Muestra que el Atlántico era la ruta principal para transportar el aceite, las conservas de pescado y el vino producidos en la Península Ibérica hasta el norte de Europa.
Un trabajo multidisciplinar realizado por historiadores, matemáticos, informáticos y físicos expertos en redes complejas reconstruyó, tras estudiar los restos de 43.000 ánforas, cómo era el comercio del Imperio romano.
La investigación, publicada por la revista ‘Journal of Archaeological Science’, se llevó a cabo en el marco del proyecto europeo ‘Production and distribution of food during the Roman Empire: Economics and political dynamics (EPNet), liderado por el catedrático del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad española de Barcelona (UB) José Remesal.
El estudio muestra que el comercio entre las diferentes provincias romanas tenía flujos importantes y que el Atlántico era la ruta principal para transportar el aceite, las conservas de pescado y el vino producidos en la Península Ibérica (provincias Bética y Tarraconense) hasta el norte de Europa (valle del Rin Britania o Bélgica), en contraposición a las teorías que priorizaban la importancia del valle del Ródano, en Francia, como vía comercial.
Para llevar a cabo la investigación, los científicos utilizaron la base de datos del Centro para el Estudio de la Interdependencia Provincial en la Antigüedad Clásica (Ceipac) de la UB, que reúne 43.000 registros arqueológicos de restos de ánforas.
Según los investigadores, estos recipientes son el mejor indicador para estudiar el comercio de alimentos en la antigua Roma, creadora de la primera red comercial europea compleja, ya que estaban presentes en todo el imperio y llevaban grabados unos sellos con información precisa sobre el lugar de procedencia y otras características de los productos.
La investigación analizó esta gran base de datos de epigrafía anfórica con métodos propios de la física y la informática para contrastar diferentes teorías sobre el comercio en la antigüedad.
Los encargados del estudio concluyeron, por ejemplo, que la distribución por provincias tenía un papel relevante en el comercio de los alimentos, y las provincias cercanas geográficamente mostraban coincidencias, como que las ánforas tenían los mismos sellos de procedencia, seguramente porque compartían las mismas rutas comerciales.
El estudio también observa que las provincias con destacamentos militares importantes también presentaban similitudes entre ellas, lo que indica que unidades del ejército separadas por miles de kilómetros se abastecían con el mismo sistema de proveedores.
El trabajo desveló similitudes, con respecto a la epigrafía anfórica, entre las provincias del valle del Rin (Recio, Germania Superior y Germania Inferior) con las zonas de Britania y Bélgica, pero no ha encontrado esta similitud con las provincias de la Galia.
Esta diferencia hizo pensar a los investigadores que los productos procedentes de la Península Ibérica no llegaban al norte de Europa a través del Ródano, atravesando la Galia, como algunas hipótesis defendían, sino que las ánforas se transportaban a través del Atlántico.
Según los autores, este trabajo abre nuevas posibilidades para conocer mejor la Roma clásica, ya que se podría aplicar el nuevo método a otros productos y recipientes diferentes de las ánforas.
En la investigación también participaron el grupo de la UB PhysComp, que se dedica a estudiar redes complejas desde la física estadística; el Barcelona Supercomputing Centre, y la consultora SIRIS Academic, especializada en modelos semánticos y gestión del conocimiento.