Nicolás Deanna falleció a los 24 años por una meningitis bacteriana que no fue detectada ni tratada a tiempo. Su madre, Gabriela Covelli, impulsa una iniciativa que llegó al Congreso de la Nación y que busca evitar daños y muertes evitables provenientes del sistema de salud.
Por Matías Varela
“Si tu vida derramó tanto amor, que tu partida sirva para salvar a otros”, fue la frase que escribió la abogada Gabriela Covelli sobre una foto de Nicolás Deanna, su hijo, y con estas palabras la mujer comenzó a transformar un dolor inconmensurable en una ley que puede beneficiar a toda la sociedad argentina.
En la imagen Nicolás luce fuerte, vital, sano. Y es que así era el joven de Villa Gesell que el 2 de noviembre de 2017 murió a los 24 años por una meningitis bacteriana que no fue detectada ni tratada a tiempo, hecho por el que un médico de Pinamar está acusado de mala praxis e irá el año que viene juicio oral, bajo la figura de homicidio culposo, con una calificación alternativa de dolo eventual.
Días antes a esa fecha trágica, el joven, que toda su vida había practicado deportes y que ya tenía una inmobiliaria tras recibirse de martillero, comenzó a sentir un intenso dolor de cabeza, por lo que se lo comentó a su madre.
“No nos automedicamos en nuestra familia. Por eso, el mismo día que empezó con este dolor, que era insoportable, lo llevé a un médico que era amigo de la familia y lo atendió en una clínica privada”, recordó Covelli en una entrevista con LA CAPITAL.
“Con el tiempo me daría cuenta que él no realizó las maniobras que deben realizar los médicos. No hizo ningún estudio complementario. Solamente acostó a Nicolás en una camilla y lo inyectó vía endovenosa con diclofenac y diazepam. Incluso nos derivó a un kinesiólogo para quitar lo que él consideraba una fuerte contractura”, agregó.
Covelli señaló que el médico repitió este procedimiento durante tres días, aunque el cuadro de Nicolás no mejoraba, sino todo lo contrario. El joven comenzó a sufrir fiebre, vómitos y a presentar dificultad para caminar.
“En el tercer día no podía más de llorar y le pedí al médico por favor que le haga un estudio complementario, porque imaginaba que mi hijo podía tener un tumor en la cabeza. Él me respondió que yo no era médica, me dijo si era la doctora (Giselle) Rímolo, que mi hijo tenía estrés, que me vaya a respirar al mar y que medite con él”, rememora la abogada, con una profunda impotencia que emerge desde su interior.
Por la insistencia de su madre, a Nicolás se le realizó un examen de sangre que le dio como resultado unos 20 mil glóbulos blancos, cuando, según indican especialistas, los valores normales son de entre 4.500 y 11.000. Con este dato, afirma Covelli, el médico aseveró que el joven “tenía una angina y lo volvió a inyectar con penicilina”. “Ya mi hijo no tuvo ninguna posibilidad de sanar”, lamentó la mujer.
Covelli remarcó también que “el procedimiento correcto hubiera sido darse cuenta que todos esos síntomas eran de una meningitis bacteriana, que era lo que tenía”. “Si el médico no sabía, él debería habernos derivado a un neurólogo. No escuchó a colegas, a su paciente ni a la familia de su paciente”, expresó la abogada e indicó: “Le provocó la muerte a Nicolás”.
El joven ingresó a un hospital público con un daño cerebral irreversible producto de la meningitis y, pese a una batería de antibióticos que le suministraron, entró en coma y falleció.
“Los médicos de terapia intensiva nos acompañaron con una humanidad que fue lo que ayudó a que yo no enloquezca”, manifestó Covelli, pero agregó que cuando murió su hijo no lo podía creer.
“Hasta que no te pasa, no entendés que esto puede pasar y que le puede pasar a cualquiera. Ese día fue tal mi desazón, mi infierno, que no puedo decir que no morí con Nicolás. Nació otra persona”, expresó.
Tras el shock por la muerte de su hijo, Covelli comenzó un proceso que le permitió “entender que esto no solo le había ocurrido a Nicolás, sino a muchas personas”.
La mujer empezó a buscar a familias y víctimas de mala praxis y así nació la ONG “Por la Vida y la Salud”, de la que formaba parte la recientemente fallecida actriz y conductora Silvina Luna.
“En el dolor más grande que tenía comencé a escribir todo lo que me parecía que no se estaba haciendo y en ese momento conocí al doctor Julio Tuseddo, que estaba muy compenetrado en la seguridad del paciente y me di cuenta que muchos profesionales también querían lo mismo que quieren muchos pacientes: hay riesgos y muertes innecesarias y tenemos la posibilidad de cambiar eso”, sostuvo Covelli.
De esta forma se empezó a gestar la “Ley Nicolás”, que destacan que ya cuenta con el aval de la Academia Nacional de Medicina y “con un montón de profesionales de la salud que están en este movimiento de la seguridad del paciente”.
“Empecé a ir por todas las ciudades, pidiendo apoyo a todos los concejales, pidiendo que me ayuden a llegar a los diputados. Esto fue en el 2017, caminé un montón, cambió el gobierno y tuve que empezar de vuelta a dar a conocer lo que quería hasta que llegué con la Ley Nicolás con el diputado Fabio Quetglas al Congreso de la Nación”, indicó Covelli con cierta alegría.
“Ese día fue un antes y un después, fue sanador para las familias porque el día que presentaron Ley Nicolás sentimos que era la primera vez que nos escuchaban, que era la primera vez que esto no se tapaba debajo de la alfombra y que alguien iba a representar y alzar nuestra voz”, agregó.
Familias y víctimas de mala praxis impulsan la “Ley Nicolás”.
Por último, la mujer que continuará llevando adelante esta iniciativa, que ella considera quizás lo hace “desde una parte egoísta”. “Es la forma que encontré de no morir en el resentimiento y tratar de que el amor, la vida y la luz de Nicolás, que era una persona extraordinaria, brille para siempre en todos y que su nombre represente a los que por ahí no tienen voz y que sí la van a tener ahora, como tantos niños que deberían estar y hoy no lo están”, concluyó Covelli, entre lágrimas.
La abogada contó que la Ley Nicolás ya fue aprobada en comisiones en la Cámara Baja y adelantó que “en uno o dos meses va a estar aprobada en Diputados”. “Luego tenemos que ir a la Cámara de Senadores, pero ahí los diputados me dijeron que va a ser más fácil porque ‘todos lo queremos’. Esas fueron las palabras que usaron”, aseguró Covelli.
El principal objetivo que persigue este proyecto es evitar daños y muertes que son evitables provenientes del sistema de salud, a través de un atención centrada en la persona, generando cambios de pautas del paradigma cultural.
Para ello prevé la implementación de protocolos de actuación, disponer de un método que registre los incidentes para proponer soluciones, jornadas limitadas de los profesionales para evitar agotamiento y asignar tiempos remunerados para la capacitación en seguridad y calidad del paciente, entre otros puntos.
“Esta es una ley que lo que busca es que no se llegue a una mala praxis, busca reparar errores antes de llegar a eso”, sintetizó Covelli.
Termina la entrevista con este medio y la mujer se dirige a la escuela de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata, a donde fue invitada por el doctor Tuseddo, para brindar una charla sobre la seguridad de los pacientes.
Así, cumple lo que alguna vez escribió sobre la foto de su hijo. El amor le ganó a un dolor inmenso e indescriptible y lo transformó en una iniciativa para salvar vidas.