Los pescadores artesanales buscan frenar una medida que, de aplicarse, sería como la estocada final para la actividad: implica la restricción de movimiento a 15 millas de la costa y viajes de no más de 24 horas.
Las lanchitas amarillas son una de las postales tradicionales de Mar del Plata. Como los lobos marinos, el Provincial o el Torreón. Una postal, pero no una escenografía porque se sustenta en una actividad económica real, tradicional, que busca mantenerse a pesar de la competencia de las grandes embarcaciones y de normativas a medida de otro nivel de actividad.
Que la postal siga teniendo vida no es sencillo. De las más de 200 embarcaciones que supieron salir y entrar permanentemente de de la banquina chica, hoy continúan operativas 23.
Pero las salidas de esas 23 está en riesgo. En abril, cada propietario de las embarcaciones fue notificado de que deberá cumplir con una resolución del Consejo Federal Pesquero, del 2008 y con una, posterior, de la Comisión Técnica Mixta que regula la actividad pesquera en el área de Tratado Bilateral con Uruguay, en el marco de la aplicación de los “certificados de pesca legal”.
Estas medidas implican, en la práctica, que las lanchas amarillas sean obligadas a instalar un sistema de posicionamiento satelital (conocido como Monpesat), a través del que se controlaría que no naveguen a un radio de más de 15 millas con epicentro en el Puerto de Mar del Plata y que no estén fuera más de 24 horas. Si bien la resolución tiene varios años, históricamente, a la flota amarilla se la venía exceptuando. De no lograr un paraguas para la actividad artesanal, “pasarse” de las 15 millas significaría para cada embarcación, tener que pagar una multa, pero mantenerse dentro de ese límite equivale a no tener qué pescar. A eso se refieren desde el sector cuando dicen que quieren hacer desaparecer la actividad de las lanchitas amarillas.
Mientras durante la semana desde la Sociedad de Patrones Pescadores realizaban todos los preparativos tendientes a organizar la salida de las embarcaciones después de varios días de inactividad por cuestiones climáticas -salieron entre el jueves y el viernes-, también continuaban con las gestiones ante la Subsecretaría de Pesca de la Nación que encabeza Tomás Gerpe, de cara a delinear postura y argumentos de cara a la próxima reunión de la Comisión Técnica Mixta con Uruguay, tendiente a dar marcha atrás con esta exigencia a la pequeña flota amarilla local.
“La resolución se realizó en atención a la seguridad, por el tipo de construcción de las embarcaciones, pero en esas millas no hay recurso que pescar”, explicó el presidente de la Sociedad de Patrones, Luis Ignoto. Por eso -fundamenta- el sector considera que estas medidas tienden a hacer desaparecer la “postal”, que es, ni más ni menos, que “el símbolo de la actividad económica”.
“Los barcos grandes agarran el recurso antes -más lejos- y nosotros estamos agarrando lo que escapa de las otras flotas. Se compite por el mismo recurso”, detalló. Es que, según el referente, “antes se dividía, cada flota tenía un recurso que pescar, pero ahora, los grandes cuidan la cuota de merluza a lo largo del año y compensan la capacidad productiva con recursos que antes no pescaban -anchoíta y caballa-“. Por ello ahora en la zona de pesca de la flota artesanal, esas especies brillan por su ausencia.
En cuanto a las negociaciones, “nosotros planteamos la revisión de la medida y la posibilidad de seguir pescando como hasta ahora, hasta que se pueda visualizar una solución de reconversión de la flota, porque ese tema, también, financieramente es complicado”, definió Ignoto.
Mientras la definición de esta situación se demora -hubo reuniones bilaterales, pero a una no pudo asistir el subsecretario Gerpe y en otra el tema no había sido incorporado en el orden del día- la situación económica del sector es “complicado”.
Sin mercado para la corvina rubia
Es que al no contar con anchoíta y caballa, la flota se volcó a la corvina rubia, pero el mercado de este recurso “está cayendo ampliamente”, indicó Ignoto.
“La especie anda bien en cuanto a disponibilidad, pero ha perdido mercado. Brasil está complicado y Nigeria que era comprador de nuestra corvina a través de brokers europeos- bajó mucho el consumo. Como cambió el negocio, el comprador principal es China, pero en Mar del Plata compró 8 barcos para pescar ese recurso, cierran el circuito y gran parte de la corvina que compraban a la cooperativa, ahora la pescan ellos mismos”, definió.
Asimismo explicó que en ese contexto desfavorable “el precio internacional de la corvina rubia ha bajado y las diferencias operativas y de administración hacen que nuestro precio no sea competitivo”.
¿Cuál es la alternativa? “Pescar y congelar hasta poder vender”, cuando el mercado sea más propicio. ¿Cuál es el problema de esta estrategia? Financiero. “No podemos bancar las salidas a pescar sin vender”.