Un grupo de 12 pingüinos magallánicos retornó al mar luego de atravesar un proceso de rehabilitación. Fueron rescatados en distintos puntos del Partido de la Costa y en las localidades de Villa Gesell, Valeria del Mar y Pinamar.
En las playas de San Clemente, 12 pingüinos magallánicos (Spheniscus magellanicus) regresaron al mar luego de transitar un proceso de rehabilitación que llevó entre uno y cuatro meses.
Las aves marinas fueron rescatadas entre finales de noviembre del año pasado y principios de marzo del corriente año. Al momento de su rescate presentaron cuadros de distinta gravedad, según el caso, de desnutrición, deshidratación, anemia, alta carga parasitaria e hipotermia.
En el caso de los pingüinos hallados en Villa Gesell fueron inicialmente asistidos por la Asociación de Naturalistas Geselinos, mientras que los encontrados en Pinamar y Valeria del Mar, recibieron los primeros auxilios de parte de la Fundación Ecológica Pinamar. Ambas instituciones trabajan de manera cooperativa junto con la Fundación Mundo Marino. El resto de las aves fueron asistidas por la institución san clementina luego del llamado de turistas que se encontraron con los animales en playa.
“Estos animales pasan gran parte de su vida en el agua buscando alimento, por lo que no es un buen síntoma que aparezcan solos en nuestras playas. Lo que vemos es que año tras año aparecen desnutridos, anémicos y con cuadros de hipotermia. Nuestros colegas brasileños lo denominan “síndrome del pingüino varado”. Por algún motivo, en su periplo migratorio no están encontrando suficiente alimento y salen famélicos a nuestras costas. Sin asistencia, difícilmente sobrevivan”, explica Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate y Rehabilitación de la Fundación Mundo Marino.
“Los pingüinos no se hidratan a través del agua de manera directa, sino a través del alimento sólido que ingieren. Por lo que ante la falta de alimento, comienza un proceso de deshidratación. Por eso, el tratamiento consistió en primera instancia en hidratarlos con agua y un complejo vitamínico. Luego, progresivamente se les ofrece una fórmula líquida con pescado, hasta que finalmente toleran de buena manera pescado cortado o entero”, explicó Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino.
Por otra parte, en el caso de estos animales, se los desparasitó y se les tomaron muestras de sangre a su ingreso y antes de darles el alta veterinaria que los habilita a integrar un grupo de individuos a ser reinsertados. Estas aves marinas tienen un comportamiento gregario y no pueden reinsertarse de manera individual, por lo que es necesario aguardar a que se conforme un grupo con una cantidad mínima de individuos.
“Este rescate es un símbolo del trabajo y el compromiso de un conjunto de personas, porque los que trabajamos en conservación de la biodiversidad lo hacemos en red. Cada actor e institución que trabaja es indispensable, pero especialmente aquellos centros de rescate como la Estación de Rescate de Fauna Marina Guillermo “Indio” Fidalgo, de Bahía Blanca que están en zonas en las que no existen otras instituciones preparadas para dar asistencia a los animales que aparecen varados.
De hecho, esta reinserción no hubiese sido posible sin el compromiso de la Fundación Ecológica Pinamar, la Asociación de Naturalistas Geselinos, la Fundación Verdemar de Villa Gesell, guardaparques del OPDS y tantas otras instituciones con quienes compartimos conocimientos y experiencias”, agradeció Sergio Rodríguez Heredia.
Esta especie, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se encuentra en estado de “preocupación menor”, se distribuye a lo largo de todo el litoral Sudamericano, tanto en nuestra Patagonia argentina, como en el sur de Chile. En nuestro país se distribuyen desde Península Valdés, en Chubut, hasta la Isla Martillo, Isla de los Estados e Islas Malvinas, en Tierra del Fuego.
Su ciclo de reproducción se lleva a cabo entre septiembre y marzo. Luego de esa etapa mudan su plumaje e inician su viaje migratorio entre fines de marzo y principios de abril, el cual puede llegar hasta la latitud de Río de Janeiro. Durante ese viaje anual de alrededor de 6 meses pueden recorrer un total de 5000 kilómetros. En cuanto a su alimentación su dieta se compone de peces como anchoitas, sardinas y merluzas; moluscos, como calamares, y crustáceos, como el langostino. El viaje migratorio se relaciona con el movimiento estacional que realiza la anchoita, una de sus principales presas, que durante nuestro invierno, luego de haber migrado desde nuestra Patagonia, desovan en las costas de Brasil.
Trabajo en red
Durante la reinserción estuvieron presentes miembros de la Fundación Ecológica Pinamar y de la Cooperativa Reciclando Vidas, de la localidad de Santa Teresita. Esta última, que se dedica a la recuperación de residuos reciclables a través de la inclusión social de poblaciones vulnerables, recibió recientemente como donación una compactadora por parte del Parque Educativo Mundo Marino. Hace poco más de un año que el Parque Educativo se transformó en una fuente de recursos para Reciclando Vidas, dado que les entrega sus residuos para su recuperación. Actualmente recuperan entre 10 y 15 toneladas de residuos por mes.
“Esta imagen quedará perpetuada en mi memoria. Al ver esos animales volviendo a su hábitat no pude evitar relacionarlo con nuestra actividad diaria. Porque cada vez tomamos más conciencia del mal que podemos generar en el ambiente si no le damos un tratamiento adecuado a los residuos que generamos. Todos tenemos que ser conscientes de que hacemos mucho daño al arrojar basura y que tenemos que reducir lo máximo posible el material descartable que utilicemos. Aprovecho para agradecer a Mundo Marino la compactadora que nos donó y que instalaremos en nuestra sede de Mar de Ajó”, explicó Mariano Boccazzi, presidente de la cooperativa Reciclando Vidas.