Al margen del 10,6% de desocupación con que el distrito ratificó su primer puesto en el ranking nacional, la medición dejó otros datos para el análisis. Aunque exhibirían una mejoría, el clima de confrontación gremial y la demora en la reactivación de sectores clave producen otras sensaciones.
por Ramiro Melucci
El dato de que Mar del Plata ratificó su condición de líder en la tabla de distritos con mayor índice de desempleo del país es sólo uno de los múltiples indicadores que difundió el jueves pasado el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
La misma medición que estableció que la desocupación en el partido es de 10,6%, por encima de los partidos del Gran Buenos Aires (9,4%) y Bahía Blanca-Cerri (9,2%), exhibiría una mejoría que acaso no se distingue en el fragor de confrontación de los gremios con el Gobierno. La sensación sindical es que la reactivación económica con la que insisten los discursos oficiales todavía no llegó a la calle.
La Encuesta Permanente de Hogares a través de la que el Indec midió el mercado de trabajo en el último trimestre de 2016 se realizó entre el 2 de octubre y el 24 de noviembre del año pasado.
Para el análisis hay una complicación de origen: el Indec no hizo su encuesta en el mismo período de 2015, por lo que la comparación que mejor mostraría si hubo un descenso o un incremento del desempleo queda automáticamente vedada. Según el informe, “conforme a la emergencia estadística, el Indec ha dispuesto que las series publicadas con posterioridad al primer trimestre de 2007 y hasta el cuarto trimestre de 2015 deben ser consideradas con reservas”. En otras palabras, el Indec del gobierno de Mauricio Macri invalida las estadísticas que el organismo entregó durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.
Si se respeta ese criterio, las únicas comparaciones posibles se podrían hacer con el segundo trimestre de 2016 (el primero medido por el nuevo Indec) y el tercero. En el segundo, la desocupación en Mar del Plata alcanzaba el 11,6%; en el tercero llegó a 12,1%. Cuando el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente, dijo que el desempleo había descendido 1,5%, comparaba ese último dato con el 10,6% actual. El inconveniente es que cotejar esos indicadores es no tomar en cuenta el factor estacional: Mar del Plata no es la misma en pleno invierno que cuando se acerca la temporada.
La administración de Carlos Arroyo apeló, entonces, a lo que nunca hubiera imaginado: mostró los números del Indec kirchnerista para dejar en evidencia que la comparación interanual también es favorable. En el cuarto trimestre de 2013 la desocupación era de 11,7% y en el mismo período de 2014 fue de 10,9%. Los dos porcentajes están por encima del índice que surgió en la última encuesta. Mostrarlos es una decisión inteligente hasta que se recuerda que el gobierno de Mauricio Macri -sostén de la gestión local junto con la gobernadora María Eugenia Vidal- recomienda tomar “con reservas” los datos que se difundieron durante la década pasada.
Las cifras
Para realizar la medición en Mar del Plata, el Indec estima una población total de 625.000 habitantes y una población económicamente activa de 294.000. En ese contexto, hay 263.000 ocupados, 31.000 desocupados, 57.000 ocupados demandantes de empleo y 40.000 subocupados.
El índice de subocupación (comprende a los ocupados que trabajan menos de 35 horas semanales y que, por causas involuntarias, están dispuestos a trabajar más horas) es del 13,8%.
Los ocupados demandantes de empleo (aquellos que ya tienen trabajo y buscan otro activamente) alcanzan el 19,2%, mientras que los subocupados demandantes (quieren trabajar más horas y además buscan otro empleo) llegan al 8,6%.
La tasa de actividad, que en el segundo trimestre de 2016 era de 45,6% y en el tercero de 45,1%, en el cuarto trepó al 47,1%. La de empleo, que era de 40,3% y luego de 39,7%, aumentó a 42,1%. Pero, como en el caso de la desocupación, la comparación con trimestres anteriores del mismo año es sesgada por razones de estacionalidad y no es posible la comparación interanual.
Las repercusiones
Coincidencia o no, el día de la difusión de los datos del Indec el intendente anunció para 2019 la llegada al Parque Industrial de una empresa de papas prefritas congeladas que generaría 200 puestos de trabajo directos y 200 indirectos.
Pero, como era esperable, el hecho de que Mar del Plata encabece la medición nacional y además sea la única con un porcentaje de dos dígitos disparó críticas opositoras, que contuvieron de todo: desde asuntos que parecen olvidados por la administración local hasta declaraciones vinculadas con el devenir electoral.
A la administración de Arroyo le achacan, por ejemplo, no dar señales con respecto al Parque Informático, que estaba proyectado en un predio de cinco hectáreas ubicados al sur de la ciudad, sobre la avenida Jorge Newbery, detrás del Bosque Peralta Ramos y en cercanías del barrio privado Rumencó. También “no hacer obras” y no haber hecho el esfuerzo suficiente para defender los feriados puente para beneficiar al turismo.
Lo de las obras es un punto sensible. El gobierno nacional cree que es inminente la recuperación de la construcción. Por dos motivos: la inversión anunciada en obra pública y la reactivación que generarían los créditos hipotecarios en el sector privado. Pero en opinión del gremio todo tarda demasiado. “Estamos esperando que larguen las obras que prometieron tanto”, azuzó Jorge Trujillo, secretario general de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) en Mar del Plata.
El gremialista puso el acento en el gasoducto de la costa. Dijo que “no hay oferentes” y que no se sabe qué va a pasar. Es que, si bien en febrero el Ministerio de Energía de la Nación convocó a licitación pública para la compra de las cañerías y los motocompresores, todavía no salió el llamado para el montaje de una obra cuyas primeras conexiones se esperan recién para 2018.
Del avance de esa obra, de otras igualmente claves como el Acueducto Oeste y de los anunciados edificios y centros comerciales dependerá, en buena medida, la reactivación de uno de los sectores con capacidad de mejorar un índice que devino estigma para los últimos tres intendentes.