Opinión
Por Nino Ramella
Quien se abstiene de etiquetar con agravios no manifiesta debilidad ni falta de convicciones sino que en general responde a una mínima conciencia de lo que es la responsabilidad de convivir en comunidad, además claro está de conectar con elementales normas de educación.
En los últimos días las diatribas surgidas de la boca de Javier Milei dirigidas al periodismo en general -algunas veces con nombre y apellido- no pueden menos que encender una luz de alarma toda vez que son expresiones de quien por la repercusión de sus dichos no pueden prescindir de mesura, prudencia y responsabilidad.
Con esa gestualidad a la que nos tiene acostumbrados y que nos hace dudar de su estabilidad emocional o de si no es víctima de un brote, nada menos que el presidente de la Nación expresa su alegría por el cierre de un medio de comunicación que emplea a 630 personas, trata de “ensobrados”, corruptos, delincuentes, ignorantes, sucios, prostituidos, mentirosos, extorsivos y una inagotable lista de otras linduras a la constelación de periodistas que ejercen su oficio en nuestro país.
Libertad…pero no mucha
Si alguien osa cuestionar aunque sea un matiz de lo que el “libertario” opina del tema que sea basta para que se encolerice, se le enciendan los ojos, muestre los dientes y escupa insultos.
No pareciera lógico recordarle a quien se la pasa gritando ¡Libertad! como un mantra sin fin que un periodismo libre es consustancial a la naturaleza de la democracia y las instituciones. Y que esa libertad no debe contemplar el límite de criticarlo a él o a sus ideas.
No es un slogan decir que sin un periodismo libre no hay democracia. Es impensable la existencia de una única voz surgida desde el poder a no ser que concibamos a la autocracia como un modelo de convivencia.
Hay dos tareas básicas de los periodistas en una sociedad democrática: informar y ser fiscales de los gobernantes. La remanida frase de Orwell cobra hoy particular relevancia: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás es relaciones públicas”.
El ejercicio libre del periodismo es básico en un Estado de Derecho que ampara la libertad de expresión como insumo esencial de los valores en que debe vivir y proyectarse una sociedad.
El Estado soy yo
¿Adónde querrá Milei que lleguemos? ¿Qué se propone con esa catarata de descalificaciones? Esperemos que no esté embriagado de la omnipotencia de creer que él va a poner en caja a todos los periodistas de este país y que claudicarán a sus amenazas como sumisos obedientes. En tal caso bastaría recordarle que este oficio sobrevivió a etapas trágicas en el pasado.
¿Es acaso el periodismo un escenario en el que el 100 % de sus protagonistas son puros, idóneos y bien intencionados? Pues no. No lo es al igual que cualquier otro conglomerado humano. Como no lo es la Justicia, la Educación, las organizaciones humanitarias, religiosas, deportivas o de la disciplina que sea. Y sin embargo no avanzamos contra ellas con topadoras para dejar tierra arrasada.
A la curiosidad del encontronazo entre su declamada cruzada libertaria y el desprecio por los que no opinan como él se suma que su trascendencia pública devino de la mano de sus estrafalarias apariciones como panelista en diversos medios de comunicación.
Acaso haya una ecuación más curiosa todavía y es ver que ese papel de furiosas reacciones, tanto en sus apariciones ante los periodistas que descuenta que lo tratarán bien como en lo que sube a las redes, encanta a sus seguidores. Algo así como si esa cara de descentrado y sus injurias fortalecieran adhesiones.
Más a la distancia, en el campo de pretensiones más racionales. hay quienes todavía intentan discernir con impulsos menos emocionales frente a qué fenómeno estamos.
Advertencias
Instituciones como el Foro de Periodismo Argentino, dedicado a reflexionar sobre un periodismo de calidad y a defender la libertad de expresión, emitieron comunicados dirigidos tanto al presidente como a su voceros advirtiendo sobre el injusto y pernicioso maltrato al que fueron sometidos hombres de prensa y medios de comunicación. FOPEA no tiene alineamiento partidario alguno y sus integrantes provienen de una amplia diversidad de enfoques ideológicos.
Al daño a las instituciones republicanas que se comete con estos embates desde la primera magistratura se suma la obscenidad de anunciar con desbordante entusiasmo el cierre de agencias noticiosas públicas y privadas y medios de comunicación cerrando de esa manera fuentes laborales en un oficio que ya arrastraba situaciones muy difíciles para sus trabajadores. Patológica crueldad.
Es un imperativo de responsabilidad profesional que el periodista evite etiquetas agraviantes aunque para eso deba refrenar básicos impulsos. Tampoco es posible juzgar acciones sólo con la vocación periodística o siendo analista político. Acaso para entender mejor lo que pasa sea necesario contar con especialistas de otras ciencias.