Opinión sobre la caída 2-1 con Fluminense en la final de la Copa Libertadores.
Por Vito Amalfitano
Desde Río de Janeiro, Brasil
El fútbol es tan impredecible y por lo tanto tan apasionante que a veces grandes partidos o finales dejan preguntas que nunca podrán responderse. Algo de eso ocurrió aquí en Río, en el mítico Maracaná, con el partido decisivo de la Copa Libertadores 2023, en el que Fluminense se alzó con su primer trofeo continental y dejó a Boca otra vez sin su obsesión, la séptima.
La diferencia fue tan escasa en el resultado, 2 a 1 en el tiempo suplementario, y también en apariencias en el trámite, que esas incógnitas quedarán en el imaginario para siempre. ¿Qué hubiera pasado si Boca se animaba más temprano, si además de aferrarse al orden no renunciaba tan rápido a la pelota? ¿Cómo hubiera respondido Fluminense a un planteo más agresivo del equipo argentino?
Es que Boca, efectivamente, se mostró con control de la situación en la primera media hora, pero su escasa posesión, casi apenas del 20%, no fue conducente hacia un camino determinado. Ni siquiera a algún contraataque efectivo.
Y en ese pasaje inicial Fluminense no supo generar peligro. La que tuvo Boca de arranque no la resolvió bien Cavani, porque en lugar de inclinarse a definir con zurda abusó de generosidad e intentó un pase sin destino. Y las que tuvo el equipo brasileño, las definió con precisión en velocidad, con desbordes electrizantes de Keno y resoluciones con potencia de Cano y Kennedy.
Detalles, pero tamaños detalles. En efecto Boca fue un equipo corto en aquella primera media hora, pero con achique demasiado defensivo y sin salida con Medina y Barco, que aparecieron poco y mal.
El equipo de Almirón, entonces, pecó otra vez de conservadurismo, como, por ejemplo, en el primer partido de la serie ante Nacional. Jugar con fuego a veces te quema. Los penales quedan demasiado lejos a 120 minutos. Es cierto que mereció pasar igual en el balance de las series ante el equipo uruguayo, frente a Racing y ante Palmeiras, pero también es real que esta vez reaccionó demasiado tarde.
Luis Advíncula sí supo desde el primer minuto que estaba jugando una final y definió a los 27, con un zurdazo impresionante tras una inédita combinación entre Pol, Equi y Barco. Nadie siguió la inercia del peruano, Boca ni siquiera tiró buenos centros y se quedó en la puerta.
Nunca se podrá responder que hubiera pasado si se animaba a más, y si tenía con que.