por Silvina Tantone
El amor ¿siempre comienza con la seducción? Sin pensarlo, respondería que sí. Decidí buscar el significado de la palabra “seducir”. ¡Por supuesto que conservo el diccionario en papel! Está de adorno en esa biblioteca que se torna cada vez más tedioso mantener limpia. Pero, como hacemos hoy en día, la googleé. La pregunta que inicia el párrafo habrá de quedar para reunión con amigos y debates filosóficos. Sin embargo, puedo afirmar lo siguiente: seducir es algo natural, y recurrir a internet para (casi) todo, también.
Seducir con fines sexuales por internet recibe el nombre de “hacer sexting” o “sextear”. El término “sexting” es un anglicismo formado por las palabras “sex” y “texting”. Cuando se acopió, hacía referencia a compartir información con contenido erótico a través de SMS. Hoy día abarca a cualquier formato (texto, audio, imagen, video) y a cualquier medio electrónico. La naturalidad que caracteriza a la seducción parece haberse corrido al tratamiento que le damos a la información en formato digital, minimizando algunos aspectos que, per se, la caracterizan: cualquier objeto digital puede ser archivado, transformado y vuelto a difundir, más aún, viralizado.
Lamentablemente, y a pesar de tomar recaudos, la información íntima que se decide compartir por internet se puede “filtrar”, en algunos casos de manera deliberada, en otros, por accidente o por negligencia. Lo deliberado obedece a cuando el destinatario, rompiendo el círculo de confianza, decide hacerla pública. El accidente refiere a los casos en que, involuntariamente, se envía a destinatarios incorrectos o no se realizó un borrado seguro del archivo. Por último, la negligencia está relacionada con no adoptar medidas de seguridad, tanto desde el punto de vista personal como del tecnológico. Resulta fundamental anonimizar el material, de tal manera que impida la identificación de la persona a través de su rostro, su voz o marcas personales. Además, los dispositivos personales deben estar bloqueados, protegidos con antivirus para evitar la instalación de algún código malicioso que reenvíe la información almacenada (en forma silenciosa), las aplicaciones deben tener configurado el doble factor de autenticación, se deben evitar las redes públicas o no seguras, y es necesario tener presente cómo se realizan las copias de seguridad en la nube, lo cual, en la mayoría de los casos, es automático.
Pensando acerca de las consecuencias indeseadas del sexting, el párrafo anterior debería haber sido escrito en mayúsculas. Porque los riesgos están asociados a la pérdida de intimidad y al daño a la reputación personal, con sus consiguientes efectos psicoemocionales. Pero también, en manos delictivas, podría dar lugar a la sextorsión: el chantaje, con fines económicos o sexuales, para forzar el envío de contenidos ante la amenaza de hacer público todo el material previo. La buena noticia es que existen canales para pedir ayuda y denunciar.
En nuestro sitio de la ONG Argentina Cibersegura hay mucha información disponible sobre el tema, pero la decisión personal precisa ir acompañada del autocuidado necesario para gestionar nuestra vida digital de manera responsable.
(*): Especialista en Educación y Nuevas Tecnologías. Mentora educativa de Argentina Cibersegura.