Deportes

Sentidos

Por Vito Amalfitano

Si el fútbol fuera sólo el resultado, como dice el gran “Cholo” Ciano, bastaría con marcar una cruz en una tarjeta de Prode y listo. Sobraría ver los partidos, emocionarse, lamentarse, divertirse, aburrirse. Todo eso estaría de más. Dejaríamos de ser. Renunciaríamos al pensamiento y hasta a la existencia misma.

Parece mentira tener que reafirmar esto a esta altura del partido. No es respirar o pensar. Es respirar y pensar. ¿O alguien quiere renunciar a alguna de las dos alternativas antes de empezar a jugar?

“A mí me gusta respirar”, retruca el maestro Horacio Pagani cuando le dicen “a mí me gusta ganar”.

Pues lamentablemente, en tiempos de mercantilismo salvaje, que vuelven cuando parecían enterrados, el mensaje también contamina al fútbol. “No me preparo para gustar, sino para ganar”, dijo Diego Simeone antes del partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones de Europa ante Bayern Munich. Una instalación innecesaria de una discusión que atrasa 50 años, si es que alguna vez valió la pena. No existe tal dicotomía: gustar o ganar. Uno no sale a la cancha diciendo: “Hoy voy a ganar, pero no quiero gustar”.

Ayer a Simeone le tocó “ganar”. En realidad “ganó” su equipo, Atlético de Madrid, con una actuación memorable de su arquero Oblak y una resolución de categoría del francés Griezmann, aunque fue derrota 1-2 en Munich. El jugador como medida de todas las cosas. Como siempre. Bajo la lógica del “Cholo” (Simeone) ni siquiera debería hacer declaraciones o analizar lo que pasó. Alcanzaría con que marque la cruz del “Cholo” (Ciano) y listo.

Pero el fútbol, verdad de Perogrullo, es un juego. Y, más que un juego. Parte de la cultura de los pueblos, de su idiosincrasia, de sus sensibilidades populares. Y en todo eso no pueden dejar de tallar los sentidos. Entre ellos, y por sobretodos, el sentido del gusto. Para evitar quedarse en casa y solo limitarse a poner una cruz, lo que terminaría con la ciencia en cuestión. Es decir, el fútbol dejaría de tener sentido.

Fue halagüeño entonces que el propio Simeone se retractara de sus propias declaraciones tras la clasificación de ayer al decir ahora que quedó en el camino “tal vez el mejor”.

Ayer hubo emociones en Munich. Y traspasaron el televisor. Se trasladaron a cada aficionado al fútbol. Y el partido nos atrapó, “nos gustó” a todos. Efectivamente, no pasó el mejor. Pero pasó un equipo con un enorme espíritu ganador, que se lo transmite el entrenador, a quien no se le puede negar su condición de “animal competitivo”. Quedó en el camino un conjunto con una idea de tenencia y voracidad ofensiva, pero que últimamente se agotó en la metodología y que terminó desgastándose en centros. A unos nos gusta más ese estilo, el que representa Pep Guardiola, aun en ese declive. Nunca renunciar a la pelota. Y teniendo claro que inclusive el que reniega de su valor, tarde o temprano tendrá que tratarla con destreza y cariño para llegar al objetivo. Y ahí estuvo el francés Griezmann para esa maravillosa tarea.

Ninguna de estas variables estaría en consideración siquiera si nos redujéramos a aquella frase del “Cholo” (Simeone): “No me preparo para gustar, sino para ganar”. Si abandonáramos los sentidos para que la vida fuera solo anotar una cruz, cerrar un número, completar una cuenta, sin sensibilidad ni gente adentro.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...