La demolición del Royal deja atrás una década de abandono. Pero antes hubo una época de esplendor. Y mucho antes, una historia fundacional. En un exquisito texto, el periodista Nino Ramella recrea aquellos tiempos.
La noticia de que comenzaron las obras en la manzana del hotel Royal da pie a pensar que lo que hasta ahora es una vergüenza en Mar del Plata puede dejar de serlo. La manzana propiedad de la Unión Obrera Metalúrgica muestra desde hace años un patético abandono en un lugar emblemático de Mar del Plata.
En la pileta descubierta de ese lugar aprendí a nadar, con el clásico sistema pedagógico de Jorge Alvear: a los cuatro años te tiraba al agua. Salías nadando o con una fobia a la humedad que te duraría toda la vida.
Pero ese sitio es, además, escenario de los orígenes de mi familia en Mar del Plata… bueno, en lo que luego se llamó Mar del Plata ya que por los tiempos en los que comienza este relato ese nombre no existía.
Nunca supe motivado por qué razones, pero mi tatarabuelo, Fernando Bonnet, abandonó Francia para radicarse en Buenos Aires en 1853, año en el que la Argentina acuñaba una constitución que la alejaba de tantos conflictos internos y guerras civiles. Supongo que no habrá sido por estar bien en su país. Nadie abandona su tierra porque sí.
El hotel Royal tenía una cancha de tenis donde luego funcionaría la pileta de natación. Detrás, el chalet de José Luro. A la derecha, el Club Mar del Plata. Año 1919.
A veces el hambre, otras veces cuestiones políticas… En fin, lo cierto es que don Fernando se vino a estas tierras.
Tampoco sé por qué de pronto se le ocurrió venirse al sur de la provincia, más exactamente a lo que hoy es Mar del Plata, en el año 1857. El mismo año en que Coelho de Meyrelles (bisabuelo de Silvina Bullrich como ella misma me dijo) instalaba su conocido Saladero.
El núcleo embrionario de la hoy Mar del Plata era justamente la desembocadura del arroyo Las Chacras, hoy entubado. Lo que hoy conocemos como diagonal Alberdi. De un lado el Saladero. Del otro, en la falda de la Loma de Santa Cecilia, Bonnet habilitó en 1959 -en una casa de adobe- lo que fue conocida como “La Fonda del Huevo”. Un sitio en el que se daba de comer a empleados del saladero y a algunos viajeros que ocasionalmente por allí pasaban. Su nombre lo daba una gran piedra con forma de huevo que había en la entrada.
El profesor Jorge Alvear, con sus particulares métodos pedagógicos, dejó una impronta tan marcada que su nombre aparece inevitablemente ligado a la pileta del Royal.
El licenciado Angel Somma, siempre hurgando en la historia marplatense, aporta datos interesantes:
El Puerto de Laguna de los Padres (1856-1874/período que respeta la oficialización del plano de Mar del Plata), constituye un centro de sociabilidad importante al sur del Salado, en el período que se expande la frontera de la provincia de Buenos Aires y se consolidan las estancias.
Los gauchos de la zona concurren al Puerto, no sólo por trabajo sino también en busca de diversión: la taba, el juego de la sortija, la carrera de caballos. En estos juegos se hacen apuestas con dinero, las que generan serias reyertas en las que debe mediar el juez de Paz.
En épocas en que el hotel pertenecía a la poderosa Unión Obrera Metalúrgica fue inaugurada la pileta de natación, que luego sería techada.
“La Fonda del Huevo” (1859) la establecen los franceses Fernando Bonnet y su esposa Juana Fabbre. Es una casa de adobe (luego modificada), en el lugar que luego ocupara el Royal Hotel. El matrimonio tiene 6 hijos (tres mujeres y tres varones, que comienzan una extensa familia marplatense). La copla alude al rasgo físico de una de ellas, muy bella.
La fonda del chileno José Cabrera se localiza sobre la actual San Martín entre Córdoba y Santiago del Estero. Por la copla se sabe que tiene uñas largas… (yo no puedo imaginar si era un detalle de higiene personal o razón ética…!)
La copla a que se refiere Somma dice:
Vámonos al puerto
que hay mucho que ver
las uñas de Cabrera
y la renga del Hotel.
Sé, por esa copla, que yo tenía una tía bisabuela que era muy bonita (famosa en la comarca por eso), pero renga. El “hotel” era “La Fonda del Huevo”.
Tengo otro recuerdo que me lleva a ese predio de lo que hoy es el hotel Royal. Cierta vez hubo que buscar partidas de nacimiento de mis antepasados pues urnas y cajones en los que se encontraban sus restos fueron robados de la bóveda familiar en el Cementerio de la Loma. Allí debía estar también don Fernando Bonnet en un predio a perpetuidad que dio la Municipalidad a quienes estaban enterrados frente a la capilla Santa Cecilia, primer cementerio de Mar del Plata. Pero esa es otra historia que acaso algún otro día se me ocurra memorar.
Lo cierto es que hubo que buscar la partida de nacimiento de mi bisabuela, Emilia Bonnet (luego casada con Juan Bautista Saffouret). Encontramos esa partida en la iglesia de Tandil, donde se registraban nacimientos y defunciones por aquella época.
La partida dice: “Emilia…hija de Fernando Bonnet y Juana Fabbre, vecinos de la Mar Chiquita”. Es decir, ni siquiera Puerto de Laguna de los Padres. Y esa bisabuela mía nació en esa manzana de la que estamos hablando. Es decir, en diagonal Alberdi y Santa Fe, en el año 1860 (año en el que Patricio Peralta Ramos pisó esa región por primera vez).
Bueno… final de Rigoletto: que arreglen esa manzana que tiene mucha historia de mi ciudad es una buena noticia. Es de esperar que las intervenciones sean felices.