez Luis Zelaya, confirma la responsabilidad criminal de Silvio Martinero en el hecho e indica que el abogado no contó lo que en realidad había sucedido.
Los ladrones que le robaron al abogado Silvio Martinero, en pleno centro porteño el 29 de marzo último, no estaban armados y le arrebataron la mochila en dos segundos, sin hacer peligrar su vida, pese a lo cual efectuó cinco disparos, uno de los cuales mató a un cerrajero inocente, según un fallo judicial conocido hoy.
Las conclusiones de cómo se produjo el hecho surgen del fallo en el que el juez de instrucción Luis Zelaya le dictó el procesamiento con prisión preventiva a Martinero y se basan especialmente en videos incorporados a la causa.
Debido a los disparos que el abogado efectuó, el cerrajero uruguayo Daniel De Negris fue alcanzado por uno que le dio en la espalda y le provocó la muerte al instante cuando caminaba por el centro porteño.
El 29 de marzo alrededor de las 9.30, Martinero ingresó al edificio situado en San Martín 551, donde tiene su oficina, “y detrás suyo entró uno de sus asaltantes, quien en menos de dos segundos le arrebató la mochila que llevaba colgada en su hombro izquierdo”. Las imágenes fueron difundidas hoy por el canal de televisión C5N.
“(El ladrón) salió del lugar y se montó en la parte trasera de una motocicleta que tripulaba otra persona, para finalmente huir a gran velocidad”, dice el fallo, que destaca que esto no coincide con lo declarado por el abogado y ex militar.
En un intento por enmarcar el hecho en un caso de “legítima defensa”, Martinero afirmó que el delincuente que le robó el dinero le había apoyado un arma en el cuello y luego en el pecho y que disparó “por instinto” porque era su vida o la de los ladrones.
También agregó que creía que el asaltante había llegado a gatillarle pero sin que saliera la bala y que, ante ese cuadro, decidió extraer su pistola marca Glock calibre 40 y efectuar los disparos.
Pero para el juez, “en lo único que esas filmaciones apoyan la versión de Martinero es en que, en efecto, fue damnificado de un desapoderamiento con no mucha fuerza en las cosas y/o escasa violencia en las personas”.
“Por el contrario, ni esos videos ni alguna otra de las pruebas incorporadas acreditan que existió el ataque armado y/o la agresión física y/o la coacción verbal que describió cuando fue indagado”, destacó.
Zelaya indicó que el ataque no se produjo en la puerta, como dijo el abogado, sino en el hall del edificio y que “tampoco se observa que Matinero hubiera tenido -siquiera mínimamente- un contacto de frente con su ladrón ni así que éste o su cómplice hubieran esgrimido un arma de fuego durante el atraco o mientras huían en la moto”.
“Las escenas muestran claramente que esa agresión fue casi sin intensidad física y extremadamente fugaz, y por ende, no era racionalmente necesario disparar repetidamente -siquiera disparar, por cierto- con su arma de fuego hacia la humanidad de sus asaltantes cuando ya estaban en fuga a bordo del vehículo”, agregó.
Por eso, Zelaya está convencido de que Matinero, con su actitud, “dio cuenta de su nítida voluntad de darles muerte” a los ladrones.
Finalmente, indicó que “el cúmulo de pruebas descripto está lejos de ser una suma de casualidades” en perjuicio del abogado, sino que “confirma su responsabilidad criminal en el suceso y deja al desnudo que su coartada no ha sido más que un vano intento de mejorar, de alguna manera, su complicada situación judicial”.