En una Washington militarizada para evitar desmanes, el demócrata se convirtió en el 46° mandatario del país del norte y comienza una gestión que buscará diferenciarse de la que lo antecedió.
Sin la presencia de su antecesor en el cargo, Donald Trump, asumió como presidente número 46 de los Estados Unidos de Norteamérica, el demócrata Joe Biden, junto a su compañera de fórmula, Kamala Harris.
La presidencia que comienza marca varios hitos. Asume por segunda vez un presidente católico la presidencia del país (el anterior había sido J. F. Kennedy), a una edad avanzada (78 años), que lo convierte en el presidente con mayor edad y en compañía de una vicepresidenta, Kamala Harris, de ascendencia afro-asiática-americana.
El ahora presidente de Estados Unidos expresó un discurso de unidad nacional, reconciliación y esperanza, en una ceremonia de investidura marcada por el recuerdo aún vivo del ataque al Capitolio.
“Este es el día de la democracia, un día histórico y de esperanza, de renovación y determinación. Estados Unidos fue puesto a prueba y demostró su resiliencia. Hoy celebramos el triunfo, no de un candidato, sino de una causa, la causa de la democracia”, aseguró Biden y reflexionó diciendo que “la voluntad del pueblo fue escuchada y la voluntad del pueblo fue tenida en cuenta. Aprendimos que la democracia es preciosa. La democracia es frágil y, hoy amigos, la democracia prevaleció”.
El mandatario pidió tolerancia y decencia y agradeció la presencia de dirigentes de la oposición republicana, prometió que avanzará “con rapidez y urgencia” para enfrentar las crisis que enfrentan los estadounidenses, principalmente la pandemia, que ya mató a más de 400.000 personas, y el derrumbe económico que ésta provocó.
También prometió “reparar las alianzas” de Estados Unidos en el mundo “para enfrentar los desafíos de hoy y mañana”.
La ceremonia comenzó con un discurso de la senadora Amy Klobuchar que apuntó directamente al clima de tensión política que vive Estados Unidos, en un Capitolio decorado con las banderas nacionales y frente a los principales dirigentes del país.
“Cuando una turba irrumpió en este templo de la democracia, fue un despertar para muchos de nosotros”, aseguró la senadora. “Este es el día en que nuestra democracia se levanta, se saca el polvo y hace lo que Estados Unidos ha hecho siempre: avanzar como una nación bajo un Dios indivisible, con libertad y justicia para todos”.
El himno nacional estuvo a cargo de la cantante Lady Gaga, una de las artistas del país que apoyó con actos y conciertos a Biden en la campaña. Más tarde cantó Jennifer López, otra simpatizante de la fórmula demócrata.
Entre los dirigentes presentes se destacaron los expresidentes Barack Obama, Bill Clinton y George W. Bush con sus respectivas parejas, Michelle Obama, la ex candidata presidencial Hillary Clinton y Laura Bush; el vicepresidente saliente, Mike Pence, el líder republicano del Senado, Mitch McConnell y el senador demócrata y ex precandidato presidencial, Bernie Sanders. Además estuvieron en primera línea los nueve jueces de la Corte Suprema de mayoría conservadora y los legisladores de ambas Cámaras.
Pese a no contar con público masivo o festejos en las calles, la ceremonia estuvo llena de simbolismos: la vicepresidenta electa Harris no solo decidió vestirse con ropa de los diseñadores negros, Christopher John Rogers, de Nueva York, y Sergio Hudson, de Carolina del Sur; sino que fue escoltada en el inicio de la ceremonia de investidura por Eugene Goodman, uno de los oficiales de la Policía del Capitolio que lideró la salida de los simpatizantes de Trump hace dos semanas. Biden, juró con la misma biblia familiar que usó para su asunción como vicepresidente en 2009 y 2013, y eligió hacer público un mensaje a su esposa Jill, apenas minutos antes del inicio de la ceremonia.
“Te amo, Jilly, y no podría estar más agradecido de tenerte conmigo en este camino que tenemos por delante”, tuiteó el mandatario electo junto con una imagen de los dos tomándose de la mano.