Cultura

“¿Un lo que canta un gallo son 4 periquetes?”, dudas lingüísticas de Marcos Mundstock

En tono de humor, el integrante de Les Luthiers propuso a los académicos una medición estricta del tiempo. Los refranes también fueron objeto de un análisis lingüístico.

por Carmen Naranjo

CORDOBA.- El humor delirante, culto e inteligente llegó al Congreso de la Lengua de la mano de Marcos Mundstock, componente de Les Luthiers, que propuso a los académicos una medición estricta del tiempo de tal forma que “un lo que canta un gallo” equivalga a “dos santiamenes o a cuatro periquetes”.

Esta fue una de las propuestas del creador de Johan Sebastian Mastropiero, que ha intervenido en el VIII Congreso de la Lengua celebrado en Córdoba en una videoconferencia, ya que por problemas de salud no pudo acudir a la capital cordobesa, donde Les Luthiers ofreció un concierto dentro del Festival de la Palabra.

La conferencia tuvo lugar en la sesión plenaria “Reflexiones, reclamos y correcciones poco serias sugeridas por la RAE. Novedosos usos y abusos del idioma: Academias y epidemias“.

Dentro de estos usos y abusos se encuentran las formas populares de medir el tiempo poco concretas, por lo que pidió a los académicos que impongan una mayor concreción.

Entre estas formas de medir, “un lo que canta un gallo” deberían ser “dos santiamenes y cuatro periquetes”, o “me pareció un siglo”, debe corresponder a la “cuarta parte de una eternidad”, o “un 0’33 de ya no veo la hora” consideró el humorista.

También las mediciones de lo que importan las cosas deben ser más concretas. Porque ¿”me importa un comino” es lo mismo que tres pepinos o medio pimiento?, se preguntó Mundstock.

“¿Y qué es un bledo, alguien sabe lo qué es un bledo?. Algún día un ejército de bledos se lanzará sobre los hispanoparlantes para vengarse de tantos siglos de ninguneo”, aventuró.

También pidió en un momento de su intervención a la Real Academia Española y al Instituto Cervantes que controlen la proliferación de libros de autoayuda, porque “de literario tienen muy poco”.

Y relató como él mismo escribió un libro de autoayuda que fue fracaso del gran público y cómo posteriormente su “Ayuda para leer libros de autoayuda” fue un gran éxito.

Y cómo tras su obra “¿Qué ganas con seguir durmiendo?” se refutó a sí mismo con “¡Qué ganas de seguir durmiendo!”.

Otro más literario fue su obra “Monte su propio Shakespeare”, prosiguió.

Entre las nuevas palabras sobre especialidades médicas, citó la de los cinecólogos, (doctores que solo atienden a las actrices de cine) o la “vajillitis” (inflamación provocada por lavar los utensilios de cocina con productos irritantes).

Los refranes también fueron objeto de análisis lingüístico por parte de Mundstock que propuso a los académicos que el “donde manda capitán no manda marinero” sea sustituido por “donde manda capitán hay que ir”. O en vez de “una golondrina no hace verano”, “una golondrina no hace un carajo”, eso sí, “con perdón de Gustavo Adolfo Bécquer”.

Una conferencia que provocó las continuas carcajadas del público del Teatro Libertador General San Martín donde se celebró el congreso con un humor que, como dijo el escritor y periodista Alex Grijelmo, juega tan sólo con la palabras y no con las personas.

EFE.

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