Veintidós mujeres pilotean aviones comerciales en Argentina, sobre un total de 1623 pilotos, y el número disminuye a 15 en la aerolínea de bandera, un escenario que busca cambiar Pamela Suárez, al frente del organismo encargado de determinar las causas de accidentes en el sector civil: “debemos ser parte de la aviación en el lugar que queramos”.
De acuerdo con un informe presentado por la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (JIAAC) que reúne información del Ministerio de Transporte de Nación, las mujeres que pilotean aviones comerciales representan apenas el 1,3 por ciento del total y en el caso de Aerolíneas Argentinas el 1,16 por ciento.
Fuera de la cabina de vuelo, en Aerolíneas Argentinas las mujeres en puestos directivos y sectores operativos alcanzan, en cada uno, poco más del 26 por ciento, mientras que dentro de las áreas administrativas superan el 42 por ciento.
“Las mujeres tenemos que tomar conciencia de que no sólo podemos sino que debemos ser parte de la aviación en el lugar que queramos”, dijo á Télam Pamela Suárez, titular de la JIAAC desde 2013 en su oficina de la porteña Avenida Belgrano.
Si bien que una mujer esté al frente del organismo encargado de determinar las causas de accidentes e incidentes en el ámbito de la aviación civil es buen síntoma y un gran precedente, lo cierto es que, por ahora, es parte de una realidad excepcional.
“La aviación me tomó de casualidad, yo soy especialista en administración pública, hace más de 25 años que trabajo para el Estado y recién cuando me derivaron al área de Transporte me empecé a conectar con la aviación”, contó.
Sobre su avance en ese medio, agregó: “te vas metiendo y terminé trabajando en la JIAAC que de por sí es un área muy compleja y cerrada porque era gente que venía de la Fuerza Aérea y ver a una mujer ahí generaba mucha resistencia”.
“Ésa es Regina, en 2013 se convirtió en la primera investigadora después de 60 años de vida de la JIAAC”, aseguró Pamela señalando una foto colgada en la oficina donde se ven los investigadores de un accidente en Marcos Paz y, entre ellos, resalta una única mujer.
Al respecto, recordó que “si bien ella era técnica mecánica, al principio sus compañeros la ponían a hacer trabajo administrativo, pero después se fueron acostumbrando”.
Hoy aquella incorporación se convirtió en un hito para la organización que ya cuenta con 2 mujeres dentro de los 24 investigadores de campo.
Junto a Suárez está sentada Enriqueta Zambonini, de 38 años, investigadora y piloto de familia aeronáutica que creció acompañando a su padre, ingeniero del sector en Aerolíneas Argentinas. “Un día entré en la cabina y dije ‘quiero que esta sea mi oficina'” y años después comenzó la carrera, contó a Télam.
Su primer trabajo fue volar aviones privados: “Fui a buscar uno a Estados Unidos para un cliente de acá y empecé a hacer eso hasta que el último que traje me lo quedé volando hasta juntar las horas necesarias para aplicar como piloto de una aerolínea comercial”, señaló.
Y si bien jamás dudó de su vocación ni de sus posibilidades por cuestiones de género, Zambonini admitió que algunos pasajeros se llegaron a bajar de sus vuelos “al ver que piloteaba una mujer”.
Hasta que en 2017 comenzó a trabajar como investigadora de la JIAAC y se convirtió en la segunda mujer en ocupar ese rol.
“Si hay mujeres que fueron abriendo camino está bueno avanzar y pensar qué cosas articulamos para que la igualdad sea práctica”, agregó.
Al respecto, Suárez detalló que “el mayor porcentaje de egresados en carreras técnicas son mujeres que llegan a determinado nivel y empiezan a decidir si quieren ser madres o avanzar en la carrera”.
Sucede que las estructuras de las aerolíneas no están “preparadas para la igualdad de condiciones y no llegan muchas pilotos porque se requieren muchísimas horas para eso”.