Cada clase recibe entre 1.300 y 1.500 personas. Algunas completan todos los pasos y otros sólo se quedan un rato. Emanuel Abruzzo recibe cientos de mensajes, fotos y videos en los que los seguidores le agradecen el acompañamiento.
El bailarín argentino Emanuel Abruzzo, integrante del Ballet Estable del Teatro Colón, protagoniza un verdadero suceso en las redes sociales gracias a las clases de danza que dicta cada día a las 11, que comenzaron con unos pocos seguidores cuando se decretó el aislamiento a causa de la pandemia de coronavirus y que ahora siguen miles de personas de todo el mundo.
“Un día me levanté y tenía tres mil seguidores nuevos de todas partes del mundo”, contó a Télam Abruzzo, que suma ahora algo menos de 30.000 espectadores virtuales entre sus cuentas de Instagram, Facebook y Twitter, además del canal que mantiene en la plataforma YouTube, en la que quedan almacenados sus videos.
“Cuando el Teatro canceló los ensayos de Giselle el 12 de marzo, unos días antes de que se estableciera el aislamiento, fue un verdadero shock”, recordó el intérprete y agregó: “Pensé que tenía que hacer algo para moverme y mantenerme activo y que eso podía ayudar a otros en la misma situación”.
En ese momento, Abruzzo tenía experiencia como docente pero además contaba con conocimientos sólidos en edición de video gracias a un personaje que interpreta desde hace dos años en YouTube y que es muy conocido en el ambiente del ballet: la maestra absoluta de danza Ivanka Iendovskaya, que creó sumando a sus muchas docentes rusas y cubanas con las que aprendió en Estados Unidos.
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Abruzzo es una “rara avis” en el mundo del ballet argentino: empezó prematuramente a tomar clases de danza en Rosario y a los 11 años logró entrar al Instituto Superior de Artes del Teatro Colón (ISATC), pero su carrera se separó pronto del primer coliseo nacional.
En la adolescencia formó parte del Ballet Sub 16 de Julio Bocca y a los 18 años se fue a Estados Unidos, donde se sumó a Les Ballets Trockadero de Monte Carlo, una compañía masculina de ballet drag que parodia las convenciones del ballet clásico y romántico.
“La maestra Ivanka nació cuando empecé a dar clases y me di cuenta de que había correcciones que eran mejor recibidas si tenían un elemento de humor”, recordó Abruzzo que también despliega histrionismo y momentos hilarantes en sus clases de las 11 de la mañana, que transmite en vivo desde su departamento del centro porteño a través de su cuenta de Instagram (@emanuelabruzzo).
Las transmisiones son seguidas por personas de países de la región como Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay, Perú, Bolivia y Ecuador, pero también de otros lugares del mundo como República Dominicana, Países Bajos, Italia, España, Marruecos y Estados Unidos.
“Cada clase recibe entre 1.300 y 1.500 personas de todo el mundo. Algunas completan todos los pasos y otros sólo se quedan un rato, por eso intento que las secuencias sean simples, siempre series ‘en croix’, que se pueden repetir a tiempo o más lentamente, si uno hace años que no se mueve”, explicó el bailarín, y añadió que acompaña a sus seguidores con bromas, canciones y chistes.
Al final de cada encuentro, Abruzzo recibe cientos de mensajes, fotos y videos en los que los seguidores le agradecen el acompañamiento: “Me conmovió especialmente la carta de una actriz, Eliana, que perdió la vista y me contó que, como yo describo cada secuencia y cada paso sin suponer que todos pueden verme, ella había podido volver a hacer barra después de muchos años”, relató.
Si bien el bailarín estaba entrenado en la grabación y edición de sus videos con las lecciones de su maestra Ivanka Iendovskaya, transmitir en vivo online tiene otros requerimientos: “Un profesional del Teatro Colón que además es amigo, Luis Casella, me asesoró con algunas cuestiones técnicas como la iluminación y el registro con la cámara”, explicó.
Así, a las clases en vivo, Abruzzo fue sumando otras alternativas: clases a beneficio de institutos de todo el país; los “viernes vintage”, para los que tanto él como sus seguidores se visten con atuendos de los años 70 y 80; las barras que dicta para bailarines profesionales, como la que compartió con su compañera del Ballet Estable Paula Cassano; las lecciones que hizo a dúo con el sudafricano Boysie Dikobe o la estadounidense Rebecca Joy, actriz, impulsora del Mindful Movement y profesora de yoga; y dúos de danza y canto como el que interpretó con la cantante Ana Durañona.
Antes de la pandemia, incluso antes de entrar por concurso al Ballet Estable del Teatro Colón, Abruzzo fue profesor en el Jacob’s Pillow Dance Festival y en Steps on Broadway, participó del espectáculo off-Broadway “Heat Wave: The Jack Cole Project” y fue integrante del Ballet Suzanne Farrell en 2012.; una trayectoria singular que ahora vuelve a dar un volantazo.
“Toda esta situación me despertó la necesidad de generar cosas”, aseguró Abruzzo quien, aunque tiene muchos años de ballet por delante, se imagina en un futuro produciendo, dirigiendo o incluso creando una fundación que permita a jóvenes bailarines acceder a becas en todo el mundo.
“Creo que no vamos a volver a la normalidad que teníamos antes, ni lo creo ni lo espero. Vamos a tener otra perspectiva porque me parece que todo lo que pasamos en la vida puede enseñarnos algo”, concluyó.