Juan José del Hierro busca cumplir el deseo de su hermano José Luis, que en su última carta desde las islas le dijo que quería regresar. Una historia de lucha, falta de respuestas y una herida que no cierra.
Nota publicada el 2 de abril de 2019 y seleccionada para el Suplemento 117° aniversario de LA CAPITAL.
Por Hernán Kloosterman
@h_kloosterman
“Cada vez tenemos más ganas de volver cada uno a su casa sea como sea, ganando o perdiendo, pero volver y pronto”. La frase fue escrita por José Luis del Hierro en la última carta que le envió a su familia desde Malvinas. El marplatense, con tan solo 19 años, fue uno de los caídos en la guerra y, desde ese momento, a su familia la desveló un deseo: traer su cuerpo a Mar del Plata.
Como lo expresa en la carta, él solo quería volver. Su hermano Juan José sueña con cumplir ese objetivo. “Siento que es algo que le debo, él quería volver a su casa”, cuenta mientras intenta explicar las dificultades que presenta el caso solo por la falta de decisión política. La iniciativa de Juan José representa un deseo familiar de muchos años que sus padres, José María y Susana, no pudieron cumplir después de luchar contra viento y marea.
José Luis murió el día del final de la guerra y su cuerpo fue identificado varios meses después cuando se derritió la nieve que cubría la zona. Está en el cementerio de Darwin, donde en los últimos años, gracias a la iniciativa del excombatiente marplatense Julio Aro, se empezó a identificar a los caídos.
La pertenencia de su documentación permitió que en poco tiempo pudieran identificar los restos de José Luis. Ahí empezó otra batalla para la familia dentro de una guerra que, como describe Juan, nunca se termina: la de traerlo a Mar del Plata.
José María y Susana removieron cielo tierra. Pasaron distintos gobiernos, en algunos momentos la posibilidad cobró mayor relevancia, pero nunca se concretó. Los dos fallecieron sin cumplir el deseo que hoy empuja a Juan a insistir con la misión. Desde el punto de vista logístico, no habría mayores inconvenientes. Lo que hace falta es una decisión política para llegar a un acuerdo entre los estados.
Hasta el momento, hay dos antecedentes de caídos en Malvinas que pudieron ser recuperados y sepultados en la Argentina. “Hay algo que le debo a mi hermano que es traerlo. Mis padres hicieron lo imposible por traerlo y no pudieron. El quería volver y lo que estoy haciendo es lo que él quiso. Lo viví de chico, vi cómo papá hizo lo imposible por traerlo y no pudo. Se fueron sin poder hacerlo. Ahora queda en nosotros, la generación más joven, poder hacerlo”, cuenta Juan, abogado y padre de dos hijas.
Este caso no es el único. Hay muchos familiares de caídos que desean recuperar los restos de sus seres queridos. Otros no, ya que consideran que deben permanecer en el lugar. “Lo que yo planteo es que si la Nación Argentina lo llevó, la Nación Argentina lo tiene que traer. Son las autoridades las que lo tienen que hacer pero no quieren hablar del tema”, explicó.
“También necesitamos que nos ayuden los excombatientes en esta gestión”, pide Juan y remarca que los caídos “no tuvieron la suerte como otros compañeros de volver”. “Entonces -sigue- queremos que mínimamente se pueda traer el cuerpo y que pueda descansar en la ciudad donde nació”.
Después de la guerra, Juan tuvo la oportunidad de viajar tres veces a las islas Malvinas. “El lo dijo claramente en la carta y yo estoy convencido: viajé tres veces y cuando llegás, te querés volver. Ni pensar en una guerra…”, cuenta.
“Fue una experiencia fuerte ir a Malvinas. Te encontrás con lo que pasó, lo ves más cerca. No es fácil. Por suerte, mis padres no fueron y es lo mejor que podría haber pasado. Porque todo esto lo vuelve a traer después de 37 años.
Para los familiares de los que cayeron, la guerra no termina nunca, la tenés ahí, a la vuelta de la esquina. Es increíble”, explica.
Juan está casado con María del Mar y tiene dos hijas: Maitea de 26 y Lola de 5, quien, a pesar de su corta edad, le interesa todo lo relacionado con Malvinas. “Se la pasa hablando de José Luis, sin que nosotros mencionemos el tema. Le sale en forma natural y siempre quiere armar un ramo para traer al monumento”, cuenta Juan para remarcar que la causa Malvinas, lejos de terminar, sigue de generación en generación.
Todo eso no hace más que reforzar la necesidad de cerrar la historia. “Traerlo a Mar del Plata sería cerrar el tema Malvinas para nosotros”, subraya.
Juan tenía 12 años cuando su hermano mayor tuvo que ir a Malvinas y las imágenes de aquel entonces no se borraron. “Nosotros dormíamos los tres hermanos en la misma habitación y mamá nos llamaba para desayunar. El día 3 o 4 de abril vino un primo, que después fue a la guerra y volvió, y tomábamos el desayuno en la cama. Diez días después, José Luis estaba en la guerra. Era así. La realidad de la Argentina era algo que no se podía creer”, recordó.
José Luis tenía 19 años y ya había terminado el servicio militar. Pero luego recibió un llamado y lo reincorporaron.
“Salimos de acá y lo llevamos a La Plata. Mamá insistía en que no vaya. Pero le dijo que no, que tenía que ir. El fue convencido”.
El pos Malvinas no fue sencillo ni para los excombatientes ni para los familiares de los caídos. “Esa etapa fue complicadísima. Primero, porque no lo encontraban a mi hermano. Mis padres tuvieron que ir por todos lados”, contó Juan. Con el paso del tiempo, la familia “pudo salir adelante”, pero de parte del Estado nunca hubo contención de ningún tipo.
“Mis padres tuvieron una pensión del año 2002 al 2004. Después no hubo contención ni psicológica ni económica. Conozco familiares de caídos que piden con desesperación trabajo. No hubo contención para nadie”, remarcó. Y agregó: “Malvinas trae muchas consecuencias. Si ves las leyes, todas fueron en beneficio de los excombatientes y nunca se hizo extensivo a los caídos”.
A 37 años de la guerra de Malvinas (ndr: en el momento en que se escribió la nota), Juan Del Hierro soñaba con cerrar esa etapa y poder cumplir el deseo de su hermano. La casa de la infancia, en la que se criaron José Luis, Juan José y Juan Miguel, todavía pertenece a la familia. La conservaron únicamente con la ilusión de que algún día se concrete el deseo de traer el cuerpo a Mar del Plata. Y, al menos por unos minutos, abrazarse, respirar hondo y sentir la satisfacción de haber cumplido el deseo de José Luis: volver a casa.
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A 40 años de Malvinas, es valioso retomar una de las tantas historias que dejó la guerra. En este caso, involucra la lucha de una familia para traer de las Islas los restos de un marplatense caído y cumplir el deseo que tenía.