Por Fernando Rodríguez
Días atrás se conmemoró el Día Nacional de la Seguridad Vial, una fecha para hacer un alto, reflexionar e insistir en la necesidad de concientizar y educar en la materia.
Si bien los accidentes de tránsito son una de las principales preocupaciones en el mundo entero por las altas cifras de mortalidad que se registran anualmente, en la Argentina las estadísticas resultan escalofriantes.
Según el último informe de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), la cantidad de víctimas fatales por accidentes de tránsito entre enero de 2023 y el 19 de febrero de 2024 fue de 4.369, lo que arroja un promedio de 12 muertes por día. La mitad de los siniestros ocurren en ruta nacionales, y 5 de cada 10 siniestros fatales se debe a un choque.
Por otro lado, el perfil de los fallecidos se sostiene en los últimos años: los varones, de entre 15 y 34 años de edad, usuarios de motos, representan el 40% del total de las víctimas fatales a la vez que 4 de cada 10 víctimas fatales se trasladaban en este tipo de vehículo.
Las cifras y los hechos estremecen y conmueven. Sin necesidad de retroceder tanto en el tiempo, todavía resuena el trágico accidente ocurrido en la tarde del sábado 1ø de junio sobre la Ruta Nacional 40, en Villa la Angostura, y que arrojó el saldo de cuatro personas fallecidas; o el accidente ocurrido semanas atrás sobre la autopista Panamericana, a la altura de Olivos, entre un camión y varios autos.
Tan solo dos muestras de una larga y triste cadena que se repite con frecuencia.
¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados? ¿Cuáles son las medidas que deberían adoptarse para transformar esta situación que tanto nos afecta?
Por lo pronto, hay que señalar que el compromiso debiera ser colectivo, aunque con distintos grados de responsabilidades.
Desde el Estado y desde los distintos actores que participamos en defensa de la seguridad, de la concientización y de la educación vial, debemos alentar una modificación drástica de comportamientos, valores, criterios preventivos y sancionatorios.
El deber de hacer cumplir las leyes por parte de las autoridades competentes a nivel nacional, provincial y municipal es insustituible.
Si desgranamos esta premisa encontramos medidas concretas. En un principio, la educación vial es el eje fundamental para tratar de eliminar definitivamente las prácticas perjudiciales que conllevan altos costos; desde las pérdidas humanas, las económicas, la sobrecarga del sistema de salud, entre muchas otras.
Tenemos que poner el foco en tomar conciencia de que las reglamentaciones existen para acatarlas.
Respetar el ordenamiento jurídico supone un sensato acto de consideración para con el prójimo y con uno mismo.
La alcoholemia es otro de los principales factores de riesgo de la seguridad vial.
Desde esta perspectiva, se propone que en todos los peajes del país y en todas las rutas nacionales haya controles de alcoholemia y de estupefacientes las 24 horas.
Si bien la tolerancia 0 ya rige en gran parte del país, muchos conductores desoyen la medida.
El involucramiento de distintas organizaciones, entre ellas, las empresas, ya que los accidentes en horas de entrada o salida del trabajo son moneda corriente, por citar un ejemplo.
Las empresas debieran alentar u obligar a sus empleados motociclistas -ya sea que utilicen las motos para ir y venir de sus domicilios o para cumplir su labor-, a que usen casco y ropa reflectiva, como así también brindarles información sobre la importancia de las medidas preventivas.
Asimismo, los controles de alcoholemia internos para choferes y colocación de GPS para controlar el exceso de velocidad en aquellas empresas que posean flota de autos, con sanciones efectivas a los conductores que no respetan las normas, pueden ser medidas efectivas que también pueden llevar adelante para colaborar con seguridad vial.
No obstante, vale insistir que el compromiso del Estado, en todos sus niveles, es primordial, el mejoramiento de caminos, calles y rutas, y el control y poder sancionatorio de las conductas negligentes, entre otros.
Desde el sector asegurador también debemos robustecer nuestro accionar.
Además de aportar una porción del valor de las pólizas para sostener económicamente a la Agencia Nacional de Seguridad Vial es importante seguir ejemplos de otras latitudes como Europa.
Allí, el sector asegurador fue muy activo en lograr que las automotrices incorporaran sistemas de control de estabilidad a los autos.
En resumidas cuentas, el esfuerzo debe ser mancomunado entre todos los actores de la sociedad.
Este es el único camino para lograr cambios profundos que se sostengan en el tiempo.
(*) – Conduce el sector de Siniestros en ATM Seguros y es abogado especialista en Derecho de Seguros.