por María Laura Carpineta
Después de una serie de cumbres y foros internacionales que terminaron en fracaso o acusaciones cruzadas en el último año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volverá a desafiar el consenso del G20 este viernes y sábado en Buenos Aires, esta vez con un ataque directo a su columna vertical: su defensa irrestricta del libre comercio.
El año pasado, en la cumbre del G20 en la ciudad alemana de Hamburgo, 19 de los 20 países miembros -con los líderes europeos a la cabeza-, tomaron una decisión inédita y confrontaron a Estados Unidos con un documento final que dejó aislado a Trump y su decisión de abandonar el Acuerdo de París a finales 2020, el histórico texto que firmaron 195 países hace dos años para combatir el cambio climático.
Ahora, el tema que dividirá las aguas entre Trump y el resto del G20 será la guerra comercial que inició el mandatario estadounidense a mediados de año contra China y la pulseada que lanzó desde entonces para reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Pese a que los tres ejes planteados por el gobierno argentino para esta cumbre son el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible, la verdadera discusión será si Trump logra incluir en el documento su defensa de políticas proteccionistas -como la serie de aranceles que impuso en los últimos seis meses a exportaciones chinas valuadas en miles de millones de dólares-, su llamado a reformar la OMC para hacerla más justa para Estados Unidos, como él sostiene.
Desde 2008, cuando el G20 comenzó sus cumbres presidenciales en medio de la crisis financiera internacional, la defensa del libre comercio ha sido uno de los pilares centrales del foro. Sin embargo, un borrador del documento final filtrado la semana pasada por el diario Finantial Times reveló un vocabulario lavado que, por primera vez, no llama a combatir las medidas económicas proteccionistas.
El otro tema que aparece muy lavado en el borrador filtrado es la lucha contra el cambio climático: “se reconocen las diferentes circunstancias, incluidas las de aquellos países decididos a implementar el acuerdo de París”.
Mientras el gobierno argentino hará lo posible por conciliar las posiciones y llegar a un documento final consensuado por todas las partes, incluido Estados Unidos; la verdadera negociación se hará afuera del G20 en una reunión bilateral clave.
El sábado está previsto que Trump y su par chino, Xi Jiping, cenen juntos en un restaurante porteño junto con 12 asesores y funcionarios. El objetivo de este encuentro privado es llegar a un acuerdo que detenga o revierta la guerra de aranceles, que según analistas, ya afecta a las industrias e inversores de ambos gobiernos.
El presidente estadounidense también aprovechará la cita del G20 para reunirse a solas con su par ruso, Vladimir Putin.
Uno de los temas centrales será la reciente decisión de la Casa Blanca de abandonar el Tratado de Fuerzas Nucleares de Mediano Rango (INF por sus siglas en inglés), un acuerdo firmado en el ocaso de la Unión Soviética que permitió eliminar casi 2.700 misiles de corto y mediano alcance y reducir la tensión militar en Europa después de décadas de Guerra Fría.
Mientras Europa está preocupada por la posibilidad de una nueva escalada en el continente, en Estados Unidos el interés estará puesto en la dinámica personal entre los dos líderes.
En Washington, la investigación del FBI, que intenta determinar si la campaña de Trump y su círculo íntimo se complotó con el gobierno de Putin para desacreditar a la entonces candidata demócrata Hillary Clinton y ganar las elecciones presidenciales de 2016, sigue calentando la escena política y es uno de los temas predilectos de la oposición partidaria y mediática.
Trump llega a Buenos Aires con muchos conflictos multilaterales y bilaterales abiertos, pero del otro lado, entre los que se unieron en la anterior cumbre del G20 en Hamburgo, ya no parece haber un interés ni una capacidad de liderazgo para construir un frente unido que deje solo al mandatario estadounidense.
Télam.