La Ciudad

Un 19 de junio de hace 28 años Mar del Plata sufría “la peor tempestad de su historia”

Se trató de un "huracán", según reflejó entonces LA CAPITAL. Hubo muertos, daños materiales incalculables, árboles caídos y una gran cantidad de techos volados.

El miércoles 19 de junio de 1991, hace exactamente 28 años, Mar del Plata sufría lo que LA CAPITAL catalogó como “la peor tempestad de su historia”.

Ese día las ráfagas de viento superaron los 120 kilómetros por hora, hubo cuatro muertos por razones vinculadas a las condiciones meteorológicas –tres en Mar del Plata y uno en Miramar–, pérdidas materiales incalculables y alrededor de 140 evacuados. Casi toda la zona quedó sin luz, escaseó el agua y tampoco hubo clases.

Un árbol caído en la plaza Colón.

Infinidad de árboles caídos. Cables de alta tensión, mampostería de edificios, carteles y luminarias desparramados en las calles. Voladura de techos. Rotura de vidrios en edificios. Y un panorama que llevó al diario a describir a Mar del Plata como “una ciudad fantasma” durante la noche.

Once colegios de la órbita provincial resultaron dañados. En seis de ellos el techo literalmente voló, mientras que en los otros hubo daños de consideración.

El templo de San Cayetano, el club Talleres, numerosas viviendas y otros establecimientos resultaron destruidos.

Un kiosco derrumbado.

Por la posibilidad de accidentes (dos camiones chocaron en la ruta 226), había pánico en las rutas de acceso. Bomberos, Eseba (Empresa Social de Energía de la provincia), Defensa Civil de la Municipalidad, entre otros organismos, se vieron desbordados por el desastre, mientras que los micros dejaron de circular y diferentes barrios afrontaban situaciones dramáticas.

Entre los fallecidos, uno había ingerido una abundante cantidad de alcohol, cayó sobre el agua acumulada en la esquina de Talcahuano y Solís y se ahogó.

Otro hombre hizo contacto con un cable de alta tensión caído en 9 de Julio y Perú y falleció en el acto. Otro murió intoxicado con gas. Y en Miramar un hombre falleció luego de que cayera sobre su vivienda precaria un árbol de gran porte.

Un hombre murió al hacer contacto con un cable caído.

Ante la emergencia, el intendente Ángel Roig convocó a una reunión de urgencia y ordenó el inmediato alistamiento de personal y unidades correspondientes a los distintos departamentos de la comuna.

Los evacuados fueron atendidos en la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina (ESIM). Entre ellos había unos 90 niños.

“Ha sido el peor temporal registrado en la historia de Mar del Platas”, se animó a evaluar en ese momento el jefe técnico de Eseba, Eduardo Felipe. Y aseguró que el fenómeno “desbordó toda la capacidad de trabajo de las cuadrillas” de la empresa.

“Nunca se vio algo así”, coincidieron funcionarios de dependencias provinciales, municipales y la Prefectura Naval.

El experto en meteorología Alberto Celemín advertía que se trataba de “un viento huracanado que se ha establecido en un gran sector de la región”.

Según destacó al día siguiente, “el fenómeno registrado debe catalogarse como un huracán, dado que en la terminología internacional se clasifica con esa denominación a los vientos que llegan a superar los 118 kilómetros por hora, y en esta ciudad hubo vientos permanentes de 80 a 100 kilómetros con ráfagas de hasta 125″.

El huracán dejó para la historia otro episodio. El 20 de junio de 1991 el buque Marcelina de Ciriza cortó amarras en el puerto de Mar del Plata y el mar se lo llevó. Navegó “con rumbo milimétrico para no impactar con los dos grandes morros de las escolleras”, según reflejó LA CAPITAL, y terminó encallando frente a la rotonda de Constitución. Desde entonces fue conocido como “el barco fantasma”, que solo asoma cuando la marea está baja.

La tapa de LA CAPITAL del 21 de junio de 1991, con la “travesía” del Marcelina de Ciriza.

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