El canciller argentino da detalles del proyecto de integración regional que se está diseñando con el gobierno de Lula Da Silva y adelanta que se piensa en una moneda en común. “Queremos tratar de asociar a otras naciones sudamericanas y que no sólo sea para el Mercosur, sino también para toda la región”, dice. Además confía en llegar a un acuerdo con Uruguay “para que el Mercosur no se rompa” y cree que hoy “es difícil” lograr la paz entre Rusia y Ucrania pese a los esfuerzos internacionales.
Por Pablo Falcone
El canciller argentino, Santiago Cafiero, adelanta que la Argentina y Brasil ya se encuentran trabajando en un proyecto a largo plazo para “tener una moneda común”. Pero aclara: “Queremos tratar de asociar otras naciones sudamericanas y que no sólo sea para el Mercosur, sino también para toda la región”.
En una extensa entrevista con LA CAPITAL durante su paso por la ciudad para encabezar un acto por un nuevo aniversario de la ocupación ilegal de Malvinas, Cafiero además analiza otros aspectos del plan de integración en el que están trabajando los gobiernos de Alberto Fernández y Lula Da Silva y que aspira a concretarse el 23 de enero cuando el presidente de Brasil visite la Argentina. No solo eso: también habla sobre las negociaciones con Uruguay “para evitar que el Mercosur se rompa”, la guerra entre Rusia y Ucrania, la “causa Malvinas” y las violaciones de derechos humanos en el continente.
-¿En qué consiste la integración regional que se está trabajando con Brasil?
-Consiste en construir la relación estratégica entre Argentina y Brasil del futuro. Hubo velocidades distintas, hubo tiempos distintos, contextos distintos en los que la relación con nuestro principal socio comercial fue fluctuando. Algunos de esos vaivenes vinculados a problemas de economías domésticas y otros vinculados a desinteligencias, desde el punto de vista político. En ese sentido, nosotros lo que lo que creemos ahora es que es el tiempo de construir una nueva relación con Brasil, en un contexto global que demanda lo que Argentina y Brasil producen: alimentos, recursos naturales, energía. Argentina y Brasil son dos economías que se pueden complementar muy bien para construir cadenas regionales de valor. Es decir que las Pymes de Mar del Plata, se complementen con las Pymes de San Pablo y puedan ser parte de un encadenamiento productivo global. Tanto Argentina como Brasil son zonas de paz. Entonces en este tiempo de tanta incertidumbre global se pone crisis el concepto de globalización como lo conocíamos y ahora de lo que se empieza a ver hablar es de globalización de regiones. Argentina y Brasil, el Mercosur y Sudamérica es una región en paz y es una región que puede aportar muchísimo en este contexto de incertidumbre global.
-¿Cuáles son las bases del acuerdo?
– El acuerdo lo venimos trabajando ya con los equipos técnicos de quién era el candidato y que terminó siendo presidente de Brasil, Lula Da Silva. Lo trabajamos realmente con mucha sintonía en el sentido de entender un contexto complejo, pero un contexto que arroja posibilidades y oportunidades. Entender también los desafíos de abandonar esa extrema primarización de las exportaciones y de la economía del Mercosur sobre todo. Ir hacia modelos donde incorporemos a la explotación responsable de los recursos naturales, incorporemos la dimensión de la industria, la dimensión de la sustitución de importaciones, la dimensión del conocimiento y del Talento Argentino brasilero, sudamericano. Realmente estamos en la misma página, no era así con el gobierno anterior de (Jair) Bolsonaro. Ahora sí estamos en la misma página y eso abre muchas posibilidades.
-¿Hasta dónde llega la integración profunda en la que se trabaja con Brasil? Se mencionó un fortalecimiento conjunto de reservas e incluso la creación de una moneda común.
-Es una hoja de ruta que hay que transitar. Algunos objetivos son de máxima y coincidimos: la moneda común. Sabemos que hay todo un camino para recorrer que es largo. No es algo inmediato.
– ¿Tanto Argentina como Brasil desean tener una moneda en común?
-Por supuesto. Tanto del lado brasilero como del lado argentino, la idea de tener una moneda común para el intercambio comercial es un desafío que ambos países estamos emprendiendo. Naturalmente que también lo que queremos allí tratar de asociar otras naciones sudamericanas y que no sólo sea para el Mercosur, sino también para toda la región. Pero entendemos que esto es un anhelo y es un proyecto de futuro. Sabemos y entendemos que tenemos que ir hacia ahí. Pero no podemos solamente tener un proyecto tan de largo plazo únicamente, tenemos que tener también hitos que se vayan concretando con más velocidad. Hoy tenemos un déficit comercial con Brasil y esa balanza hay que equilibrarla. Brasil está de acuerdo y quiere acompañar a la Argentina. Una posibilidad es exportando gas de Vaca Muerta.
– Con los vaivenes políticos que hay en la región, ¿es posible proyectar a largo plazo como puede ser una moneda en común?
– Si son proyectos que realmente son necesarios y estratégicos, se puede avanzar. Tenemos que tener en cuenta que quizás administraciones o gestiones que no estén tan comprometidas con esos proyectos por ahí disminuyen la velocidad. Ahora, el Mercosur hace 31 años que tiene que tiene vigencia y hubo gobiernos de distintos colores políticos de los distintos países con distintas lecturas y, sin embargo, el Mercosur está robusto, amplió su comercio entre los países del Mercosur y potenció las exportaciones del Mercosur al mundo. Claro que había diferencia. Me tocó a mí, apenas asumí, hacer una negociación muy dura y muy difícil para salvar al Mercosur. Ahí había todavía una secuela de un proyecto que habían tenido Bolsonaro y Macri de reducir los aranceles externos comunes a un 50% y eso hubiera, no sólo dinamitado el Mercosur, sino hubiera destruido, por ejemplo, la industria automotriz de la Argentina. Fue una negociación muy dura para poder poner un freno ahí. Lo pudimos hacer y salvamos el Mercosur. Lo salvamos también porque había mucha industria brasilera que tampoco estaba de acuerdo con esa propuesta. En este caso, los industriales de San Pablo tenían una postura fuerte que encajaba con la postura argentina y por eso pudimos torcer el brazo. ¿Qué quiero decir con esto? Cuando los proyectos son robustos y hay otros actores involucrados que también adhieren a esa propuesta les es difícil a los gobiernos deshacerse de ese tipo de iniciativas. Hoy yo te podría decir con seguridad que el proyecto de moneda común es un proyecto compartido entre los industriales de Argentina y los industriales de Brasil.
“El proyecto de moneda común es un proyecto compartido entre los industriales de Argentina y los industriales de Brasil”.
-Uruguay está abierta a negociar por fuera del Mercosur. ¿Creé que esta situación se va a poder encaminar con el paso del tiempo y lograr una postura en común?
-Creemos que el Mercosur tiene que tener una apertura en negociaciones con otros países y con otras regiones. Ahora, lo tenemos que hacer defendiendo a la industria del Mercosur. Cuando defendemos la industria argentina, defendemos a los laburantes. No es un capricho. Defendemos a los laburantes cuando decimos que no queremos una economía primarizada. Entonces de eso se trata, no es una cuestión ideológica. Las negociaciones con Uruguay van en esa dirección. Nosotros les mostramos y le exhibimos que muchas veces lo que ellos quieren hacer es apresurarse en negociaciones unilaterales que ponen en riesgo el Mercosur y que también se ponen en riesgo a ellos mismos. El comercio internacional a partir de la crisis financiera del 2008 tiene un declive permanente que fue profundizado por la guerra y por la pandemia. Eso pone en crisis todas las cadenas de suministros, y encarece los productos. Entonces se está repensando la economía global. Para ser jugadores potentes en esa definición tenemos que estar unidos. Si hablamos de que lo que viene es una globalización de regiones, tenemos que fortalecer la región. Cualquiera que atente contra fortalecer la región está yendo a contramano de lo que es el mundo hoy.
-¿Confía en que se va a poder llegar a un acuerdo con Uruguay?
-Confío en eso. Confío profundamente en que a pesar de tener miradas distintas con Uruguay, vamos a llegar a los acuerdos necesarios para que el Mercosur no se rompa.
-¿Cuál es la posición del Gobierno argentino con respecto a los países donde hay graves denuncias de violaciones a derechos humanos como ocurre en Venezuela y Nicaragua?
-Uno de los pilares de la política exterior desde 1983 ha sido la defensa irrestricta de los derechos humanos. ¿Por qué? Porque la Argentina es parte del Sistema Internacional de Derechos Humanos. Durante el año pasado tuvimos la presidencia del órgano más importante a nivel internacional: el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Es decir, el prestigio de las Abuelas, de las Madres, de las organizaciones de derechos humanos, de la Argentina para siempre defender los derechos humanos en cualquier circunstancia hace que tenga un reconocimiento global y general. Allí hay que ver cómo la Argentina ha manifestado permanentemente cuando ha habido abusos. Cuando ha habido violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, cuando ha habido violaciones a los derechos humanos en Venezuela, siempre lo hemos planteado. Ahora, lo que también entendemos es que para que haya cambios profundos y que la ciudadanía o esos pueblos puedan resolver esos problemas, hay que trabajar y no solamente señalarlos. Y eso es lo que la Argentina hace: la Argentina trabaja en estos foros para hacer las recomendaciones necesarias para impulsar propuestas y proyectos que vayan a mejorar la situación de derechos humanos de esos países.
-Todos los gobiernos trabajan para recuperar las Malvinas pero con el paso del tiempo parece transformarse en una utopía. ¿Cómo trabaja su gestión en este aspecto?
-La herramienta de la Argentina es la perseverancia. El 3 de enero se cumplieron 190 años de usurpación de parte de nuestro territorio por el Reino Unido. La perseverancia de la Argentina hizo que por medios diplomáticos estemos reclamando y reafirmando nuestra soberanía sobre las islas y reclamando que el Reino Unido se avenga a lo que son las resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas y a lo que la comunidad internacional también le indica y le señala, que es que debe sentarse con Argentina a negociar a la soberanía plena de la Argentina sobre las Islas. Durante el año pasado, hicimos más de mil acciones de visibilización con respecto al tema de Malvinas con la consigna “Malvinas nos une”. Es decir, para los argentinos y argentinas la causa de Malvinas es una causa histórica, pero es una causa del presente y una causa del futuro. Para nosotros, las Malvinas fueron, son y serán argentinas. Siempre decimos eso y lo reafirmamos y a veces cuando se repite suena utópico, pero no es así. Nosotros tenemos que perseverar en nuestro reclamo diplomático para hacer que el Reino Unido se siente con Argentina a generar una solución definitiva sobre nuestra soberanía.
“Nosotros les mostramos y le exhibimos a Uruguay que muchas veces los que ellos quieren hacer es apresurarse en negociaciones unilaterales que ponen en riesgo el Mercosur”.
-El mes pasado tuvo una sorpresiva conversación con el canciller ruso, Serguéi Lavrov. ¿En qué situación se encuentran las negociaciones internacionales para intentar, al menos, sentar a las partes a una mesa multilateral de negociación?
-Justamente fue esa la conversación. La Argentina tiene un firme convencimiento de que de que la única posibilidad es a partir de una negociación entre las partes y que tiene que haber un alto el fuego inmediato, que la paz es urgente. Esos son los mensajes que arroja la Argentina. Mi tarea como canciller es hablar con todos naturalmente. He hablado siempre con todos y reafirmar lo que es el pensamiento y la práctica que la Argentina siempre defiende: la Argentina siempre rechaza el uso de la fuerza y siempre promueve la utilización de la palabra y del diálogo y de las mesas de negociación diplomáticas para resolver cualquier tipo de conflicto. Eso es lo que nosotros le manifestamos permanentemente tanto a Rusia como Ucrania, como a todas las partes que también están participando de este conflicto. Estamos muy comprometidos con tratar de encontrar una paz posible y en eso es donde trabajamos.
-¿Lo ve factible?
-Hoy es difícil. Lamentablemente no fue muy alentadora la conversación que tuve. Pero creo que tenemos que seguir insistiendo en ese camino. Es importante que se alcen otras voces y no solamente las voces de las partes involucradas en el conflicto, sino que todo el mundo reclame paz en este tiempo. Nosotros tuvimos la dolorosa pandemia del coronavirus, que todavía el mundo no sabe cuánta gente murió y, sin embargo, salimos de eso y ahora no puede haber más muerte; no puede haber una guerra de estas características; no es concebible.
-¿Cómo evalúa el pedido de juicio político a la Corte Suprema de Justicia que presentó el presidente junto a gobernadores?
-Evidentemente hubo decisiones que tomó el Poder Judicial, en este caso la Corte, que afectan el federalismo, a la Administración del Estado, que es una potestad que tiene el Poder Ejecutivo. También hubo decisiones que afectan al Poder Legislativo. Es decir, hay un poder de la Nación que afectó a otros dos poderes. Eso es lo que se tiene que llevar adelante en una investigación. El canal institucional para llevarlo adelante es lo que se define como juicio político, que lo tiene que llevarlo adelante el Congreso. Lo que vemos nosotros es que es necesario que el Poder Judicial, en este caso la Corte que es el máximo tribunal, tenga también un proceso donde se identifique si se han equivocado, se identifique si ha habido errores y, evidentemente, tengan las sanciones necesarias si eso ha ocurrido.
-Juntos por el Cambio fue muy duro con esta decisión y ya adelantó que no va a acompañar el pedido. En principio pareciera que el gobierno no cuenta con los votos para impulsar el juicio político.
-No me sorprende que la oposición obstaculice todas las iniciativas porque lo han hecho anteriormente. Siempre que se han querido corregir los proyectos, por ejemplo la reforma judicial que llevamos al Congreso de la Nación, el bloque opositor lo que hizo fue obstruir ese debate. También nos dejaron sin presupuesto nacional durante el año pasado. Es decir, es una posición que obtura el debate democrático y que tiene una sensibilidad muy particular con respecto al Poder Judicial. Cuando nosotros hablamos que el sistema de administración de justicia en Argentina no está funcionando correctamente y llevamos un proyecto al Congreso, lo que queremos es que se mejore el sistema de administración de justicia. Y eso no es justicia para la política como tratan de instalar; eso es justicia para resolver las injusticias cotidianas. Esas injusticias cotidianas son las que están en juego y la oposición no lo quiso tratar ¿Por qué? Porque tiene una relación bastante peculiar, bastante sospechosa, con el Poder Judicial.
-Estas denuncias surgen a partir de escuchas ilegales o el hackeo del teléfono de un funcionario público. ¿Los servicios de inteligencia, muchas veces definidos como los sótanos de la democracia, siguen activos?
-Si esa información, que surge de la publicación de los chats y de los audios de los funcionarios, se tiene en cuenta o no se tiene en cuenta, lo define la Justicia, no lo define el gobierno. El Congreso de la Nación también determinará si esa información la va a tener en cuenta, no es algo que nosotros vayamos a identificar ni a definir. Lo que sí me parece que es fundamental destacar es que este gobierno es el que modificó el artículo cuarto con un DNU de la Ley de inteligencia para desvincular al Poder Judicial de las tareas de inteligencia con respecto a este tipo de prácticas porque habían sido obviamente manipuladas para perseguir a los opositores de ese tiempo. Y eso lo hizo este gobierno. Nosotros desmantelamos esa agencia de inteligencia, que había sido muy sospechosa de acciones totalmente ilegales durante el gobierno anterior. Me tocó a mí, como Jefe de Gabinete, reducir a la mínima expresión los gastos reservados que tiene la agencia y, en momento de pandemia, reducirlos casi completamente y pasarlos al Ministerio de Salud. Este gobierno tiene muestras claras de que ha avanzado contra estos sótanos de la democracia. No tenemos ningún tipo de duda de que hemos hecho lo correcto a la hora de avanzar en desmantelar esa agencia de inteligencia que operaba en las sombras y que era realmente un sótano de la democracia como funcionó durante el gobierno de Macri.
Cafiero concedió una extensa entrevista a LA CAPITAL.
-Ya se largó la carrera electoral y la vicepresidenta Cristina Fernández ya anunció que no será candidata. Aún no se sabe si el presidente irá por la reelección. ¿Cómo ve al peronismo en este momento?
-El peronismo está militando como siempre. La unidad en el peronismo es la dinámica de lo impensado, en algún momento el peronismo se une completamente y lleva adelante una estrategia porque entiende que lo que está en juego es reivindicar un modelo de desarrollo económico con justicia social; reivindicar un modelo de producción y de trabajo y que no vuelva un modelo de especulación financiera con destrucción de empleo. Ese es el debate que va a haber. Cuando ello esté en juego con claridad, el peronismo se unifica y lleva adelante una propuesta potente para edificar un nuevo triunfo este año. No tengo duda de eso.
-¿Quién va a ser ese candidato?
-El peronismo deberá también encontrar ese cauce. Y a partir de la discusión y del debate entre las propuestas que surjan seguramente ahí se encontrará. A veces se ve al peronismo con divisiones y la prensa agranda esas divisiones como si otros partidos las tuvieran o como si pensar distinto fuera casi un delito. La verdad es que esa diversidad es la que nos hizo ganar en el 2019; la unidad en la diversidad. Ahora hay que lograr que esa dinámica de lo impensado haga que la unidad se provoque y todos vayamos entonces con una oferta electoral competitiva. Eso puede ser a partir de una Paso. Después habrá que ver cuáles son los instrumentos. No sé cuáles son los instrumentos que se determinarán, pero vamos a llevar candidaturas potentes. No tengo duda.