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Ramella: “tranquilamente podría tener otro desafío en Peñarol”

Leandro Ramella, el entrenador del año, habló de todo en una charla extensa: la temporada pasada, el dolor de la eliminación, sus métodos, Thornton, la comunión equipo-público, el nivel de la Liga y el valor de los reconocimientos. Y admitió que le gustaría intentar volver a ser competitivo con el equipo "milrayitas".

por Sebastián Arana

 

 

A la temporada 2021/2022 de la Liga Nacional de Básquetbol le falta escribir su capítulo final. Para Peñarol ya es historia, pero de la buena. El equipo marplatense disfrutó del torneo más feliz de los últimos ocho años y sus seguidores recuperaron la alegría. Mérito del rendimiento de jugadores que rindieron por encima de las expectativas. Pero también de un gran trabajo de Leandro Ramella, reconocido como el mejor entrenador de la temporada -junto al DT de Quimsa, Sebastián González– en la encuesta que anualmente organiza la Asociación de Clubes.

La influencia de este entrenador marplatense de 47 años en el equipo fue tanta que, pensando en el torneo que viene, uno de las cuestiones que más interesan a dirigentes e hinchas es la de la renovación de su contrato.

Siempre cauto, el DT formado en Kimberley dijo que evalúa todo. Pero admitió que “tranquilamente podría tener otro desafío en Peñarol” en una charla mano a mano en la que desmenuzó la temporada pasada, el nivel de la competencia, sus formas de trabajar y el valor de los reconocimientos personales.

-¿Qué hay en el futuro inmediato?

-Hoy no lo sé. No lo tengo claro. Me sentí muy cómodo en Peñarol…

-¿Te ves otro año en el club?

-Tranquilamente podría tener otro desafío en Peñarol. Sería muy difícil, pero lo asumiría…

-Dejaron la vara muy alta…

-Pero hay que hacerse cargo e intentarlo. No sé si podremos poner al equipo otra vez dentro de los primeros cuatro de la serie regular, pero sí podemos aspirar a un Peñarol competitivo y mejorar nuestra perfomance en play-offs. Ese sería un muy buen desafío. Pero siempre hay que ver las posibilidades laborales que uno tiene. Uno tiene que pensar bien y elegir bien. Sergio Hernández siempre decía que estamos todo el tiempo tomando decisiones y que teníamos que tratar de que sean buenas. En este momento del año la cabeza trabaja mucho y es cuando esas decisiones tienen que ser mejores. Cuando decidí dirigir Peñarol fue difícil para mí…

-¿Por tu pasado en Quilmes?

-Claro. Era un desafío importante después de haber tenido un ciclo importante en Quilmes. Y esta es mi ciudad, yo vivo acá. Todo el tiempo tomamos decisiones y ahora es el momento de no equivocarnos. Tengo que ver las posibilidades y pensar mucho.

-Peñarol se está ordenando, ¿pero ya hubo sondeos?

-Siempre. Incluso sin saber quién iba a ser el presidente. Siempre me manifestaron sus intenciones de que me quede. Ahora está definido y veremos cuáles son las posibilidades concretas de trabajar y de qué equipo armar. Todavía el mercado no se mueve, es temprano…

-¿El plantel que se pueda armar es un aspecto que tenés en cuenta?

-Sí. A todos nos gusta tener un equipo lo más competitivo posible. No hay un solo aspecto, todo está relacionado. A veces uno quiere ir afuera por una cuestión económica, el momento del país te empuja al exterior. Pero trabajar acá permite estar cerca de la familia y eso también juega. Ojo que la familia no es un impedimento, yo sabía que no iba a estar siempre al lado de mi familia cuando elegí este camino. Pero todo se considera.

“La eliminación con Boca me dolió mucho”

 

 

-¿Cómo vivís estos días sin básquet?

-Mariano, mi asistente, recupera en el colegio las horas que pierde cuando tiene que viajar. Yo recupero horas familiares, tratando de estar más cerca. El básquet está igual, sigo viendo las finales por la tele, más Uruguay, Europa, ACB. Nunca deja de estar presente. Pero ahora el tiempo del entrenamiento es para la familia y para hacer cosas en la casa.

-¿Te gusta la vida familiar o sentís que falta algo cuando no está el día a día de la competencia?

-Lo llevo bien. Yo vengo de familia de oficios. Mi abuelo fue carpintero toda su vida, crecí a su lado; mi papá techista, todavía sigue laburando. He aprendido algo y me gusta hacer cosas en la casa. Tengo mis herramientas, heredadas de mi abuelo, y me gusta ocuparme del mantenimiento básico de la casa. Pero una cosa es que me guste y otra que lo haga bien.

-¿Qué te pasa cuando ves por televisión las semifinales de la Liga?

-La eliminación con Boca me dolió mucho. Me ha pasado de poner los partidos y sacarlos al ratito, me amargué bastante. Es tan difícil llegar al lugar dónde estuvimos…Cuando está esa oportunidad, no hay que dejarla pasar. Siento que pudimos estar ahí.

-¿Dolió más que otras eliminaciones?

-Una vez en La Unión de Formosa perdimos un quinto partido con Atenas –tuvimos una lesión ahí en el medio que nos complicó- y me pasó algo muy parecido. Ellos eran un gran equipo y llegaron muy bien. Ahí también sentía que pudimos haber estado un pasito más adelante. Otros años no tanto. Por ejemplo, cuando jugamos las semifinales con Quilmes ante Gimnasia de Comodoro Rivadavia fue distinto porque yo sentía que ya habíamos llegado a nuestro techo. Esta vez, y aquella de Formosa, me quedó la sensación de que pudimos dar un paso más. Estoy convencido.

-Durante el año vos fuiste muy cauto con las posibilidades del equipo. ¿Lo veías en semifinales?

-No. Una vez nos hicieron un reportaje a mí, al entrenador de Ferro y a otro porque nuestros equipos venían haciendo una buena Liga. Lo único que yo decía es que los play-offs son otra cosa y que la jerarquía pesa sobre los equipos más dinámicos. Pasó un poco eso. Los equipos que venían sustentados en la energía quedaron en el camino. Para mí terminar entre los primeros cuatro fue un logro muy difícil de conseguir. Y me sentí mal quedar afuera por la forma en la que habíamos competido frente a Boca. Ojo, nos ganó bien, como corresponde, pero no nos sacó de la cancha. Fueron detalles los que marcaron la diferencia. Momentos del tercer cuarto en el primer juego, el cierre del segundo, seis o siete minutos del primer cuarto en el último partido…El resto de la serie fue de igual a igual. En la previa pensaba que iba a pesar la jerarquía de Boca y pesó; pero mientras estábamos ahí los jugadores y yo no nos sentíamos afuera, veíamos que podíamos. Después de ir 0-2 no fuimos con los brazos caídos. El equipo afrontó el tercer juego como si la serie fuera empatada. Salimos a plantarnos en la cancha diciendo que la serie no se iba a terminar. En el play-offs tuve todo el tiempo la sensación de que teníamos las mismas posibilidades que Boca. Analizándolo fríamente, me di cuenta de que no era así. Pero durante la serie lo viví de esa manera.

“La nuestra sigue siendo una Liga muy difícil de jugar”

 

-Recién hablaste de un lote de equipos con dinámica que venían bien. ¿Esa definición es la que le cabe a Peñarol o fueron más que eso?

-Algunos equipos ganaban porque ponían más energía. Nosotros éramos un equipo con energía, con jugadores jóvenes, pero también habíamos logrado una buena dinámica colectiva, algo que a veces se consigue y otras no. Los jugadores se llevaban bien entre ellos dentro de la cancha y habían aparecido algunas sociedades buenas. Eso nos ponía un pasito por encima de esos equipos. A la energía y a la juventud nosotros le sumamos lo que se suele llamar química. No considero que éramos de los que mejor jugaban…

-¿No?

-Había equipos que jugaban mejor que nosotros. A Quimsa le ganamos los dos partidos, pero es mejor que Peñarol. Boca para mí juega muy bien; con ellos fue un poco raro, nos ganamos mucho de visitante, el único triunfo local fue el último. San Martín de Corrientes me encantó…

-¿Instituto?

-No sé…Tiene mucho personal. Para mí, lejos, el mejor plantel de la Liga. El que mejor puede armar dos quintetos. Cuando la Liga empieza a transcurrir, te das cuenta que lo de los dos quintetos es un ideal, a todos se nos achica el equipo. A Instituto le pasa, algunos jugadores tienen poca participación. No sé quiénes son titulares y suplentes. A mí, por caso, me gusta más Copello que Whelan. Al entrenador le puede gustar más Whelan. Pero yo creo que para armar un equipo de punta a Copello se lo puede considerar tranquilamente y es suplente. Fierro fue el MVP de la temporada pasada y es suplente.

-Para mí hubo varios que jugaron bien, ¿cómo analizás el básquet que se ve en la Liga?

-No tiene la jerarquía de otros años. Los extranjeros que vienen son de menor calidad. Pero considero que sigue siendo una Liga muy difícil de jugar. Los extranjeros que juegan acá, cruzan a Uruguay y cobran el doble. Pero, cuando regresan, no juegan el doble de lo que lo hacen allá. A muchos les cuesta. En Uruguay se paga mejor, pero no se juega mejor. La Liga nuestra es muy dinámica, la parte táctica sigue siendo muy buena. De hecho, el torneo se rompió un poco del décimo para arriba y del décimo para abajo. Dentro de esos dos grupos, la paridad era tremenda. Hasta la última fecha había un lote de cuatro o cinco equipos que luchaban por ingresar a play-offs. Hacía mucho que no se daba eso con veinte participantes.

-Y si te distraías con los del grupo de abajo, perdías por veinte…

-Cualquiera le ganaba a cualquiera. Argentino de Junín nos ganó claro. Hispano descendió y también. No había fechas libre. Ni Quimsa, ni Instituto. De hecho, Instituto estuvo mucho tiempo entre el octavo y el noveno lugar. Decían que era por las lesiones, pero lesiones tuvimos todos. Quimsa, hasta antes de pasar los play-offs, promediaba 5,7 o 5,8 mayores utilizados por partido. Es bajísimo. Pero tuvieron lesiones, recambios que no se produjeron con rapidez…Pasa que como los U23 que tiene son en algunos casos mejores que algunos mayores, no lo sufrieron. A todos nos pasó.

-De hecho, Peñarol tuvo grandes rendimientos cuando más disminuido estuvo. ¿Por qué pasa eso?

-Es difícil de explicar. Creo yo que el jugador tiene menos que perder y actúa más tranquilo. Se dice a sí mismo: “Si me equivoco, no pasa nada, no me van a sacar, no hay otro”. Tiene menos responsabilidad. Es difícil jugar contra los que no tienen nada que perder. Si lo trasladas a los equipos, es lo mismo. El que está disminuido, juega más tranquilo. Y si logra llevar el partido a su terreno cada vez se va sintiendo más cómodo y presiona más a su rival. Por caso, nosotros acá a Argentino de Junín les ganamos muy apretado y a ellos les faltaban varios jugadores. Pero, a la larga, los equipos que tienen más poderío se ponen firmes en el momento del año en el que se tienen que poner firmes. Históricamente, eso siempre ha sucedido en nuestra Liga.

-La racha de Peñarol empezó con las lesiones de Marín y Thornton…

-En realidad, en Formosa, un partido feo, ganamos de casualidad. El último tiro lo tuvieron ellos. Y después fuimos a Regatas, perdimos a Marín, y ganamos igual. Con San Martín no jugó Thornton y volvimos a ganar. En esa gira empezamos a construir confianza. Nos faltaba eso. En el Súper 20, para mí, habíamos jugado bien. Habíamos hecho una primera “burbuja” muy buena y normal la segunda. Y después empezamos la Liga con un muy mal partido de local con Oberá, no podíamos parar a Melvin Johnson, que después tuvo un gran torneo. Nos costaba mucho de local, creo que sólo jugamos bien en ese tramo del torneo con La Unión de Formosa. Después le ganamos ahí nomás a Hispano, perdimos con Ferro y jugamos un primer tiempo muy malo con Regatas, nos sacaron veinte. Y en el segundo jugamos muy parecido al Peñarol de después, tuvimos dos tiros para ganar y erramos. Y de ahí nos fuimos a Formosa.

 

“Me gusta tener una base y trabajarla con pocos cambios”

 

 

-Como en Quilmes, lograste elegir una dupla de extranjeros para todo el año…

-Sí, pero fue un poco raro. A nuestra dupla la sostuvieron los resultados. El equipo necesitaba un “5”…

-Es extraño tener dos extranjeros en el mismo puesto…

-Claro. Mucho más si se trata de un equipo que no tiene un presupuesto tan alto. Tenés buena parte del dinero del equipo puesta en una sola posición. Los dirigentes también la sostuvieron por los resultados. Pero entre ellos dos se complementaron bárbaro y Phillip Lockett pudo sostener la alta cantidad de minutos que tenía…

-Lockett rindió muchísimo…

-Sí, claro. Pero todos rindieron por encima de lo que pensábamos, por eso conseguimos lo que conseguimos. El equipo casi no se tocó y fue bueno.

-¿El equipo tuvo que haberse tocado un poco más, sobre todo en el momento en el que todos movieron sus fichas para reforzarse?

-Creo que ahí hubo una desinteligencia. En vez de traer un perimetral, tuvimos que haber incorporado a un interno. Pensamos que se iban a poder cerrar dos fichas, comenzamos con la del perimetral y después no pudimos sumar al “grande”. Trajimos a Sahdi, no al interno y, finalmente, a Sahdi tampoco lo pudimos casi utilizar. Esa fue una desinteligencia. Pero después no tuvimos problemas. A los dirigentes no les gustan los cambios y los conflictos. El proceso de la temporada fue bueno. A veces se habla de procesos cuando los resultados avalan. A veces hay buenos procesos sin grandes resultados. Este año tuvimos las dos cosas: proceso y resultados. Fue una temporada tranquila para el club.

-Y los resultados, claramente, afianzaron las relaciones grupales, ¿no?

-Al no tocar tanto el equipo y encontrar una idea trabajamos más tranquilos todos: nosotros, los jugadores y los dirigentes. Hay una calma que te lleva a tomar buenas decisiones y a equivocarte menos. Cuando vos entrás en una vorágine en la que necesitás sí o sí del resultado empezás a cambiar, a cambiar y a tomar malas decisiones. Esa es mi postura. También hay entrenadores que cambian y cambian y se sienten cómodos. A mí me gusta tener una base y trabajarla con pocos cambios. Se dio. No es tan fácil.

-El ejemplo contrario fue el de la temporada pasada, ¿no? Vos entraste al final e intentaste no hacerlo, pero los resultados no aparecían y hubo que meter mano…

-Pasa que era necesario. A mí me pasó en San Martín de Corrientes, en mi primera temporada en A, eso de cambiar y cambiar extranjeros. Nos fue muy mal. Aprendí de esa experiencia. En cuatro años en Quilmes cambié a un solo extranjero: Jonathan Durley. En Formosa no cambié –en realidad, sí, una vez, pero porque Ivory Clark se enfermó-, en el TNA tampoco cambié. Aposté desde entonces a una estructura y a trabajarla. Después de San Martín, siempre procuré cambiar poco. Me parece más difícil conseguir una buena dinámica de juego cambiando permanentemente. Esa es mi forma.

 

Thornton y la identificación del público

 

 

-¿Thornton, técnicamente, es de lo mejor que dirigiste?

-Es lo mejor que dirigí en el global, en el todo. Como persona y como compañero, excelente. Le gustaba compartir el equipo, respetaba mucho a los jóvenes, hablaba mucho con todos, le preocupaba más ganar que sus números y, además, cuando lo necesitabas, tenía destellos de calidad impresionantes. En el todo, es de lo mejor. Nosotros lo tuvimos a Baxley en Quilmes que, adentro de la cancha, nos asombraba a todos por su capacidad para anotar. Pero en el global este tipo es admirable. Aprendí muchísimo con él, todos lo hicimos.

-Y se bancaba no ser titular…

-No tiene problemas. Alguna vez lo hablé con él porque hubo partidos en los que lo tuve sentado en el banco quince minutos seguidos. Fui a hablarle porque inspiraba respeto y merecía una explicación. Te respondía que él necesitaba jugar para estar bien, pero que veía que el equipo funcionaba bien sin él y que entendía quedarse afuera. Es un crack, un tipo que escucha cuando se le marca algo, a mí y a sus compañeros. Valinotti, un Sub 23, por ahí le marcaba moverse para una jugada de ataque y él escuchaba y lo seguía. Muy pocas veces vi un jugador tan respetuoso para escuchar al otro. Una gran persona y un gran jugador.

-Esta Liga me hizo acordar a la primera que dirigió en Peñarol Guillermo Narvarte, un referente tuyo, porque el equipo le devolvió la alegría a la gente…

-Y también trajo a un jugador de mucha calidad como Sherell Ford, ¿no? No me voy a comparar con Guillermo, que tiene mucho más recorrido que yo y para mí siempre fue un referente total porque, además, compartimos el mismo origen. Creo que lo conseguimos por los resultados, no hay otra explicación. Si no hubiésemos ganado, no hubiésemos generado lo mismo. Pero después, a partir de los buenos resultados, la gente empezó a identificarse y a sentirse bien con otras cuestiones. Esto lo hablé en alguna otra oportunidad y, cada vez que me invitan a dar una charla, lo remarco. Un entrenador debe saber dónde va a dirigir. No es lo mismo dirigir Peñarol que La Unión de Formosa, por más de que el básquet se juegue cinco contra cinco y el aro esté a la misma altura en todas las canchas. Guillermo Narvarte dirigió Goes y, por ejemplo, ese club no es lo mismo que Biguá. El entrenador tiene que saber cuál es el mensaje que baja. Si lo llevamos al fútbol, no es lo mismo dirigir Independiente que Boca. Para mí es una satisfacción que la gente se sienta identificada con el equipo que dirijo en la categoría que sea. Los hinchas tienen que tener ganas de ir a la cancha a ver a su equipo. Si vos perdés todos los partidos, obviamente la gente no va a querer ir. Pero, ganando y perdiendo, es un logro que el hincha disfrute con su equipo y que tenga la sensación de que siempre hay chances de ganar, aunque finalmente no lo logre. Dio la sensación de que lo hemos conseguido. La gente tenía ganas de ir a ver al equipo y también la sensación de que podía ganar, aunque vinieran Quimsa, Instituto o Boca. Tuvimos que ganar muchos partidos para lograrlo, pero lo hicimos. La gente vive el básquet de manera diferente en cada club. Si lográs entender esa forma de antemano, creo que le llegás más fácil. Pienso que la historia de Peñarol tuvo una línea, incluso con grandes jugadores. Nosotros, con un plantel más humilde, tratamos de ser un equipo de sacrificio, de esfuerzo y de mucha entrega. Utilizando esa arma para intentar ganar y procurando que no se agote en sí misma. Solo con entrega no se gana.

“El básquet a mí me dio demasiado”

 

 

-¿Qué significó que te hayan elegido el mejor entrenador de la temporada?

-Los premios y las menciones son muy lindas. Nosotros dependemos mucho del jugador. Si al jugador no le va bien, es difícil que a los entrenadores nos vaya bien. Si el equipo juega bien, hablan bien del entrenador; si juega mal, hablan mal. Pero para que el equipo juegue bien, primero tienen que hacerlo los jugadores. Dependemos de ellos y debemos respetarlos. Fui apasionado del básquet desde chico por mi familia. Tenía once o doce años e iba a ver partidos de Liga Nacional de Peñarol al Súper Domo y de Quilmes al “José Martínez” o a Once Unidos. Crecí viendo jugar torneos locales con extranjeros, recuerdo finales de Kimberley y Peñarol con Holloway y Baker. Para mí era inimaginable que iba a dirigir Liga Nacional y mucho más en Peñarol y en Quilmes.

-Y además te fue bien en los dos clubes…

-Fue algo raro para mí. Era un sueño, nunca me lo había planteado. Fue difícil para mí tomar la decisión de irme a dirigir la B y me fue bien. Me dieron el premio al mejor entrenador de esa categoría y después también me premiaron cuando subí al TNA. Y ahora en A. El básquet a mí me dio demasiado. Volvería a elegir ser entrenador. Me ponen contento las menciones, pero mucho más estar dirigiendo, estar en este lugar. Fue generoso el básquet conmigo. Dirijo desde los dieciséis o diecisiete años. A los veinte había decidido que quería ser entrenador y me esforcé mucho para conseguirlo. Haber llegado a dirigir Liga Nacional hoy me parece dificilísimo. No dejo de sorprenderme. Y, ser reconocido, es mucho. No me voy a conformar, pero trato de ser agradecido porque no muchos logran reconocimiento. Tengo que estar muy agradecido a la vida y a mi profesión. Logré cosas que ni imaginaba.

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