Cultura

Shakespeare ¿él, ella o ellos?

La verdadera identidad de William Shakespeare sigue suscitando teorías a 400 años de su muerte, que van desde el reconocimiento pleno al autor y dramaturgo único que pudo condensar el espíritu de una época y se volvió universal, pasando por el escritor con seudónimo y hasta “una idea más bien capitalista tardía sobre lo creativo”, que apuesta a la existencia de un pool de escritores conformando una obra vasta y diversa.

Si el poeta y dramaturgo más leído e interpretado de Occidente pudo no haber sido el modesto hijo de un comerciante venido a menos, criado en un hogar casi analfabeto de Statford upon Avon (allí nació en 1554) y con acceso a la corte de Isabel de Inglaterra es un debate que, por momentos, adquiere ribetes detectivescos.

“A esta altura del partido la persona Shakespeare no es importante, lo que importa es esa obra llamada Shakespeare -dice a Télam el dramaturgo Rubén Szchumacher. El tema es relevante en cuanto a la historiografía, pero no en términos del teatro o la literatura: su obra es muy vasta y de muy diferente carácter. De pronto tiene una pureza lírica increíble, de pronto una chabacanería notable. Y eso es lo fantástico. La idea de que sean muchas personas sirve a quienes no toleran esa diversidad concentrada en un sólo individuo”.

La idea del colectivo de autores fue alimentada por filmes como “Anonymous”; aunque esa teoría fue desestimada en libros como “Shakespeare más allá de toda duda”, de los catedráticos Paul Edmondson y Stanley Wells, con datos históricos sobre la identidad del dramaturgo; y ampliada en investigaciones como las de la Universidad Oxford, donde se comprobó que obras como “Bien está lo que bien acaba” fueron escritas en colaboración, en este caso, junto a Thomas Middleton.

Sin embargo, cómo pudo un plebeyo criado en una familia casi analfabeta convertirse en el escritor más renombrado de la lengua inglesa, vincularse con la nobleza y poseer los conocimientos legales, históricos y matemáticos que muestran sus obras es la cuestión para quienes creen que Shakespeare podría haber sido un alias.

Esas especulaciones se apoyaron además en “los años perdidos” del poeta, entre 1580 y 1592, período sin documentación sobre su vida en el cual aparece vinculado a Christopher Marlowe, escritor famoso de la época que murió en 1593 en una pelea acusado de ateísmo, aunque versiones más fantasiosas aseguran que simuló su muerte en un duelo para escapar de sus acreedores y tomó a partir de ese año el nombre de Shakespeare.

El nombre de Amelia Bassano Lanier constituye quizá el devaneo más curioso de esta deconstrucción identitaria que ya lleva cuatro siglos: el inglés, varón y cristiano sería italiana, mujer y judía según el estudioso John Hudson, quien señala similitudes entre la obra de la poeta y la del creador de “Otelo”, “Hamlet” y “Romeo y Julieta”.

Para Szchumacher, probablemente se piensan estas posibilidades “porque dentro de su misma obra hay gran diversidad, diferentes estilos, como si hubiera muchos autores, pero esto no le pasa sólo a Shakespeare, sino a muchos escritores que cuentan con una obra diversa”. “Personalmente creo que existió un único Shakespeare, ya hay suficientes documentos acerca de eso, pero aunque no lo fuera, me gusta la idea de que en una misma persona hay aspectos tan divergentes”, agrega el también actor, director de teatro, regisseur y docente argentino.

La idea del colectivo, en tanto, le parece que proviene “de creer que la gente es más parecida o una sola cosa, alguien hace esto, el otro hace lo otro y todos juntos hacen algo llamado Shakespeare”. “La película ‘Anonymous’ me pareció fea, horrible y pretensiosa. Una intriga policial interesante, pero el problema es cuando empieza a aparecer como una hipótesis real sobre Shakespeare, cuando se empieza a tratar de no reconocer que un sujeto en algún momento de la historia pudo sintetizar muchas cosas”.

“En ese sentido la casuística ha hecho del 23 de abril algo muy particular”, asevera Szchumacher. “Lo más probable es que no sea cierto, pero esto sí que no importa, porque está bueno que los dos grandes de la literatura inglesa y española, Shakespeare y Cervantes, hayan muerto el mismo día y por lo tanto se celebre algo”.

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