Los espectadores se centran en la voz, el sabor, el tacto y los olores que estimulan sus sentidos en A Ciegas Gourmet.
por Sara Martos
Entre risas nerviosas 30 personas se adentran en la oscuridad para convertirse en torpes comensales que intentarán no mancharse mientras tratan de reconocer los alimentos que saborean e imaginan a los personajes de una obra de teatro donde el vestuario y el decorado no están presupuestados.
Durante noventa minutos los “espectadores” no se fijan en el vestido de la cantante que acompaña al pianista, ni en los zapatos del que podría ser un hombre de avanzada edad para centrarse en la voz, el sabor, el tacto y los olores que estimulan sus sentidos a medida que actores videntes y ciegos se coordinan para interpretar su papel en A Ciegas Gourmet.
La filosofía del espectáculo puesto en marcha por el Centro de Teatro Ciego Argentino (Buenos Aires) es “salir del modo visual” y mostrar “a los que ven” qué se experimenta cuando optan por dejarse llevar por los cuatro sentidos restantes, explicó a EFE el actor de A Ciegas Gourmet, Pablo Ugolini.
Al igual que al leer un libro, durante esta propuesta de entretenimiento el asistente se “sube” a una “máquina del tiempo” para recrear la narración en su mente y así lograr el objetivo final de la obra: potenciar la imaginación.
Ugolini, quien no sufre ninguna discapacidad visual, reconoció que aunque al principio era habitual que tuviera “accidentes”, con el tiempo desarrolló sus sentidos y ahora considera la oscuridad una aliada que le permite trabajar en un contexto de “relajación” y “paz”, y todo se vuelve “hipersensitivo”.
Cada velada pone a prueba la coordinación de los seis actores que “no cuentan los pasos” que distan de un punto a otro para orientarse porque interiorizaron las dimensiones de la sala para no chocar entre sí y poder centrarse en su trabajo, interpretar.
Desde el punto de vista de la actuación, a juicio del director y actor invidente del espectáculo, Gabriel Griro, resulta “fascinante” poner en práctica el “trabajo disociado”, técnica a través de la que se recita una frase mientras que se realiza una actividad que “tal vez no tiene absolutamente nada que ver” con lo que se dice.
Se trata de un método que requiere “mucho entrenamiento” mental y, a su juicio, resulta más complejo que moverse con velocidad y efectividad dentro de una sala a oscuras.
A pesar de que dirigir a ciegas podría parecer complicado, en opinión de Griro, el mayor desafío no está en el escenario, sino en la preparación de nuevas entregas.
Por ello insistió en que a la hora de pensar en nuevos textos “no hay manual de instrucciones”, y el teatro se convierte en una especie de “laboratorio” donde el equipo agudiza su ingenio para crear sonidos y efectos.
Para Fernanda Sarmiento, asistente al espectáculo, lo más sorprendente fue cómo cambia la percepción cuando no hay luces.
“Uno se imagina el cuarto diferente, uno se imagina todo, que la barra esta a un lado, que el cuarto esta orientado diferente, que las personas están en otro lado”, comentó Sarmiento a la salida de la cena.
La técnica Teatro Ciego surge en Córdoba en 1991 cuando Ricardo Sued, inspirado en las técnicas de meditación en la oscuridad practicadas en los templos “Zen” Tibetanos, decide realizar una obra de teatro en total oscuridad.
El primer Teatro Ciego del mundo tiene su sede en Argentina aunque ya estudia formas de “exportar” A Ciegas Gourmet a otros países para que cualquiera pueda sentir cómo le roza la pierna un león mientras que saborea los alimentos de izquierda a derecha para no confundir el principal con el postre.
EFE.