El Senado de Estados Unidos absolvió hoy al presidente Donald Trump y dio por terminado el juicio político que habilitó la Cámara de Representantes en diciembre pasado por los delitos de abuso de poder y de obstrucción al Congreso.
Con el fin del juicio político, que duró apenas 16 días en la cámara alta, Trump tiene ahora el camino despejado para concentrarse en su campaña de reelección, que comenzó esta semana con su primera victoria en la interna presidencial republicana en Iowa y continuará el próximo martes en New Hampshire.
El Senado rechazó el cargo de abuso de poder por 52 votos contra 48, y se pronunció en el mismo sentido sobre el delito de obstrucción al Congreso por 53 votos contra 47, según la cadena CNN.
El único senador republicano que votó a favor de la destitución de Trump en el primer cargo fue el ex gobernador de Massachusetts y ex candidato presidente Mitt Romney. En el segundo, en cambio, se alineó con el resto de su bancada.
“La pregunta importante que la Constitución encomienda responder a los senadores es si el presidente cometió un acto tan extremo y flagrante que representa un delito y falta grave; sí, lo hizo”, anunció, visiblemente movilizado, Romney frente a la prensa en el Capitolio, una hora y media antes de la votación.
Inmediatamente después de la votación, el equipo de campaña de Trump celebró la noticia.
“Los demócratas que no sirven para nada saben que no pueden ganarle y entonces le hicieron un juicio político; esta prueba horrible siempre fue una táctica de campaña para invalidar los votos de 63 millones de estadounidenses en 2016 y un esfuerzo transparente para interferir con la elección en 2020”, sostuvo el jefe de la campaña por la reelección de Trump, Brad Parscale, en un comunicado, citado por el diario El País.
La votación en el Senado se realizó apenas unas horas después de que Trump diera un discurso electoralista ante ambas cámaras del Congreso que desató protestas sin precedentes de los demócratas y exhibió la creciente grieta política de Estados Unidos.
Algunos senadores republicanos expresaron su inquietud por la campaña de presión que Trump ejerció sobre Ucrania para que investigara a su potencial rival electoral demócrata Joe Biden e interfiriera en los comicios generales del 3 de noviembre próximo.
Sin embargo, concluyeron que no se trataba de un delito lo suficientemente grave para destituirlo y, mucho menos, a nueve meses de pelear en las urnas su reelección. Por eso, los demócratas no lograron ni acercarse a la meta de convencer a 20 senadores republicanos para conseguir la destitución.
El oficialismo controla la cámara alta con 53 senadores, mientras que los demócratas poseen 45 bancas y suelen sumar el voto de dos legisladores independientes. Para expulsar del cargo a Trump necesitaban 67 votos.
El cómodo resultado le otorgó un claro triunfo al oficialismo, quien en la figura del líder de la mayoría Mitch McConnell no dudó en calificar el juicio político como “un error político colosal” de la oposición demócrata.
“El mensaje de hoy es claro: no hagan un juicio político partidista; no lo vuelvan a hacer”, concluyó el senador en una conferencia de prensa posterior a la votación.
El juicio político nació el año pasado por la denuncia que hizo un miembro de los servicios secretos contra Trump por retener ayuda militar para presionar a Ucrania a anunciar investigaciones por corrupción contra Biden.
El final de este proceso no cerrará necesariamente otras investigaciones contra Trump que impulsa la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes. Sin embargo, el apoyo para una nueva ofensiva de este tipo no es mayoritario entre los demócratas, que se enfrentan a una disputada y fragmentada interna presidencial.
Por el contrario, Trump es el favorito indiscutido de su partido y esta semana obtuvo un nivel de apoyo récord, con 49%, según la consultora Gallup.
Además, con una base derechista ferozmente leal que desborda sus frecuentes actos por todo el país y una maquinaria electoral de las más aceitadas y mejor financiadas de la historia, Trump inicia este año electoral desde una posición política más cómoda que sus rivales.