Por Rubén Darío Martínez (*)
El 1 de junio de 2021 se celebra el trigésimo cumpleaños del Servicio Universitario Médico Asistencial (SUMA). Su creación fue producto de la convergencia de una serie de factores que se alinearon para construir una solución estable, consistente y democrática a un problema acuciante que, por entonces, afectaba seriamente la atención de la salud de quienes trabajaban en nuestra Universidad y sus familias: las deficiencias en las prestaciones de OSPLAD habían llegado a límites insostenibles.
Los primeros acercamientos entre representantes ADUM y las autoridades de la Universidad datan de mediados de 1989, compartiendo, desde entonces, el compromiso de buscar soluciones sólidas y mancomunadas, entre las cuales figuraba la posibilidad de crear una obra social propia. Desde esos pasos previos y durante todo el proceso que llevaría a la constitución de SUMA deben destacarse tres actores fundamentales: a) el compromiso y amplitud de criterios del Rector Javier H. Rojo, b) el entusiasmo, tenacidad y aportes médicos fundamentales del doctor Alejandro Garis, y c) el soporte jurídico y el trabajo incesante del abogado Francisco R. Bowden.
Para dar sustento a la factibilidad de una obra social propia o sus alternativas, resultaba imprescindible contar con información demográfica y epidemiológica del universo a cubrir, es decir: del conjunto de agentes y sus cargas familiares. Ambos estudios se realizaron a partir de datos disponibles en la propia Universidad. Las edades promedio, obtenidas de los registros de Personal, resultaron ser: docentes, 37 años; no docentes, 40 años; la del universo a cubrir, 27 años; datos por demás alentadores. Para el segundo se utilizaron los registros del Servicio Universitario de Salud, que permitía deducir, a partir de las licencias por enfermedad, por salud del agente o familiar a cargo, las distintas patologías e intervenciones. Con esta información y comparando con otras obras sociales universitarias el doctor Garis desarrolló un estudio de futuros recursos y gastos, el cual resultaba claramente superavitario.
Durante el desarrollo de los pasos descriptos previamente, hubo que prestarle cuidadosa atención a un problema: la incertidumbre y los temores al cambio. Por tanto se efectuó un trabajo paciente y permanente que incluyó múltiples charlas abiertas en las distintas unidades académicas. A medida que se difundían las experiencias exitosas de otras obras sociales universitarias, se atendían inquietudes y se compartían los datos alentadores de los estudios de factibilidad, se llegó a la convicción generalizada sobre la conveniencia de encarar la formación de la nueva entidad. Este proceso posibilitó que todos se sintieran parte y que se generara sentido de pertenencia y compromiso constructivo; el ente a crearse no sería “la” obra social, sería “nuestra” obra social.
El Consejo Superior dio un paso muy importante al sancionar la Ordenanza 705/90, por medio de la cual se aprueba la creación de un organismo, que aún no tenía nombre, destinado a dar cobertura de salud y, además, recomienda al Rectorado: por una parte, continuar con las tramitaciones que fueran necesarias, y, por la otra, trabajar en forma asociada con ADUM y APU en la elaboración de anteproyectos de estatuto y alternativas prestacionales para la futura entidad. Fruto de ese trabajo conjunto, el Consejo Superior, mediante la ordenanza OCS 836/90, modificada por la OCS 1014/91, aprueba los primeros Estatutos de SUMA y decide, asimismo, que la nueva entidad comenzara a funcionar a partir del 1 de junio de 1991.
Dado que SUMA iba comenzar sus actividades sin tener un solo centavo en caja, en el primer semestre de 1991 se realizó un aporte mensual voluntario, al cual adhirió una importante cantidad de agentes. La primera sede, muy modesta por cierto, se ubicó en la planta baja del edificio ocupado entonces por el Servicio Universitario de Salud, en la calle Roca entre Guido y Dorrego.
En sus primeros años de vida SUMA tuvo un desarrollo notable en varios frentes. Desde lo institucional, hacia fines de 1992 se consigue la Personaría Jurídica propia, con lo cual se logra la independencia respecto a la Universidad; merece ser destacado que fue la primera obra social universitaria en alcanzar esa condición. Acerca del alcance geográfico de las prestaciones, se acordaron Convenios de Reciprocidad con otras obras sociales universitarias nucleadas en el Consejo de Obras Sociales de Universidades Nacionales, COSUN, ampliando, de ese modo, la cobertura territorial.
Con respecto a la consolidación económica, debemos destacar la confluencia de tres factores que explican los logros alcanzados en ese período: a) un claro superávit operativo (plenamente coincidente con las estimaciones realizadas en los estudios de factibilidad); b) una administración austera y eficiente; c) varios años sin inflación, lo cual permitía planificar sobre bases firmes y consolidar los ahorros provenientes del citado superávit. Es durante esta época cuando SUMA compra el inmueble de su actual sede central, siguiendo más adelante la adquisición de la propiedad en la cual funcionan los consultorios propios, por citar los más relevantes.
Esta breve exposición sobre el nacimiento y consolidación de SUMA merece estar acompañada por algún comentario respecto a la actualidad. Las tres décadas de vida de nuestra obra social las podemos encuadrar, en forma aproximada, de la siguiente manera: a) una primera caracterizada por un firme desarrollo y consolidación, b) una segunda de mantenimiento con algunas mejoras, y c) una tercera donde comienzan a aparecer inconvenientes para sostener su sustentabilidad. En efecto, dado que los ingresos de nuestra entidad dependen exclusivamente de los aportes derivados del sueldo de sus agentes, la inflación permanente fue carcomiendo el valor de los salarios reales y, por ende, los ingresos de SUMA.
Así, podemos señalar que, por ejemplo, en diciembre de 2015 la Asamblea de Representantes de SUMA aprueba la creación de un Fondo Solidario, absolutamente voluntario, como intento para mitigar el problema, mientras que en agosto de 2018 el Consejo Directivo publica un documento titulado “La Crisis del Salario también pone en riesgo el Sistema de Salud de los Universitarios”. Por cierto que la pandemia y su persistencia le agrega un problema más a una situación ya de por sí muy complicada. ¿Cómo encarar la situación?: retornar al comienzo de esta nota nos puede sugerir algunas pistas: no buscar atajos o supuestas soluciones cortoplacistas, por el contrario, construir mancomunadamente soluciones estables y consistentes.
SUMA sigue siendo “nuestra” obra social y el compromiso, la honestidad y la participación han sido, y siguen siendo, sus pilares fundamentales.
(*) Ex profesor titular regular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Secretario General de ADUM (períodos 1988-1990 y 1990-1992).