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Super Sisters convirtió en música al barco Marcelina de Ciriza

No habían nacido cuando ocurrió la tormenta que generó el semi hundimiento del barco, en la costa local. Sin embargo, reconstruyeron el hecho y forjaron un disco bello que abreva en el paisaje marítimo y hasta en Bill Murray.

Tienen prisa. Saben que corren contra el tiempo un sueño infinito: retener los últimos minutos, las últimas gotas de su adolescencia en Mar del Plata. Quizá por eso la urgencia. Nacieron como banda en noviembre de 2022, debutaron en febrero de este año y tras 177 días exactos, lanzaron este mes el primer disco de su banda Super Sisters: “Ni luz ni nadie para verla”.

“Somos un rejunte de gente que no se conocía, no éramos amigos, nos juntamos solamente para hacer lo que más amábamos, que es la música, había muchas ganas”, resume Jaco Simón, guitarrista y cantante.

Fue en su habitación donde grabaron este exquisito material sonoro que, para los cuatros integrantes y su productor, contiene la esencia y el paisaje de una ciudad vista desde el colectivo, más pinceladas de angustia y hasta la nostalgia de un tiempo que no llegaron a vivir.

Noel Ortiz en batería, Valentino Verdi en bajo y voz, Teo López en guitarra y voz junto a Ian Galli desde la producción y Corel Perucca en coros a veces coinciden en qué es lo que lo que atraviesa al disco de punta a punta.

“Creo que nuestro sonido se basa en el paisaje de la costa atlántica -sigue Joaco-. Nuestro último tema se llama Marcelina de Ciriza, que fue un barco que se hundió y que tiene una historia”.

En el invierno de 1991, cuando ocurrió aquella tormenta que hizo encallar al barco tras un derroteo al garete por el océano, ninguno de los músicos había nacido. Los artistas tienen entre 18 y 21: vieron alumbrar el nuevo siglo y reconocen de él las marcas de lo digital en sus propias infancias.

“Nos apareció una foto vieja de Mar del Plata (la foto de LA CAPITAL) en Instagram, en el medio de una niebla y el barco atrás y ahí lo vimos”, recuerda Teo sobre cómo llegaron a esa imagen y a ese hito marítimo de la Mar del Plata de los últimas décadas.

“Ya en los primeros ensayos queríamos poner esa foto del barco, pero aún no existía el concepto del disco, solo estábamos haciendo nuestras canciones sin relacionarlas demasiado. Gracias a Ian, que se metió a producir el disco, encontramos un hilo”, indica, por su parte, Valentino.

Galli fue el que propuso el concepto de “falsomoria”, un neologismo que aplica como “nostalgia mal recordada o memoria falsa”, indicó el productor. “Es una nostalgia de algo que no pasó, como un efecto Mandela” o un falso recuerdo colectivo.

“En el video de nuestro primer disco podés ver mangas, cómics, una XBox 360, una Play, una tele tubo, un reproductor de VHS, entre esas cosas la relación es la niñez, pero son muchas niñeces”, agrega Galli.

“Noel, Valentino y yo nunca estuvimos muy de acuerdo con esa definición, el problema es que no surgió otra”, reconoce Teo entre risas. “Cuando el álbum estuvo completo se encontró eso, mientras lo hacíamos quizá no estaba tan presente”, agrega Valentino.

Para Jaco, la música que compusieron es aquella que emana de viajar en bondi. “Al disco lo escucho todo el día, me hace acordar a un día gris de Mar del Plata. Es muy fácil identificarse con las canciones, la letra de Edificios es eso que dice la canción, ‘ver los edificios pasar'”. Ian apunta: “Imaginate que el 581 te pasea por toda la costa, esa es una marca de Mar del Plata”.

Además de lo marítimo, voces que parecen venir de lejos, ecos, un sonido saturado, efectos sonoros, gritos, distorciones y hasta “pifies” pueblan “Ni luz ni nadie para verla”, un disco que los mismos autores circunscriben al ámbito del amplio movimiento del rock alternativo.

Y elementos extramusicales también referencian su música: el cine, Bill Murray (el actor de “Perdidos en Tokio” al que le dedicaron una larga canción de ocho minutos que en vivo puede duplicar su duración), internet y las búsquedas perceptivas.

“Hay mucha angustia en el disco”, aporta Jaco. “Estamos casi adultos, y es angustiante el cambio”, plantea y se abre a lo emocional. “Yo lo hago porque lo tengo que hacer”, ajusta Noel el concepto de por qué hacer música. “O vamos al psicólogo o hacemos música, tenemos que canalizar”, cierra Jaco los motivos que los llevaron a definir más de cuarenta minutos de buena nueva música de manera urgente.

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