Opinión

Sobre Faros, luces y sombras

Por Alberto Pellegrini

He visto, leído y escuchado con estupor que avanza en el Concejo Deliberante el proyecto de apertura de un local de bebidas y nocturnidad en el predio del Faro.

Soy un veterano que a mis 18 años estuve desaparecido por la dictadura iniciada en marzo de 1976. La marina me tuvo como prisionero ilegal, primero en la Base Naval y, como segundo destino, en el Faro de Punta Mogotes. En ese predio, donde funcionaba la ESIM (Escuela Superior de Infantería de Marina), pasé los peores días de mi vida. No voy a contar detalles horrendos en estas breves líneas. Varios con quienes compartí el oscuro cautiverio en ese lugar son algunos de los desaparecidos de nuestra ciudad.

Durante muchos, muchos años no pude ingresar a ninguno de esos predios. A pesar de que allí se solían realizar eventos interesantes en los veranos, era incapaz de pisar esos suelos. A la Base Naval volví el día que la Fragata Libertad regresó tras ser retenida por los fondos buitres y participé de esa fiesta popular de bienvenida. Al predio del Faro tardé bastante más en poder reingresar.

No soy una persona religiosa, pero siento profundo respeto frente a una iglesia, a una mezquita, a un templo o a una sinagoga porque esos lugares resultan sagrados para muchas personas. ¿Cómo no respetar un cementerio aunque no estemos de acuerdo con ciertos ritos mortuorios?

Que hoy concejales electos democráticamente antepongan negocios a memoria en un país que ha sido ejemplo internacional en la defensa de los derechos humanos resulta una afrenta que hasta el día de ayer mismo resultaba inimaginable.

Veo incluso en la nómina de concejales a abogados egresados de la Facultad de Derecho de nuestra Universidad Nacional de Mar del Plata, ex militantes de una Franja Morada que pintó en esa casa de altos estudios un mural con el ex presidente Raúl Alfonsín recibiendo el Nunca Más de manos de Ernesto Sábato.

Hay fronteras que no deben cruzarse, límites que no hay que traspasar. Nuestras banderas de Memoria, Verdad y Justicia no pueden ni merecen ser arriadas. Espero, creo y confío en que los dioses de la sensatez puedan vencer al dios dinero que pareciera ser el único faro que ilumina a esta gestión municipal.


El autor es un ex detenido desaparecido. 

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