por Gustavo Casciotti
La falta de trabajo, el achicamiento de la jornada laboral, la precarización y reducción de la capacidad de compra por impacto de ingresos a la baja contra precios de alimentos y tarifas en alza, impacta de lleno en la realidad de nuestras micro y pequeñas empresas. Estas últimas son mercado interno dependientes, lo que significa que su destino está atado al de los trabajadores, sean éstos empleados, monotributistas, informales, autónomos o asociados a una cooperativa, que sumados a los jubilados y beneficiarios de la AUH son el sustento de nuestra actividad económica. De hecho casi el 99 % de las PYMES industriales locales venden sus productos dentro del país, particularmente en nuestro Partido y zonas cercanas.
Así y ante un mar de quejas de comerciantes e industriales que ven desplomar sus ventas y aumentar sus costos internos, se suceden fantasmagóricas imágenes de locales cerrados, en alquiler o simplemente vacíos, tanto en el centro, paseos comerciales o en nuestras barriadas. La contrapartida son más vecinos que con currículum en mano intentan revertir el flagelo de la desocupación.
Esto nos lastima, porque el trabajo dignifica y es el gran ordenador de la economía. Su falta nos violenta. De él depende que las necesidades básicas alimentarias estén cubiertas. Que haya, ni más ni menos, que un proyecto de vida.
Y que el almacén, el taller, la verdulería, los locales de indumentaria, el polirrubro o la fábrica, se desarrollen y consoliden el tejido social y productivo local.
Pese a ello, el Municipio parece mirar para otro lado, sin comprender la evidente realidad, desconociendo la caída de las ventas, la escasa utilización de la capacidad instalada y la falta de inversiones. Sus declaraciones siempre se refieren a futuros venturosos, confiados que “ésto va arrancar sin lugar a dudas”, según recientes declaraciones del funcionario de Producción. Mientras tanto los reclamos por trabajo frente a las puertas del Palacio Municipal o de la Secretaría de Producción son una postal constante, la Oficina de Empleo parece inmóvil y los trabajos de mantenimiento de plazas, arroyos o escuelas son esquivos para las cooperativas o directamente no se hacen.
Como si todo fuera poco, se suma el hecho que las cooperativas hoy, no forman parte verdadera de la agenda efectiva, al momento de garantizar el debido mantenimiento de plazas, escuelas o arroyos ¿Somos conscientes en cuanto impacta en la economía barrial la baja de los ingresos de estos trabajadores?
Frente a este contexto hostil para los trabajadores y las pymes, contamos sin embargo con un valor agregado que debemos poner en acción: mano de obra calificada, empresarios dispuestos a apostar en la localía, un modelo de ciudad a futuro plasmado en un plan estratégico construido colectivamente, una oferta universitaria que nos ubica en una situación de privilegio, el principal puerto, un cordón frutihortícola de envergadura que da muestras de calidad y superación permanente, un colectivo de emprendedores de la economía social y popular creciente y un sector integrado por cooperativas y mutuales que son sostenedoras de empleo y escuelas de democracia y solidaridad.
Necesitamos situar a Mar del Plata en el lugar que se merece, poner en práctica un proyecto de ciudad que nos identifique e incluya, que nos coloque nuevamente de pie, con el aporte de equipos experimentados en la gestión y con la decisión de construir con nuestros vecinos una comunidad que agregue equidad, trabajo y producción.
(*): Partido Solidario.