El abogado Daniel Romeo (64) fue víctima de una entradera el pasado lunes en su casa de Plaza Mitre. Aún con dolores por los golpes que recibió y con "permanentes" ataques de pánico, considera que "el Estado es responsable por omisión".
Al abogado penalista Daniel Romeo (64) todavía le duele el cuerpo por las patadas y trompadas que le pegaron tres delincuentes que el lunes a la mañana de la semana pasada asaltaron su casa a metros de la Plaza Mitre. Sufre ataques de pánico, le cuesta respirar. Tiene miedo. Desde que tres hombres, que exhibieron credenciales de la Policía Federal, entraron a su casa armados y le robaron tiene miedo.
“Me robaron tres delincuentes de manera violenta y el Estado también”, asegura Romeo, es que, según considera el abogado penalista, “el ministro de Seguridad Cristian Ritondo tiene responsabilidad por omisión” por los hechos ocurridos en su casa de Brown al 2900.
Esa “responsabilidad por omisión” de la que hace referencia Romeo, la justifica en que los delincuentes que ingresaron a su casa, lo ataron, lo golpearon y lo asaltaron, tenían handys con los que escuchaban la frecuencia policial para prever los movimientos de las fuerzas de seguridad y así poder escapar.
“Es un evento extraordinario, no está permitido escuchar la frecuencia de una fuerza de seguridad y se puede demandar al Estado por esto. El Estado no hace nada para evitar esto. Por más que la Fiscalía General de Mar del Plata advirtiera de este peligro, el Estado no encripta las frecuencias policiales”, expresa la víctima de una violenta entradera en un rol mixto con su profesión de abogado penalista.
“Si la propia fiscalía advierte la peligrosidad de la no encriptación de la frecuencia policial, se está dando cuenta que hay una responsabilidad del Estado, en este caso hay una omisión de los deberes de funcionario público por no haber hecho nada”, considera Daniel Romeo y agrega: “No es un tema menor que los delincuentes escuchen la frecuencia de la policía, hay sangre de por medio”.
40 minutos de terror
Fueron cerca de 40 minutos los que Daniel Romeo y su padre sustituto estuvieron bajo las amenazas de tres delincuentes armados. Atados, golpeados, impotentes ante el robo que sufrieron en la casa de Brown al 2900.
El lunes 17 de julio Romeo se despertó poco antes de las 9 de la mañana, horario en que suele llegar su padre sustituto a su casa y en el que llegaban unos obreros que hasta hace unos meses realizaron tareas de remodelación en el lugar.
A las 9 de la mañana, como es habitual, el padre sustituto de Romeo llegó a la casa. Cuando abría la puerta fue atacado por un hombre, quien lo golpeó y lo tiró contra un sillón. Ese momento otros dos sujetos ingresaron y cerraron la puerta.
Los tres hombres subieron a la planta alta y entraron directamente en la habitación de Romeo, quien seguía en la cama. “Policía, tiene orden de detención y allanamiento”, recuerda el abogado que le gritaron los hombres, a la vez que exhibían unas placas de la Policía Federal y lo apuntaban con pistolas.
Romeo intentó tranquilizar a los hombres, explicarles que él era abogado y que para hacer un allanamiento necesitaban una orden. Pero los sujetos se alteraron aún más y comenzaron a golpearlo. Lo tiraron de la cama al piso y lo patearon. Mientras le pegaban le dijeron que tenía una orden de detención por trata de persona.
Acabada la farsa del allanamiento y la supuesta orden de detención por trata de persona, los delincuentes obligaron Romeo que los llevara a “la habitación con la caja fuerte”. En ese momento, uno de los asaltantes subió a la planta alta con la otra víctima maniatada y agarró al abogado penalista para atarlo, primero con un cinto, y después con una sabana para apretar bien fuerte sus pies y manos.
Según recuerda Romeo, los delincuentes, al ver la caja fuerte, volvieron a pegarle y entre patadas y piñas le exigieron que entregara las llaves. La víctima entregó las llaves, la caja fuerte se abrió y los delincuentes la vaciaron para tomar dólares, pesos y algunas joyas.
Romeo narra que uno de los delincuentes decidió abrir una ventana que da al patio para ver si había alguien más en la propiedad. Ese momento el abogado penalista aprovechó para gritar “no tengo más nada”. Un grito fuerte disfrazado de pedido de ayuda, que su vecina llegó a escuchar e interpretarlo para llamar inmediatamente al 911.
Los delincuentes escucharon por el handy policial la denuncia de un robo en la casa de Brown al 2900 y decidieron huir del lugar. “Vamos, vamos, vamos”, exclamó uno de los asaltantes y, al igual que como llegaron, se fueron por la puerta principal, cuando el reloj llegaba a las 9.40.
“Conocían absolutamente todos los movimientos de la casa. Por eso a los policías les di mi convicción de quiénes podían haber sido”, expresó Romeo, quien sospecha de algún vínculo con las personas que realizaron las obras en su casa.
Pasó una semana del asalto y Romeo tiene turno con un psicólogo y un psiquiátra para tratar sus ataques de pánico. “Me cuesta respirar y tengo que cuidarme. Me va a costar superar“, concluye el abogado penalista que le adjudica responsabilidad al Estado por la entradera que sufrió.