Policiales

Sivo: “El sistema penal muestra las patologías de una sociedad”

En la cuarta entrega de "Penalistas", el abogado César Sivo traza un balance de las modificaciones positivas y negativas que se produjeron en la Justicia en las últimas décadas, y explica por qué no logra su independencia total de la política.

Por Bruno Verdenelli

verdenelli@lacapitalmdq.com.ar

Cuando terminó de estudiar la carrera de Derecho, César Sivo ya contaba con algo de experiencia judicial. Entre esos últimos años de la década del ´80 y los primeros de la del ’90, trabajó en Tribunales. Pero luego decidió “ir del otro lado del mostrador” e inició así una exitosa trayectoria como abogado penalista.

Con el paso del tiempo, el letrado fue testigo de numerosas modificaciones, positivas y negativas, que se produjeron en el sistema jurídico argentino. Por eso, es palabra autorizada a la hora de realizar un balance sobre su actualidad, las comparaciones con las vicisitudes del pasado y los augurios al futuro.

En la cuarta entrega de “Penalistas”, el ciclo de reportajes audiovisuales de LA CAPITAL con profesionales locales del derecho, Sivo explica además por qué la Justicia no logra su independencia total de la política.

-Después de tantos años en el ejercicio del derecho penal, ¿cómo ve hoy el Departamento Judicial de Mar del Plata?

-Hay muchos cambios muy significativos. Todo tipo de cambios, entre otras legislativos. Hay un cambio de procedimiento que modifica las relaciones entre las partes y el proceso en sí. En su momento, jueces de instrucción y fiscales que intervenían haciendo una acusación… Procedimiento absolutamente escrito. Homicidios… O sea, todo hecho reputado como doloso, seguido de muerte, o sea, un homicidio en cualquier circunstancia, pero dolosa era juicio oral, que lo hacían las cámaras penales. Recordarán Monzón, Sala II. Entonces, primero ya hay un cambio en ese sentido. Hay que entender que en aquel momento, hasta el 98 que se produce la reforma, en Mar del Plata había tres fiscalías y ahora tenemos más de 30. Entonces ahí tenés un cambio muy importante, y también el rol que van cumpliendo las partes. Porque en su momento, el juzgado era Juzgado de Instrucción y Sentencia…

-Hacía todo.

-Claro. El mismo juez investigaba, dictaba una prisión preventiva, elevaba a juicio y después resolvía. Después de la etapa de debate escrito, dictaba una sentencia. El mismo juez hacía todo. Y ahora tienes un contradictor procesal, tenés un fiscal. Entonces tenés ese primer cambio que significó, entre otras cosas, correr a los jueces de esa función inquisitorial que tenían que generó también mucha resistencia. Los órganos jurisdiccionales, los jueces en sí, no querían ceder y les cuesta ceder, está pasando en la Justicia Federal, esa cuota de poder que le significaba poder hacer todo. Hoy es el fiscal el que tiene el manejo de la instrucción con un control de juez de Garantías. Y tenés los juicios orales con un tribunal criminal. Entonces se atomizaron los órganos jurisdiccionales.

-Cambió todo el procedimiento…

-Ahora sí es una relación, digamos, correcta, entre un acusador y alguien que repele esa acusación. La acusación, imputado y defensor ante la atenta mirada de un juez que va controlando que no haya desvíos en todo eso. Primer cambio. Segundo cambio, lo edilicio. Todo el edificio de Tribunales en su momento incluía el fuero civil. Estaban los tribunales de Trabajo, todo en el mismo edificio y hoy es sólo el fuero penal. Y hubo cambios que hubo que hacer y que no se hicieron, que también hay que marcarlo. Crece el sistema en relación a la cantidad de juicios orales porque los distintos delitos normalmente terminan en juicio oral salvo que tengas una salida alternativa, y tenés mucho juicio por jurados. Y en los juicios ante jurados necesitás un espacio físico acorde.

-La eterna deuda.

-Nunca se hizo eso. Nunca se modificó el tema de la seguridad, la sala de audiencias es muy pequeña, con el público muy pegado a los litigantes, con riesgo físico para todos, para la fiscalía, para la defensa, para todos, para los imputados. Riesgo físico real y concreto. Mucha cercanía del estrado, donde estamos los litigantes, con el público. Salas muy pequeñas. Mucho calor, muy agobiante. En un lugar en donde tenés que trabajar concentrado, que no se te puede pasar nada, en el que tenés que estar preocupado por todo lo que sucede y estás escuchando gente que te habla atrás, movimientos, y que están a un golpe de un brazo. Estiran un brazo y te pegan una cachetada en la nuca. Eso no se modificó ni se preocuparon porque no se ponen en el lugar de los litigantes. Para los jueces siempre es cómodo… Están atrás del estrado, arriba, y tienen la posibilidad de tener sus despachos a metros. Es decir, se cansan y van a tomar un café a su despacho. Quieren comer y comen en su despacho. Y quieren ir al baño y van al baño de su despacho.

-¿Y los demás actores del juicio?

-Los litigantes no tenemos ninguna posibilidad ni de descansar en el medio de un debate, ni de tener un baño propio. Entonces te obligan a ir al baño del público en juicios de mucho conflicto. Tenés que tener la suerte de no encontrarte con nadie del público que sea hostil a tu posición. O sea, estamos sumando muchos factores de riesgo por una despreocupación del sistema. Esto lo hemos marcado, lo hemos dicho un montón de veces y recibimos como respuesta del Poder Judicial que “son gajes del oficio”. Es decir, naturalizar la posibilidad de una violencia ejercida sobre profesionales, insisto, profesionales de la acusación, también fiscales o particulares damnificados. Hubo hechos concretos. No es que no hubo. Hubo golpes en una sala de audiencias, abogados agredidos, una abogada tirada por una escalera… Hubo muchas circunstancias que por lo menos te deberían hacer pensar que tenés que poner un ámbito adecuado. Y a esto se le suma ahora el tema de los jurados. Tenés 18 personas sentadas en una sala de audiencias, que son jornadas completas desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde.

-Todos incómodos.

-Personas que no están acostumbradas a eso, soportando calores extremos sin comodidades ni para ir al baño. Tienen que hacer cola para ir al baño público. Entonces tienen que ir con la custodia acompañados. Tenés gente en los pasillos que no te voy a decir que asusta a los jurados, pero los incomoda. O sea, vos tenés que estar diez horas en una sala de audiencias… Tenés que estar cómodo. O sea, no te digo que disfrutes viendo juicio, pero por lo menos lo tenés que tener con la tranquilidad adecuada y con las comodidades adecuadas. Te prenden el aire acondicionado y no se escucha, entonces no te pueden prender el aire acondicionado y las cuatro horas estás deshidratado. Y los jurados que no están acostumbrado a eso: 18 personas muriéndose de calor. Eso es una cosa muy disparatada y no se modificó nada. Sabiendo que se venía esa reforma, que se implementaba el juicio por jurados, no hubo una preocupación.

-¿No hay una sala nueva que se usa ahora?

-Ahora hicieron una pequeña sala de audiencias en el entrepiso que no sé si ya la estrenaron o será dentro de poco, pero eso no contiene lo que tiene que tener. Necesitás doble circulación. En Estados Unidos vos tenés una circulación para los jurados y para este las partes técnicas y tenés otra circulación para el público. No hay posibilidad de que se encuentren. En Inglaterra, el público está como si fuera en tribuna, como si fuera en la sala AMIA, en Buenos Aires. Bueno, en la sala de AMIA vos estás atrás de un cristal. Después viene el público y tenés un público arriba. O sea tenés que trabajar tranquilo, las partes tienen que estar tranquilas porque estás resolviendo la vida de una persona, le estás dando respuesta a la víctima, le estás dando respuesta al imputado. No son cosas menores.

-En función de todo este análisis, ¿cree que es mejor o peor el servicio de administración de justicia hoy en día?

-Por supuesto que mucho mejor. Desde el momento que te digo que tenés contradictores. Están discutiendo la parte de acusación, el rol que nos toque cumplir, y la defensa- Discuten los que tienen que discutir. El protagonismo lo tienen que tener las partes. La Fiscalía tiene que poder sostener una acusación, el representante de la víctima lo mismo y la defensa, por el otro lado, tiene que buscar la forma de repeler eso. Y los jueces tienen que estar para lo que están efectivamente en la instrucción: para cuidar que no haya desvíos, que no haya este arbitrariedades ni excesos de poder por parte del Ministerio Público, que es el que tiene el peso de la investigación y en el juicio para que las partes presenten su caso y ellos resuelvan imparcialmente. O sea que la mejora seguro que es muy buena, es sustancialmente buena, pero después tenés estos pequeños datos que terminan muchas veces generando inconvenientes físicos y de cualquier especie. Yo he tenido la suerte de poder litigar en Suiza, por ejemplo, con un abogado local, pero acompañando a una persona que estaba haciendo un juicio allá y los abogados, acusación y defensa, tienen una sala de descanso, una sala con una heladera con café, todo provisto por el propio Estado. Sillones para relajarte, televisión, radio… Querés escuchar música, tenés para escuchar música…

-El otro extremo.

-Claro. Bueno, no tenemos sala, no tenemos sillas en la sala de audiencias, ya sería mucho pedir tener un sillón para un descanso. Pero los jueces se van a su despacho y descansan en un sillón. ¿Y los abogados? Te tenés que quedar sentado ahí o tenés que ir a un café. Y por ahí tenés que discutir sobre cuestiones de lo que va pasando en el juicio y las vas a discutir a un café. Y está la gente dando vueltas, pasa y te saluda. Se ponen a hablar y vos estás en un cuarto intermedio de 40 minutos definiendo los próximos pasos estratégicos de esa causa. Complicado.

-¿Y los delitos? ¿Qué tipo y cantidad de delitos se ven hoy respecto del pasado? ¿Hay más? ¿Hay menos? ¿Son distintos?

-Yo creo que hay más. Creo que son distintos los delitos, pero también hay que entender esto. Si vos tenés un aparato mayor de persecución criminal, también hay más hipótesis de trabajo y también hay más respuestas del sistema judicial. Entonces, es donde se balancea adecuadamente el sistema… Es decir, antes era la policía la que hacía el 90% de las cuestiones sin control de nadie, y eso le permitía hacer un montón de cosas ilegales. Tenían una autonomía tremenda. Entonces en eso también aparece el tipo de delito que, que que va a llegar a tribunales. Una cosa es todo lo que sucede, otra cosa es todo lo que la policía decide que siga su camino y otra cosa es después lo que termina siendo la justicia. Pero en el camino, cuando vos lo llenás de fiscales como está ahora el sistema, tienen un poco más de control sobre la policía y entonces aparecen delitos a los que normalmente no se les prestaba atención porque se resolvían de otra manera.

-Claro, se entiende.

-Entonces ahora tenés más gente trabajando y más gente observando y llevando adelante una investigación. Antes muchas denuncias no llegaban a nada… Un juzgado tenía 16.000 causas en un año, el mismo juzgado con seis empleados, no podía atender las 16.000 causas. Atendían algunas. Eso hace que también se modifique este dato estadístico, además de que hay más población, más desigualdad, más problemas económicos, sociales y la irrupción de todo lo que tiene que ver con estupefacientes. Entonces te aparecen otras cosas que por ahí estaban pero que no tenían trascendencia porque no se la podía investigar. Era un problema de estructura, digamos. No tenías recursos humanos suficientes como para eso. Y te insisto, los jueces hacían todo completo desde la instrucción hasta dictar una sentencia. Y en ese derrotero, sí era muy poco probable que le pudieran prestar atención a todas las causas.

-A propósito de eso, usted ha sido referente de múltiples juicios por casos de vulneración de los Derechos Humanos. ¿Alguna vez sufrió presiones?

-Muchas y sostenidas en el tiempo.

-¿Desde dónde?

-De los imputados. Sobre todo de los imputados civiles. O sea, con los militares hubo un primer momento en donde ejercieron distintas formas de presión tratando de disuadir . Esto nos pasó a todos los abogados que hemos trabajado en la Argentina este tipo de cuestiones. Pasa en el mundo también. Nosotros empezamos con el Juicio por la Verdad, y después, cuando se anulan las leyes con las causas penales, cuando íbamos progresando en función del crecimiento de esas investigaciones y de que iban apareciendo nombres propios que se podían identificar quiénes eran los perpetradores, se dio esta primera molestia en la que también había militares que se encargaban de coaccionar. Estamos hablando de militares que ya estaban en retiro efectivo, que venían a la oficina este a decir: “Dejá de molestar”, o paraban en mi casa y también lo decían, muy gentilmente pero muy claro el mensaje que querían dar. Básicamente lo que siempre marcaron fue: “Esto tiene vuelto”. De hecho un imputado civil de la CNU en un juicio en las últimas palabras nos dice a las partes, concretamente a la Fiscalía y y a mí como querella: “Ustedes acá me van a me van a sacar con una condena, pero sepan, se lo digo a Adler y Sivo, que esto tiene vuelto”.

-Y a propósito de ello, en esta especie de boomerang que muchas veces se vive en la Argentina, ¿cómo cree que estamos parados hoy con este nuevo gobierno? ¿Qué consecuencia puede haber?

-Yo creo que puede haber alguna. Esto de los vaivenes más o menos lo conocemos en toda Latinoamérica. De hecho estoy trabajando en otros países en función de este tipo de cuestiones. Si vos me preguntás cómo estamos hoy, yo te diría incómodos. Uno puede pensar que todos estos procesos están definitivamente afincados. Pero creo que el punto más complejo que tenemos es que la Justicia inicialmente no estaba convencida. No estuvo convencida, porque lo que no se puede perder de vista es que los mismos jueces que dijeron que la ley de Punto Final y Obediencia Debida eran constitucionales, tiempo después, con cambio de aire, dijeron es inconstitucional la misma ley. Entonces ahora hay un retroceso. Estamos hablando de una vicepresidencia que tiene vinculaciones muy fuertes con con el mundo militar, pero en particular con personas que están imputadas o que fueron condenadas, su tío, por delitos de lesa humanidad. Y entonces hay una cuestión personal, un posicionamiento personal en el que se le hace muy difícil hacer la autocrítica. Una vez este el hijo de de un perpetrador me encontró en un lugar público y entonces me vino a increpar y me decía: “Explicame por qué lo estás imputando a mi padre”. Y yo decía: “Pregúntale a él”. O sea, la respuesta no es que lo persigue una persona, lo persiguen los hechos. Se puede decir que venimos retrocediendo en que por ahí tenés todos los días que reafirmar que estas cosas sucedieron del modo en que sucedieron.

¿Y presiones por fuera de esos juicios que por ahí tienen una una marcada intervención de la ideología política? Intervino el caso en el caso de Lucía Pérez…

-Ahí hubo todo un intento de cancelación y de hecho me molestaron bastante en ese sentido. Como cuestionando que un abogado de Derechos Humanos trabaje de abogado. Básicamente como diciendo: “Nosotros somos los que tenemos que controlar los clientes que vos vas a tener”. Mi actividad privada es mi ejercicio profesional y yo evalúo. Y también hay una cosa que me parece que es la más relevante: uno como abogado, sobre todo trabajando en Derechos Humanos, debe evitar un linchamiento. Es decir, si hay una persona que la quieren condenar de arrebato, que la quieren condenar sin pruebas, la quieren condenar sobre un hecho que no realizó o que no tiene la más mínima participación… Indudablemente un abogado de Derechos Humanos siempre tiene que estar en la posición incómoda. Trabajar en Derechos Humanos te significa estar siempre incómodo. Y en esto se notó mucho. Entonces ahí lo que se intentó hacer… Las presiones eran por la cancelación: “No podés trabajar en esto, es indebido tal cosa…”. Organizaban una conferencia y entonces hacían un cuestionamiento… Decían que yo era defensor de un femicida, y de hecho a Offidani ni le imputan eso. Pero servía en estos tiempos para jugar con esta posibilidad de la cancelación. Y lo hicieron. Molestaron mucho en ese sentido. Había presiones como para decir: “Abandoná la defensa”. No, el Estado de Derecho se garantiza con el ejercicio de la defensa.

-La Justicia no es independiente entonces…

-Es difícil lograr el máximo de independencia. Hay muchas aristas que hay que tener en cuenta para decir si se puede lograr la independencia completa del Poder Judicial. Entre otras, el sistema de nombramiento en donde el sistema político sigue influenciando. No se ha modificado ese sistema. El poder político nunca quiso ceder la posibilidad de elegir a quienes van a ser los enjuiciadores y a quienes van a ser los investigadores.

-En la Justicia Federal pareciera que se ve más claro… Cuando enjuician a un político se notan más las influencias. ¿Se podría decir que “todo juicio es político”?

-Por supuesto que siempre la incidencia política está dentro del sistema penal, porque el sistema penal muestra las patologías de una sociedad. Es eso… Te está evidenciando si tenés mucha violencia, si tenés asesinos seriales como te aparecen en los países nórdicos o en Estados Unidos, rara vez acá, pero también hay… Entonces en todo el poder político de alguna manera se mete y en todas partes del mundo. Hay un libro de Iván Jablonka que se llama “Leticia” que cuenta un homicidio que ocurre en Francia en el que el propio Sarkozy interviene. Lo vemos últimamente con las noticias de todos los días en las que aparece un gobernador, en las que aparece una ministra de Seguridad… Es decir, el poder político siempre este está mirando al sistema penal porque le sirve para hacer determinados ajustes sobre la población, porque le sirve para marcar determinadas políticas también. Qué quiere visibilizar… “Nosotros estamos en contra de tal cuestión”, dicen los políticos y como que exigen al Poder Judicial que profundice determinadas cuestiones y entonces eso hace que el Poder Judicial siempre esté ligado al poder político más allá de su propia independencia para el caso particular. Pero en lo previo, hasta que llegue a debate o al juicio en sí. hay muchas cosas que los políticos utilizan, empujan y condicionan al Poder Judicial, porque no hay que perder de vista que eso lo condiciona. Y también, esto está muy dicho pero me parece que hay que volver a remarcarlo, que no se le puede pedir a un juez que sea un héroe permanente, que esté todos los días enfrentándose a todo el mundo. ¿Deberían? Sí. ¿Pero humanamente es posible que un juez siempre diga “Yo voy a ser tan independiente”? Vemos lo que pasa con algunos independiente. Cuando te querés correr de una ola, te pasa por arriba la ola.

-¿Lo dice por el Tribunal Nº 1?

-Por ejemplo. Y entonces es muy difícil porque eso disciplina a todos. Y el poder político no debería inmiscuirse tanto en el Poder Judicial, pero lo hace. Y el sistema lo permite. Y entonces esa permeabilidad es la que hace que se retroalimente. Es decir, que de golpe vos decís determinados fiscales sabéis que van a perseguir a determinada persona, vamos a nivel nacional, y entonces de alguna manera están mostrando que son permeables a las presiones que acompañan a los medios que no decían en un momento no hay nadie, no hay ningún fiscal ni ningún juez que soporte una tapa de Clarín. Bueno, insisto, es decir, vas a decir vas a sacrificar la carrera por un caso. Bueno, que lo resuelva otro y entonces van jugando con el anonimato de los tribunales superiores. No se ve. Casación te notifica la sentencia. No tenés un debate. En el debate es donde tenés mayor exposición. Y si vos tenés tres semanas de notas que dicen “son culpables, son culpables, son culpables”, o que “justicia es perpetua”, después es difícil que puedas correr de eso… Tomemos el caso de Dolores, “justicia es perpetua” y mirás y no es la misma situación de alguien que está filmando a alguien que está pegando. Y vienen las condenas. ¿Y los jueces se podían haber corrido? Sí o no. No lo sé. Hay otras referencias que a uno le hacen pensar que es muy difícil que se puedan correr.

Fotos y realización audiovisual: Diego Egidio Romero.

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