Con el cambio comunicacional, Arroyo mostró su intención de candidatearse por dentro a la estructura oficialista. Acopló algunas iniciativas a la Provincia y la Nación. Pero, fuera de esa lógica, intercambió elogios con Barrionuevo.
por Ramiro Melucci
El momento límite fue la foto de la gobernadora en Chapadmalal con todos sus posibles rivales. Fue una dura advertencia devenida imagen. Desde entonces Carlos Arroyo, que venía de poner en duda si el año que viene buscaría la reelección por dentro de Cambiemos, empezó a mostrar su deseo de seguir perteneciendo a la alianza gobernante. La intención se refleja en sus redes sociales, donde el nuevo equipo de comunicación muestra fotos del intendente con Macri y Vidal. Aunque no son imágenes actuales, sino de los tiempos de bonanza con la gobernadora y el Presidente, sirven para marcar el anhelo de permanecer.
Ese deseo no sólo se percibe en fotos. También en un puñado de frases y propuestas para congraciarse con la gobernación y la Casa Rosada. El más paradigmático es la intención de preparar un proyecto de ordenanza para eliminar el impuesto municipal de la factura del gas. Pero hay más. En una de las semanas más críticas de la economía desde que Macri es presidente, Arroyo dijo que “no es tan grave como parece” la escalada del dólar y el regreso al Fondo Monetario Internacional, y definió como “pequeños” los recortes que habrá en la obra pública a partir del ajuste fiscal que anunció el ministro de Finanzas.
En la misma línea, marcó diferencias con los concejales radicales que acompañaron un proyecto para respaldar reclamos de trabajadores del Banco Provincia y del Senasa. Así, sostuvo, se opusieron a políticas de Vidal y Macri. Arroyo, el peor alumno de la clase desde que asumió, procura sacar un par de buenas notas para recomponer su imagen. Y en ese afán también señala a los compañeros que no hacen los deberes.
Fuera de esa lógica, el jefe comunal se abrazó con Luis Barrionuevo, a quien llamó “amigo”, y volvió a definirse peronista. El jefe del gremio gastronómico e interventor del PJ vio la puerta entornada y se metió en la interna de Cambiemos: dijo que Macri ya no lo quería a Arroyo un mes después de asumir y que, en lugar de mandarle fondos, le envió un comisario político. “Fernando es la excepción a la regla. Es un tipo honesto”, apuntó después de tildar de corrupto al Gobierno nacional. Y anunció que respaldará al intendente “hasta que termine su mandato”.
¿Qué implica ese apoyo? ¿Un acuerdo político? ¿Que Mercedes Morro, su concejal, vote todos los proyectos que Arroyo requiera? “No lo creo, más bien puede haber acuerdos puntuales en iniciativas concretas”, interpretaron en el massismo.
Arroyo no pronunció una palabra sobre las críticas de Barrionuevo a Macri. Las escuchó impertérrito. Acaso embelesado por el panegírico del gastronómico a su gestión. Un reconocimiento más entusiasta que el que cualquier autoridad nacional o provincial podría hacer hoy del gobierno municipal. Porque Arroyo, pese a los esfuerzos de las últimas semanas, no revirtió su pálida performance.
En el Concejo volvió a quedar desdibujado: le dieron vuelta una decisión en menos de una semana. Después de vetar la ordenanza que establecía los códigos de descuento de los municipales, no movió un dedo para evitar la derrota legislativa. Un resultado que exhibe la dura disputa interna en el interbloque oficialista y la escasa incidencia del intendente en las decisiones del recinto.
El sindicato municipal ponderó la reacción del Concejo y dijo que Arroyo “siente desprecio” por los trabajadores. Prepara el terreno para la inminente pelea por la ordenanza complementaria del presupuesto, a la que el secretario de Economía, Hernán Mourelle, está “revisando” desde hace cinco meses. Antonio Gilardi, el secretario general del sindicato, ha reiterado su temor al contenido de esa norma. Sospecha que podará “derechos adquiridos” de los empleados.
Otro debate próximo es el de las rendiciones de cuenta de 2017. Las definiciones políticas que de allí surjan también anticiparán los reacomodamientos de cara al año electoral.