“Imagino una Argentina 2030 donde las IA lo devoran todo” sostiene el autor sobre el momento en el que transcurre su historia.
El escritor, realizador audiovisual y vocalista de la banda de punk Buenísimo, Mariano Ludueña, publicó en agosto la novela policial Nuestra señora de las Navidades, una atrapante historia tumbera con destellos distópicos que dialoga con el thriller argentino: “Escribo por temor a que suceda. Escribir es un acto catártico y fisiológico: es parir, criar, llorar, reír, desear algo y alcanzarlo. Es hermoso y horrible” define.
Nuestra Señora de las Navidades es un relato sobre las complejas relaciones entre la libertad y el encierro. Entre esos dos polos, aparentemente opuestos, se abre una novela policial que narra una vida, la de Rafa, una leyenda viva: un tumbero inmortal que puso en ridículo al sistema penal argentino. Su figura vive en murales y santuarios de todas las prisiones del país. Compite mano a mano en devoción con el Gauchito Gil y San La Muerte.
La línea de tiempo transcurre entre el año 2020 y el 2030, en una Argentina colapsada y de rodillas, y la historia retrata las amistades fallidas, la lealtad, la traición y los barrocos vericuetos de la mafia carcelaria y política. La novela hace girar los sentidos de todos estos espacios y los encierra en el penal ficticio de Nuestra Señora de las Navidades…
Mariano Ludueña nació en 1970 en Santa Fe. Su primer compilado de cuentos fue una edición de autor de 2010, De todo lo que vi, recuerdo la mitad, obra que fue luego reeditada en 2012 por la editorial Piloto de Tormenta. La mitad que no recuerdo, su segundo volumen de cuentos, fue editado en 2016. Su primera novela, Rockeros (2018), fue adaptada y lanzada como serie para plataformas.
Tripland (2021) continúa con el mismo universo desarrollado en Rockeros y mantiene la misma línea narrativa que versa sobre la amistad, el éxito y el drama de la soledad en un mundo manipulador, de mentiras y sin corazón.
Mariano publica artículos periodísticos y literarios en medios nacionales y latinoamericanos. Es periodista, conductor, productor y redactor en radio. Autor y productor audiovisual. Creador de la serie Rockeros. Músico. Nuestra señora de las Navidades es su primera novela policial.
“Me hace ruido la cercanía de está sociedad distópica que planteo con la realidad que vivimos como país, porque si Argentina no logra encaminar su propósito de vida, esto narrado podría llegar a ocurrir antes del 2030. Nuestro futuro ya no depende de nosotros, y hasta que algún político se plante y dé la cara, estamos en manos de los organismos de crédito internacionales y de intereses ajenos al desarrollo del país” expresa el artista sobre sus motivaciones para la novela.
¿Cómo se imaginó el autor a esa Argentina de 2030, en la que se sitúa el relato? “Argentina cruje, como una canoa vieja: inseguridad, hiperinflación, pobreza, falta de trabajo, corridas bancarias, crisis política, social y sanitaria. Arden los cerros y los bosques. Todo es controlado por la inteligencia artificial, cuyo algoritmo sabe más de nosotros que nosotros mismos. Los índices de desocupación, pobreza y violencia se multiplican, la vida vale menos que una milanesa, en un país atragantado. Los políticos juegan con la desesperación y para calmar a los que piden sangre, se baja la edad de inimputabilidad a 14 años y luego se instaura la pena de muerte. Argentina retrocede en cuatro patas” define.
“Los penales explotan de hacinamiento y violencia, y alguien sugiere que creando una nueva red de cárceles, se podrá controlar la situación. Se equivocan, tendrían que haber construido escuelas, o rearmar el entramado social del AMBA, ya inexistente. Los pibes no quieren ser futbolistas, youtubers, raperos o empresarios, quieren ser bandidos, narcos o jefes mafiosos”.
La historia transcurre en el Oeste de un Conurbano ficticio, o real, depende de la mirada del lector. Es el distrito electoral más grande del país, y el que muchas veces decide el rumbo de las elecciones. Lo que suceda en el Conurbano, tarde o temprano, va a replicar en las ciudades del interior. “Es uno de los conglomerados humanos más grandes de Latinoamérica y en el relato es el termómetro de un país que naufraga” apunta.
Y señala que “el Conurbano es el lugar de la Argentina donde más se nota la impunidad del poder o el accionar de las mafias con la anuencia del político, las fuerzas de seguridad o sus intendentes feudales. En el 2030 distópico que planteo, los niños no quieren ser futbolistas, cantantes, youtubers, o estudiantes; desean ser bandidos: tener una moto, una pistola y bolsos de dinero para comprar ropa deportiva de alta gama, armas o champagne berreta en las discotecas”.
“El Conurbano es un retazo de la Latinoamérica que todavía no dio el salto cuántico y que todavía padece sus propios males. Es el jardín que rodea a la Ciudad de Buenos Aires y al poder, y también es el que limpia, esconde o guarda su mierda” concluye.
La trama del libro es cruda, a veces demasiado y el devenir de la escritura es irónico, grotesco, buscando cierta gracia y complicidad. “Trato de mantener esa ironía que genera complicidad y lealtad en el lector, es mi forma de narrar: simple, accesible, mundana y afectiva, como charla entre vecinas. Escribo en el idioma que entiende la gente. Yo cuento historias de ficción que suceden en un país inimaginablemente corrupto, de rodillas, con la cabeza en la guillotina, hastiado, con una economía tumorosa y el control total de la población por la tecnología y un gobierno que identifica pobreza con marginalidad y cree que se trata de un potencial enemigo al que hay que exterminar. Hay un conflicto de intereses… ¿Por qué un ciudadano que vive en la pobreza absoluta cree que votando a la extrema derecha su vida será más digna?” se pregunta.
Rafa, el protagonista, puede ser un asesino feroz, pero también tiene su ternura. Es un personaje desamparado con un cordón afectivo, su esposa, a quien adora, su jefe mafioso, que lo quiere como a un hijo. “Veo el lado romántico de las cosas, veo flores en los tachos de basura, belleza en la desolación o en la soledad del que no se rinde. Rafa es un sicario de la banda de Cacho, el Rey del Conurbano, pero es un pibe amoroso, es muy humano, siente mucho. Sus trabajo es inhumano, pero sus valores son el amor a Yoli, su mujer, a su hijo, la amistad, su gente, y la traición de Marcos lo desarma, vuelve a sentir todos esos miedos primarios referidos al abandono y se convierte en un tipo duro, con una sola meta en la vida: escapar del presidio de Nuestra Señora de las Navidades” cuenta el escritor.
“Rafa padece una infancia atroz y desamorada, en un lugar donde el futuro más promisorio es un arma y una moto. Ya no hay escolaridad, ni entramado social que pueda sostener tanto abandono. La banda de Cacho se transforma en su familia, Marcos en su hermano, y Cacho en el padre que nunca tuvo. Son asesinos, criminales, tipos pesados, pero aman y odian como cualquier vecino” define.
Ludueña, fundador y compositor de la banda “Buenísimo”, de punk rock, considera a la música “un buen vehículo de difusión para mi mensaje: hacelo vos mismo, no dejes tus cosas en manos de otro”. La sostuvo hasta la pandemia y “fue una etapa maravillosa en la que viajé mucho, tuve grandes compañeros y crecí en la carretera, surcando las rutas en camionetas destartaladas y tocando en sótanos o en escenarios multitudinarios, con bandas grandes o chicas, divirtiéndome y recopilando historias para mis primeros cuatro libros, que son netamente de ficción rockera, un subgénero no explorado por estos lados, y que a mí me ha dado grandes satisfacciones”.
“Antes de la literatura, para mí el rock era todo. Es más, de alguna manera le entregué mi vida al rock… Pero el rock no la quiso y me la devolvió. Tocar en una banda es como ser futbolista: formás parte de un equipo más allá de las jerarquías internas. Escribir es ser un maratonista o un boxeador: es estar solo. No hay equipo, sos vos frente a tus ideas. La vida en la carretera, salas de ensayo, camarines, hoteles, aviones y el escenario me dieron mucha tela para ser escritor” analiza.